Por qué cuestiono las acciones de Bergoglio —Mons ICS



Monseñor ICS a Tosatti.

¿Es posible y admisible el abuso de poder de un vicario de Cristo?

Me han preguntado en varias ocasiones por qué cuestiono las acciones de Bergoglio.

En los últimos años, en mi función oficial, he sido cuestionado por parte de exponentes del mundo católico, que antes de 2013 podían definirse como conservadores, por la firmeza con la que acostumbro a abordar cuestiones de doctrina, especialmente la Doctrina Social de la Iglesia.

Yo diría que en los últimos ocho años el significado de clericalismo y anticlericalismo ha cambiado radicalmente; hoy clérigos y laicos católicos están clericalizados, en el sentido de obediencia ciega y absoluta al pontífice de turno.

La alternativa es la marginación o ser intervenido y puesto bajo investigación.

¿Se puede vivir con miedo en el interior de la Iglesia? Miedo a hablar de Dios, incluso miedo a rezar.

Chesterton escribió, refiriéndose a san Pedro crucificado al revés, que “Pedro sigue siendo Pedro para la humanidad, aunque al revés Él sigue dominando Europa hoy en día y millones de cristianos sólo respiran en su Iglesia”.

Por desgracia, Chesterton ya no escribiría esto hoy, sino que hablaría del “abuso de poder” del sucesor de Pedro.

Abuso de poder significa ejercer el propio rol en forma ilegítima, anulando el derecho subjetivo de los que deben conformarse.

Los Evangelios y los Mandamientos son la ley y el derecho subjetivo de un católico a vivirlos.

Hoy asistimos impotentes a la erosión de la Verdad de Cristo Resucitado; hoy vemos a gran parte de la Iglesia imitar a los trabajadores sociales e invitar a los fieles a hacer lo mismo, ocupándose de la miseria material en lugar de la espiritual y sustituyendo la caridad cristiana por una errónea solidaridad social, donde la fe se disuelve en una forma de humanismo sin Dios, pero políticamente correcto (desigualdades, emigraciones, medio ambiente).

La apologética está siendo sustituida por la “ambientalismo” y los dogmas son ridiculizados y rechazados, porque se los considera anticuados por parte de los católicos adultos que ahora dirigen esta Iglesia.

Y demasiados de los tradicionalistas de ayer consienten por cobardía e ilusión de autoconservación.

Desde hace ocho años vivimos en una pesadilla de abuso de poder que no satisface el corazón, no satisface la inteligencia, sino que quita toda esperanza y priva al mundo de la visión de la luz eterna.

Hoy la Iglesia no tiene los numerosos problemas que siempre ha tenido en su historia.

Hoy sólo tiene un problema real que, seamos sinceros, no sabemos cómo afrontar y resolver.

 

Monseñor ICS

 

trad. por José Arturo Quarracino