Intelectual agnóstico: Dios se sentó en mi regazo


Lazar Kovacs Akos es un respetado intelectual húngaro y profesor universitario. Es un estudioso del cine y, actualmente, un católico de fe firme. Ha sido presidente de la Asociación Cinematográfica Católica Húngara, es miembro de Signis (la Asociación Mundial de Comunicación Católica), habla inglés y alemán (estudió en Oxford y en Austria), además de su húngaro natal, y tiene titulaciones universitarias de filosofía, teología y cinematografía.

No siempre fue católico. Hubo un tiempo que estuvo muy alejado de la fe, investigando en la espiritualidad oriental, en el budismo, en filosofías herméticas o vitalistas... Era intelectual, se hacía preguntas, buscaba.(…)

"Yo estaba leyendo El Señor, de Romano Guardini. Estaba investigando sobre Jesús, después de un largo viaje [intelectual] sobre el budismo l
as obras de Béla Hamvas
, de todo..."

Cuando Lazar decidió centrarse en explorar la figura de Jesús, acudió a un libro muy especial. El Señor, de Romano Guardini, lo escribió este sacerdote alemán (de familia italiana) a raíz de su experiencia con jóvenes católicos inquietos en las universidades alemanas de los años 20 del siglo XX.

Lo publicó en 1937. Consiste sobre todo en meditaciones sobre aspectos de la vida de Jesús. Se suele leer "en sorbos", en fragmentos, un capítulo al día, mientras se medita lo que dice.

Experiencia mística, solo en la biblioteca

"Yo estaba sentado, solo, en la Biblioteca Széchenyi, cuando de repente quedó claro que Dios estaba allí, conmigo", describe Lazar su experiencia mística, cuando tenía el libro en las manos.

"Él me escuchaba, Él no estaba muerto y yo no estaba solo. En esta soledad total y absoluta, Él se sentó en mi regazo. O hizo que yo me sentara en su regazo. Y estallé en lágrimas. Fue el momento más feliz de mi vida, supongo", explica este intelectual.

"Diría que Dios se hartó de mis extravíos, mis luchas, mi egoísmo, y decidió tirar de la manta, sacarme de esa cosa oscura y apestosa en la que estaba", añade.

"Creo que dos minutos de felicidad [con Dios] pueden dar luz a los años de oscuridad que tuve que sufrir, la que yo mismo me preparé, y a otros a mi alrededor".

Se abre este mundo... y el que vendrá

Tener fe no le cerró la mente ni la visión, sino al contrario. "Creo que nunca el mundo estuvo tan abierto para mí como ahora. Y espero que se abrirá y ampliará aún más cuando yo muera. No tengo miedo de morir", afirma.

Se queda un momento pensativo, y se emociona sin palabras, como pensando en las cosas hermosas que piensa encontrar o reencontrar en el Cielo.

Mientras tanto, en la tierra, se siente cuidado por Dios. "Él es mi Padre en el Cielo, sabe lo que necesito, me alimenta y me sostiene. Es bueno ser hijo de un Padre así. No podría pedir más. Su misericordia con nosotros es increíble", asegura.

Y finaliza con una exhortación: "Este es mi mensaje, seamos misericordiosos unos con otros y con Dios, incluso si Él parece estar escondido. Tenemos que darle la oportunidad de que esté presente en nuestras vidas".


ReL