Los que aún viviendo en familia la "dejan por mi amor" —Valtorta



(…)Y bienaventurados los que florecen en manera tal de ser dignos del trasplante a mi Paraíso.page234image1683104

Éstos son aquellos para los que no se ha apagado e interrumpido la luz del espíritu. Son los fuertes que saben resistir las. corrientes humanas. Son los fieles que saben creer incluso contra las afirmaciones humanas. Son los seguros que saben continuar sintiendo el Sol incluso tras las sombras creadas por el hombre, y nada les aparta de esta certeza. Se orientan hacia la Luz como la sensible aguja de una brújula, siguen su Sol como aves migratorias. Saben dejar casa y familiares para ir al Sol de su alma.

Y no me refiero, María, a quien entra en un monasterio. Hay criaturas que aún viviendo en familia la "dejan por mi amor" más que si se metieran tras la doble reja de un monasterio. Tú sabes algo de esto y sabes cuántas lágrimas cueste "seguirme" contra la voluntad hostil de los familiares.

"Vienen a Mí" quienes saben seguir a su Rey de Amor contra el egoísmo, la burla, la incredulidad de los parientes, quienes no se turban ni enfrían ante el asalto cotidiano de los comentarios injustos y de la indiferencia religiosa de los demás. Sino que, al contrario, los sufren y se afanan por multiplicar la Luz en ellos para. llevarla al centro de su familia oscurecida, se extenúan tutelando los intereses de Dios en el seno de la primera de las sociedades humanas: la familia, y llegan a donarme su vida con tal de lograr la Vida para los muertos de su familia: los muertos de espíritu.

¡Oh! ¡benditos! ¡bienaventurados! ¡heroicos hijos míos! Sé lo que quiere decir ir contra el dulce vínculo del amor y la áspera cadena del prejuicio familiar para romperlos y seguir la orden del Señor. Lo sé. Lo recuerdo. Y recompenso con un premio especial a los escondidos mártires del egoísmo familiar y del amor familiar, a los santos mártires de mi Amor, poderoso en ellos como la muerte y que les funde como un fuego.

La frase del Cantar: "Por la noche en mi lecho busqué el amor de mi alma sin encontrarlo" debe leerse así sobrenaturalmente:

Muchas veces y por distintos motivos llega la noche para el alma. Las necesidades de la vida, que a menudo convertís en "afanes de la vida", crean sombras crepusculares, a veces tan profundas que se parecen a una noche sin estrellas. Para probar vuestra constancia, la voluntad de Dios suscita entonces otras tinieblas nocturnas. Durante estas oscuridades "el amor de vuestra alma" se retira.

El alma, a no ser que esté completamente muerta, ama espontáneamente a Dios su Creador. Esta llama vuestra, escondida entre las opacas barreras de la carne, tiende con nostalgia al Reino del 14 oct. que vino y suspira por la unión con su Origen, aunque no os deis cuenta. Sobre la tierra el alma se encuentra perdida entre extraños y busca la cercanía del Único que le da seguridad: Dios.

Cuando Dios se retira por vuestra desidia, porque habéis creado la noche con vuestros afanes humanos, el alma sufre. Primero le viene como un aturdimiento. Pero después llega el momento en que se despierta de nuevo y entonces busca a "su amor" y sufre al sentirlo lejos por culpa de su relajación que ha permitido predominar a la carne con sus preocupaciones sin valor alguno.

En cambio, cuando es Dios quien se retira de un espíritu para probarle y permite que la noche le envuelva, entonces este espíritu vigilante se da cuenta enseguida de que su Amor le ha dejado y se levanta de golpe para buscado, y no encuentra paz hasta que no lo haya alcanzado y estrechado contra su corazón.

Este espíritu, que ha penetrado la Luz, opone a los afanes de la tierra el único afán que deberíais tener: "el de la búsqueda de Dios". Santo afán del alma enamorada, a la que corresponde el divino afán de Dios enamorado de las almas de sus criaturas hasta el punto de darse a Sí mismo para su salvación.

Ya sea que hayáis perdido mi cercanía por vuestra culpa o por mi voluntad, sabed imitar a la esposa del Cantar. Salid sin demora, buscad sin cansancio y sin titubeos, sin temor.

Si la lejanía depende de vosotros, sería vergonzoso que no tratarais de haceros perdonar siendo pacientes e insistentes en la búsqueda. Si depende de Dios, sería ofensivo que mostrarais impaciencia humana y con ésta casi reprocharais a Dios que es incensurable.

Y ni siquiera debéis tener temores. Cuando uno busca a Dios, Dios, aunque esté escondido, vela sobre él. Por eso el mundo no puede hacer ningún "verdadero" mal al buscador de Dios. Aunque se ensañe con burlas o persecuciones, pensad siempre que estas cosas tienen una duración relativa mientras que el fruto de vuestro valeroso amor no perecerá jamás.

Cuando vuestras amorosas búsquedas os concedan, al fin, reuniros con el amor de vuestra alma, estrechaos contra él con un abrazo cada vez más fuerte hasta que se convierta en fusión total e indisoluble entre vosotros y él.

Mira, pequeña esposa mía, cuando se ha llegado a este punto Jesús no se separa nunca. Basta que tú dirijas la mirada del espíritu para verme cerca. Tal como un esposo enamorado que deambula por la casa nupcial y basta que la esposa se vuelva o se asome a la puerta para vede cerca de sí o en la habitación de al lado.

¿No es agradable todo esto? ¿No te da tanta seguridad, tanta paz y consuelo?

Pues todavía no es nada. Cuando Yo atraiga tu alma, desde tu pequeña casa y de la frágil morada de carne en que está encerrada, a la morada eterna, te darás cuenta de lo que es la bienaventuranza del amor. La alegría de ahora es como una gota de miel comparada con el río de dulzura que verteré sobre ti».


142 En el escrito del 1° de julio


Cuadernos Valtorta 1943