Extracto del Libro del Cielo —Piccarreta









“Hija, también la gente que se dice devota, mira cuántas ofensas me hacen, aun en los lugares más santos, al recibir los mismos Sacramentos, en vez de salir purificados salen más enfangados”.

(200) ¡Ah! Sí, cuánta pena daba a Jesús ver gente que comulgaba sacrílegamente, sacerdotes que celebraban el Santo Sacrificio de la misa en pecado mortal, por costumbre, y algunos, da horror decirlo, por fines de interés.

 ¡Oh! Cuántas veces mi Jesús me ha hecho ver estas escenas tan dolorosas. Cuántas veces mientras el sacerdote celebraba el Sacrosanto Misterio, Jesús es obligado a bajar, porque era llamado por la potestad sacerdotal, a las manos del sacerdote, se veían aquellas manos que goteaban podredumbre, sangre, o bien estaban sucias de fango. 

¡Oh! Cómo daba compasión el estado de Jesús, tan santo, tan puro, en aquellas manos que daban horror el sólo mirarlas, parecía que Jesús quería huir de aquellas manos, pero era obligado a permanecer hasta que se consumían las especies del pan y del vino. A veces, mientras permanecía ahí, con el sacerdote, al mismo tiempo se venía apresuradamente a mí y se lamentaba


Libro del Cielo, Vol I