Yo no rechazaré su oración —Valtorta


«No he pretendido, diciendo: diez justos, aludir a que será salvado el lugar en que haya diez justos. Pero se puede entender sin error que si diez almas justas y generosas se reúnen en oración, con fin santo, para pedir piedad para un lugar,
. ¿No he dicho que Yo escucharé las oraciones hechas por varias personas en mi Nombre? Mis palabras y mis promesas no decaen.

¿Pero serían constantes en la fe, en el sacrificio, en la pureza espiritual y en la pureza de intención las personas que se reunieran ahora para orar con esta finalidad? Si las hubiera y fueran como deben ser: verdaderos sacerdotes (son sacerdotes quienes oran por los hermanos y se inmolan) Yo las bendeciría y daría lo que se pide en mi Nombre».

Escribo esta mañana mientras le espero a usted porque ayer estaba demasiado agotada para añadir algo.

No se puede describir lo que he visto. Falta la palabra. Mientras Jesús hablaba yo veía, pero no lo puedo volver a decir, de manera que otro vea, cuanto mi mente ha visto. Podría hacer la figura de esto, incluso siendo un asno en el dibujo. Bastaría hacer tres círculos concéntricos con un punto en el medio. Pero no significaría nada. Faltaría la Luz y faltaría la intuición de las relaciones entre los tres círculos y el punto que los centra. Por ello sería un signo muerto, mientras es tan vivo, operador, beatífico.

Cierto, aunque viviera mil años, ya no olvidaré la belleza de esta visión intelectual. Me será ayuda, consuelo, fuerza, defensa, todo, en todas las circunstancias. Y es imán superpotente que me atrae a sí y me da un ansia indescriptible de alcanzarla. Me parece vivir bajo el sol. Pero ¿qué digo el sol? El sol es un astro apagado y frío respecto al Fuego divino engarzado en la profundidad del Empíreo, tan lejano y tan cercano...

Sí. Tengo la impresión de su desmesurada lejanía, a través de la cual corre todo el Universo que se moja y vive de su Luz, y al mismo tiempo siento que cada ser, el mío especialmente por bondad de Dios que me ha permitido tener esta alegría, que no tiene comparaciones, está cerca de este Punto de Vida que es Dios, y bajo su rayo que lo tiene recogido, reparado, vital, como una campana de vidrio sobre una delicadísima planta. (Y con esta banal comparación deterioro todo, pero no encuentro nada mejor).

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En fin me siento bajo el Ojo de Dios. Y es una sensación de alegría, de calor, de fuerza, de paz infinita, indescriptible, alegre. Vivir así, bajo la incomprensible Gema (¡cómo ha dicho justamente mi Maestro!) de la Belleza divina, Gema que reúne en un único insostenible Resplandor a las Tres Personas divinas y hace una Unidad de Luz Divina, es una tal bienaventuranza por la cual se anula todo lo sufrido y lo que tendré que sufrir...

Ahora entiendo realmente qué quiera decir: Paraíso. Quiere decir vivir viendo siempre ese Sol Uno y Trino.

2 de julio 

Dice Jesús:

«Escribe inmediatamente mientras que estoy aún en ti con el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad. Por esto tienes la plenitud de la Sabiduría en ti.

María vivió eucarísticamente durante casi toda la vida.

La Madre no es distinta del Hijo. No en la naturaleza humana, no en la misión sobrehumana de Redención.

El Hijo, para tocar el ápice del dolor, tuvo que sentir la separación del Padre: en el Getsemaní, en la Cruz. Fue el dolor llevado a alturas y asperezas infinitas. La Madre, para tocar el ápice del dolor, tuvo que sentir la separación del Hijo: en los tres días de mi sepultura.

Entonces María estuvo sola. Sólo le quedó la Fe, la Esperanza, la Caridad. Pero Yo estaba ausente. Fue la espada no hincada, sino traspasante, escudriñante en su Corazón. No murió sólo porque lo quiso el Eterno. Porque para la Llena de Gracia, quedar privada de la unión con su Hijo y Dios era sufrimiento tan atroz, que sin una gracia especial hubiera muerto.

Son muchas las páginas secretas que no conocéis acerca de la vida de la Purísima Corredentora. Ya os lo he dicho 46: "Los secretos de María son demasiado puros y divinos para que la mente del hombre los pueda conocer". Sólo os menciono, cuanto basta para aumentar en vosotros la veneración a la más Santa del Cielo, después de Dios.

Aquella hora dolorosísima, en el mar de dolores que fue la vida de mi Madre, consagrada al supremo dolor y a la suprema alegría desde su concepción, era necesaria para completar lo que faltaba a mi Pasión.

María es Corredentora. Por lo tanto, siendo todo en Ella inferior tan sólo a Dios, también su dolor debía ser como ningún otro dolor de criatura humana llegará a ser nunca.

Ahora continúa orando. Verdaderamente ya te lo había hecho entender, pero tu imperfección lo había confundido todo. Lo repito para claridad del Padre y tuya».

¡Y nosotros estamos bien servidos!... Veo a Jesús Maestro, vestido de blanco, al lado de la cama, donde está usted cuando confiesa.


Cuadernos Valtorta 1943