Un nuevo libro da más información de la mafia de San Gallen y la dimisión del Papa Benedicto XVI
- La académica y columnista estadounidense Julia Meloni acaba de publicar su esperada, excelente y profundamente investigada historia de la Mafia de San Galo, un grupo de obispos progresistas que se reunían regularmente en Suiza y conspiraban para revolucionar aún más la Iglesia Católica. The Sankt Gallen Mafia: Exposing the Secret Reformist Group Within the Church nos cuenta mucho sobre las maquinaciones de estos obispos y cardenales de izquierda, su agenda, e incluso su idea de que la Iglesia necesitaba un nuevo "Francisco" mucho antes de que el Papa Francisco fuera elegido. Pero el atractivo libro también nos dice más sobre el posible enredo del Papa Benedicto XVI con este grupo.
Meloni es capaz de rastrear, con la ayuda de varias fuentes, los acontecimientos del Cónclave de 2005 que condujeron a la elección del Papa Benedicto y quizás a su posterior dimisión. Destacaremos este aspecto en este nuevo libro, ya que muchos aspectos de la elección del Papa Francisco son ya más conocidos, y también porque los paralelismos entre las intenciones del grupo de San Gallen y la agenda del Papa Francisco son ya bastante conocidos, como tan admirablemente muestra Meloni en su libro.
La Mafia de San Gallen, como muchos lectores sabrán, era un grupo de cardenales y obispos que se reunían regularmente, a partir de 1996, en San Gallen, Suiza, para discutir su agenda de reforma eclesiástica. Lo que discutieron -desde la comunión para los divorciados y 'vueltos a casar', hasta la intercomunión, la colegialidad y la sinodalidad, la descentralización de la Iglesia, y así hasta el sacerdocio 'casado'- también estaba en la agenda del Papa Francisco. Los cardenales Karl Lehmann, Walter Kasper, Achille Silvestrini, Godfried Danneels, Carlo Maria Martini, S.J., Cormac Murphy-O'Connor y Basil Hume, por nombrar sólo a algunos, estaban entre ellos.
Meloni muestra que Martini era el líder de este grupo y que su padrino era el padre Karl Rahner, S.J., el líder del grupo revolucionario en el Concilio Vaticano II. Lo que este padrino había empezado, la mafia de San Gallen quería llevarlo a buen puerto. Curiosamente, en un libro de 2017, Para una reforma misionera de la Iglesia, editado por el padre Antonio Spadaro, S.J. y el profesor Carlos María Galli (ambos estrechos colaboradores del papa Francisco), hay una referencia directa al padre Rahner y a su llamada a una Iglesia descentralizada que parece muy cercana a la idea de crear una Iglesia "amazónica", por ejemplo. Se cita a Rahner diciendo, en 1962: "Iglesias mayores con su propia disciplina, liturgia y herencia espiritual y teológica podrían también formarse en el futuro, por 'divina providencia' [sic], digamos en África, Asia o Sudamérica".
La interconexión entre estos revolucionarios y los últimos Papas es interesante. Meloni cuenta que el cardenal Silvestrini, que dirigió el grupo de San Gallen tras la enfermedad de Parkinson del cardenal Martini, a partir de 2003, "había estado cerca de Juan Pablo II durante décadas", y que, por esas fechas de 2003, "proporcionó a la mafia información de primera mano sobre el deterioro de la salud del pontífice". Silvestrini fue también una de las últimas personas que vio al Papa antes de morir. Uno se pregunta por qué Juan Pablo II prestó tanta atención y acceso a un hombre al que él mismo destituyó de su puesto como jefe del progresista Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE) en 1993 por sus intentos de subvertir la autoridad romana. Sin embargo, Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001.
Como ya se puede ver aquí, las líneas entre los Papas "conservadores" y sus homólogos progresistas no están tan claramente trazadas.
Incluso el propio Papa Benedicto tuvo una estrecha relación con un líder del grupo, Martini. Meloni relata cómo alabó repetidamente a Martini en público a lo largo de los años. Por ejemplo, el cardenal alemán invitó a Martini a trabajar con él en la Congregación para la Doctrina de la Fe en los años 80. En 1995, dijo que, a pesar de sus diferencias, Martini le complementaba. En 2006, siendo Papa, elogió a Martini ante un grupo de jóvenes.