Revelaciones de COLINA DEL BUEN PASTOR
CARBONIA 28 de febrero de 2022 Carbonia: 06 de febrero de 2017
Los tambores de la muerte retumban, muchas ciudades serán pronto arrasadas, los hombres caerán bajo los golpes de los torturadores, la muerte reina en todas partes, y sin embargo el hombre quiere permanecer en su ceguera.
Mi querida hija, ¡aquí estoy de nuevo para dictarte mi mensaje al mundo!
Soberanos de todas las naciones, os pido que traigáis la paz al mundo, no seáis insensatos. Todo lo que hagáis, en el mal, a vuestros hermanos, lo asumiréis vosotros mismos.
Poned fin a las guerras, compartid vuestros bienes con vuestros hermanos necesitados, respetad las Reglas de Dios, ¡oh hombres! Poneos en el camino de la Salvación.
El estruendo es inminente, el cielo pronto estará cubierto de hollín, no veréis ni un centímetro de vuestras vidas. Poned vuestros corazones en pureza, oh hombres, porque el adversario hará pedazos a todas las almas que no estén protegidas por Mí.
Este tiempo que está por venir será de desesperación para aquellos que no han hecho caso a Mis mensajes, los que Mis profetas os predican.
Hijos míos, que esta llamada mía sea tenida en cuenta por vosotros.
Prestad atención a las señales, mirad a vuestro alrededor, la destrucción está en todas partes. Todo lo que os anuncio a través de mis profetas está ante vuestros ojos, pero no queréis admitir que es verdad; sois demasiado orgullosos y esto os hará sufrir mucho.
La Verdad reclama a sus hijos, los llama con palabras de amor, les pide la conversión, el reconocimiento de sí misma. Exige del hombre un sincero arrepentimiento por sus pecados, para que a través de su perdón encuentre la salvación.
Los tambores de la muerte retumban, muchas ciudades serán pronto arrasadas, los hombres caerán bajo los golpes de los torturadores, la muerte reina en todas partes, y sin embargo el hombre quiere permanecer en su ceguera.
Tened cuidado hijos míos, ya no hay más tiempo, arrodillaos ante la CRUZ y postrados ante Jesús el Salvador, pedidle perdón con el corazón contrito, no esperéis a ser arrastrados por la gran tormenta.
Cubríos volviendo a mí.
Dios salva.