Explicación del Apocalipsis --Cuadernos Valtorta 1943



(…) La Tierra, de la que estáis tan orgullosos y tan feroces, no es más que uno de los polvillos rotantes en el infinito, y no el más grande. Pero ciertamente es el más corrompido. Vidas y vidas pululan en los millones de mundos que son la alegría de vuestra mirada en las noches serenas, y la perfección de Dios os aparecerá cuando podáis ver, con la visión intelectual del espíritu unido nuevamente a Dios, las maravillas de esos mundos.

¿No es acaso la Tierra la gran meretriz que ha fornicado con todas las potencias de la tierra y del infierno, y los habitantes de la Tierra no se han prostituído a sí mismos: cuerpos y almas, con tal de triunfar en el día de la tierra?

Sí que es así. Los delitos de la Tierra tienen todos los nombres de blasfemia, como los tiene la Bestia con la que se han aliado la Tierra y sus habitantes con tal de triunfar. Los siete pecados están como ornamento horrible sobre la cabeza de la Bestia que transporta Tierra y terrestres a los pastos del Mal, y los diez cuernos, número metafórico, están para demostrar las 'infinitas infamias cumplidas con tal de obtener, a cualquier precio, cuanto quiere su feroz codicia.

¿Acaso no está la Tierra empapada de la sangre de los mártires, ebria por este licor santo que bebido por su boca sacrílega se ha transformado en filtro de embriaguez maldita? La Bestia que la lleva: compendio y síntesis de todo el mal cumplido desde Adán en adelante con tal de triunfar en el mundo y en la carpe, trae detrás de sí a quienes, adorándola, se harán reyes de una hora y de un reino maldito. Sois reyes como hijos de Dios, y es reino eterno. Pero os hacéis reyes de una hora y de un reino maldito cuando adoráis a Satanás, el cual no puede daros más que un efímero triunfo pagado a precio de una eternidad de horror.

La Bestia -dice Juan- fue y no es. Así será al final del mundo. Fue, porque realmente ha existido; no es porque Yo, Cristo, la habré vencido y sepultado porque, entonces, ya no será necesaria para los triunfos del mundo 92.

¿No está la Tierra sentada sobre las aguas de sus mares y no se ha servido de éstos para dañar? ¿De qué no se ha servido? Pueblos, naciones, razas, confines, intereses, alimentos, expansiones, todo le ha servido para fornicar y cumplir desaforados homicidios e iscarióticas traiciones. Sus propios hijos, nutridos por ella con sangre de pecado, cumplirán la venganza de Dios sobre ella, destruyéndola, destruyéndose, llevando la suma de los delitos contra Dios y contra el hombre al número perfecto que exige el retumbar de mi: "¡Basta!".

La sangre de los mártires y de los profetas hervirá en esa hora, perfumando mi trono con agradable olor grato, y los terrones de la tierra, que han recogido los gemidos de los asesinados por odio hacia Mí recibiendo sus últimas sacudidas, lanzarán un gran grito hecho de todos esos santos gemidos y temblarán de convulsión de angustia, sacudiendo las ciudades y las casas de los hombres en las que se peca y mata, y llenando la bóveda de los Cielos de voz que clama Justicia.

Y habrá Justicia. Yo vendré. Vendré porque soy Fiel y Veraz. Vendré a dar Paz a los fieles y Juicio santo a los vividos. Vendré con mi nombre cuyo sentido tan sólo es conocido por Mí y en cuyas letras están los atributos principales de Dios de quien soy Parte y Todo.

Escribe: Jesús 93: Grandeza, Eternidad, Santidad, Unidad. Escribe: Cristo: Caridad, Redención, Inmensidad, Sabiduría, Trinidad, Omnipotencia (de Dios condensada en el nombre del Verbo humanado). Y si te parece que falte algún atributo, piensa que la Justicia está comprendida en la santidad, porque quien es santo es justo, la Realeza en la grandeza" la Creación en la omnipotencia. Por eso en mi nombre están proclamadas las alabanzas de Dios.

Nombre santo cuyo sonido aterra a los demonios. Nombre de Vida que das Vida, Luz, Fuerza a quien te ama e invoca. Nombre que es corona sobre mi cabeza 94 de vencedor de la Bestia y de su profeta que serán presos, clavados, sumergidos, sepultados en el fuego líquido y eterno cuya mordaz crueldad es inconcebible para el sentido humano.

Entonces será el tiempo de mi Reino de la Tierra. Por ello habrá una tregua en los delitos demoníacos para dar tiempo al hombre de volver a oír las voces de cielo. Quitada de en medio la fuerza que desencadena el horror, descenderán como cascadas de gracia, como ríos de aguas celestes, de las grandes corrientes espirituales, para decir palabras de Luz.

Pero del mismo modo que a lo largo de los siglos no recogieron las Voces aisladas, comenzando por la del Verbo, que hablan de Bien, los hombres estarán sordos, siempre sordos, menos los señalados por mi signo, mis amigos dilectísimos atentos a seguirme, sordos a las voces de muchos espíritus, a las voces semejantes al rumor de muchas aguas que cantarán el cántico nuevo para guiar a los pueblos al encuentro con la Luz y sobre todo a Mí: Palabra eterna. Cuando se haya cumplido la última tentativa 95, Satanás vendrá por última vez y encontrará seguidores en los cuatro rincones de la tierra, y serán más numerosos que la arena del mar.

¡Oh! ¡Cristo! ¡Oh! ¡Jesús que has muerto para salvar a los hombres! Sólo la paciencia de un Dios puede haber esperado tanto, haber hecho tanto, y haber obtenido tan poco sin retirar a los hombres su don y hacerles perecer mucho antes de la hora señalada. Sólo mi Paciencia que es Amor podía esperaros, sabiendo que, como arena que se filtra por una sutilísima criba, escasamente algún alma llegaría a la gloria respecto de la masa que no sabe, que no quiere filtrarse a través de la criba de la Ley, del Amor, del Sacrificio, para alcanzarme.

Pero en la hora de la venida, cuando, como Dios, Rey y Juez, Yo venga para reunir a los elegidos y maldecir a los réprobos, arrojándoles allí donde el Anticristo, la Bestia y Satanás ya estarán para siempre, tras la suprema victoria de Jesucristo, Hijo de Dios, Vencedor de la Muerte y del Mal, a estos elegidos que han sabido permanecer "vivos" en la vida, vivos en el espíritu esperando nuestra hora de triunfo, les daré la posesión de la morada celeste, les daré a Mí mismo sin pausas y sin medida.

Aspira a esa hora, María. Llámala y llámame con todas las fuerzas de tu espíritu. He aquí, ya vengo cuando un alma me llama. Junto al Amado que vio desde la Tierra la gloria del Cordero, Hijo de Dios, la gloria de su y de tu Jesús, di, con cada latido de tu corazón: "Ven, Señor Jesús"».


92 En una copia dactilográfica, la escritora anota a pie de página, a lápiz: Después de la derrota del Anticristo y la destrucción de Babilonia

 93 En el original italiano se lee "Gesú" (NdT)

94 Como arriba, la escritora anota: en el período de paz que precede el juicio

95 Como arriba, la escritora anota: La tentativa de la paz después de los castigos, de la evangelización espiritual

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22 agosto 1943