Martes, 8 de enero de 2013
Mi querida hija, cuando deseo preparar al mundo para mi Segunda Venida, debo pedir que todos mis seguidores confíen en mí, completamente.
Yo los amo.
Siempre responderé a sus oraciones, para mitigar los actos malvados, que están siendo planeados en el mundo por los enemigos de Dios.
Yo os protejo, mis amados seguidores.
Aunque nunca podría ocultaros la verdad debo advertiros contra las profecías inexactas, que están siendo entregadas por los falsos profetas en el mundo en este momento, y que crean terror en los corazones de las almas.
La mano de Mi Padre, como te he dicho antes, caerá sobre esas personas malvadas, cuando traten de llevarse a los hijos de Dios de la Tierra antes de que sean aptos para entrar en Mi Reino.
Nunca debéis permitir que el miedo destruya la esperanza, o que el terror destruya el amor.
El amor destruirá el mal.
El amor aumentará en el mundo y se extenderá por la gracia de Dios, en respuesta a las oraciones de sus hijos.
No escuchéis las afirmaciones exageradas que podáis oír sobre el final de los tiempos.
No permitáis que tales historias, muchas de las cuales son ficción, os perturben o asusten.
Yo, Jesucristo, en Mi Misericordia, destruiré el mal, ya que nunca abandonaré las almas.
Dios es amor.
El poder de Dios es omnipotente.
Dios es misericordioso.
Nunca lo olvidéis.
Rezad, rezad, rezad, pues no debéis permitir que vuestros corazones se turben cuando la oración puede mitigar gran parte del mal en el mundo.
Entregaos a mí con amor, esperanza y alegría y yo os quitaré todos los miedos y preocupaciones innecesarias.
Cuando os preparáis para una gran celebración siempre estáis alegres y emocionados.
Y, aunque antes del gran día se produzcan muchos trastornos y contratiempos difíciles, todo se olvidará cuando amanezca el día tan esperado.
Así es como debéis ver mi Segunda Venida.
Aunque el mal que presenciaréis en los preparativos os asustará y disgustará, será de corta duración, pues pronto todo habrá sido olvidado.
Estad en paz.
Nunca perdáis la esperanza en mi gran misericordia.
Nunca abandonaré a los que me aman.
Vuestro Jesús