Una laica protesta por los abusos en la neoiglesia




La laica Verónica Cireneo publicó en septiembre en el famoso blog de Marco Tosatti una apasionada defensa de recibir la Sagrada Comunión de rodillas y en la lengua. Habla de la ternura de recibir la Comunión con las manos juntas y recuerda los tiempos en que los fieles podían llevar sus problemas frente al sagrario, cuando no era difícil ver a los sacerdotes con sotana arrodillados en oración, rosario en mano, siempre dispuestos a confesar.


Religión, no política. En aquella época, era fácil obedecer a los pastores, recuerda Verónica, "incluso cuando nos mandaban adoptar actitudes y estilos de vida contrarios a los usos y costumbres viciosos, que les habíamos confesado." Durante la misa dominical, los fieles se mantenían estables como una roca. A las mujeres se les permitía derramar algunas lágrimas durante la misa sin vergüenza, ya que el velo, signo de sumisión al Espíritu Santo, protegía esas lágrimas de las indiscreciones de los demás. El catecismo, y no la política, ocupaba el centro del escenario.


Nuevas reglas. Para Verónica, se ha vuelto imposible reconocerse en la Eucaristía del Novus Ordo, en la que -cito- pasa de todo, menos de lo que tiene que ver con la Voluntad de Dios. La Iglesia moderna parece ser un barco a la deriva e incluso perjudicial para la Fe. 

Cita a Pío X: "Cuando hayáis modernizado la Iglesia, los que estaban dentro saldrán, pero los que estaban fuera no entrarán". Ahora, como "conditio sine qua non" para participar en el rito sagrado, el clero impone a la liturgia prácticas sanitarias en lugar de piadosas.

Una abominación. Verónica califica de abominación el hecho de agarrar la Sagrada Comunión con la mano, porque a través de ella caen inevitablemente al suelo fragmentos de partículas, que son regularmente pisoteados por los fieles en la cola y soltados de debajo de sus zapatos quién sabe dónde. Cita a la mística alemana Justine Klotz, fallecida en 1984, que recibió las siguientes palabras de Cristo "Si no detenéis esta abominación, dejaré que la tierra no produzca más frutos". O a la Madre Teresa de Calcuta: "Entre los muchos males presentes en el mundo, ninguno me entristece tanto, como el de tomar la Santa Comunión con las manos".


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