Encuentro de las Familias: normalizar la cohabitación



ENCUENTRO DE LAS FAMILIAS

Familias normales: Avvenire hace un guiño a los que cohabitan

Encuentro de las familias con el Papa. También hay un testimonio de una pareja que cohabita y que después de tres hijos se casará. Avvenire se exalta y comienza con la normalización de la cohabitación, sugiriendo que sólo es un problema de acogida por parte de la Iglesia. Que alguien le explique al diario de los obispos la diferencia entre normalidad y situaciones comunes. 


Que alguien le explique a Luciano Moia y a los redactores de Avvenire la diferencia entre algo normal y algo común, porque no son sinónimos. Presentar la convivencia de una pareja con hijos como una nueva normalidad es una operación bastante incorrecta. Limitarse, en cambio, a fotografiar una realidad que ya es común, como la de los que deciden no casarse, es algo totalmente distinto.

En el encuentro de las familias con el Papa se vio a las familias como testigos de una vida cristiana entregada, estaban también -conmovidos y hermosos como los que se saben frente a la santidad- los padres de Chiara Corbella, que presentaron al Papa Francisco la figura de esposa y madre del Siervo de Dios que murió renunciando al tratamiento, para no someter al niño en su vientre a la terapia invasiva para él. Pero el parterre de parejas presentadas también incluía a una pareja que cohabita y que se casará dentro de unos meses.

Por Dios, no hay nada que disquisir sobre la gracia que asoma en el tortuoso y difícil camino que puede llevar a un hombre y a una mujer a elegir la vía del matrimonio después de tres hijos y muchos años de convivencia, pero el planteamiento de Avvenire es ahora el de quien quiere asombrar presentando como normales ciertas situaciones de irregularidad, para hacer pasar desapercibido un concepto preciso.

El concepto que pasa es que la convivencia, al fin y al cabo, es una normalidad diferente, como informa el título del artículo, con esas comillas puestas ahí sólo para hacer un guiño al lector: Acogida, traiciones y perdón. La fiesta de las parejas "normales". Básicamente, el sentido de todo el artículo es que no hay familias ejemplares o familias modelo porque "nadie lo es".

En cambio, es el modelo que nos hace seguidores de un proyecto de vida que nos fascina. Si no hay modelos ni ejemplos, ¿por qué empezar una familia con un matrimonio que se espera sea sólido y fructífero? Podríamos seguir viviendo juntos. Chiara Corbella es un modelo, y decirlo, sobre todo en una reunión para familias, no es ningún pecado. Por el contrario, tal vez estos encuentros tengan sentido si apuntan a modelos, que todos necesitamos, los convivientes para convertirse y los casados para confirmarse. Pero es tabú hablar de esto porque hoy está de moda ser líquido hasta en los afectos, así que nadie es un modelo.

Puede ocurrir, por tanto, que como nadie es un modelo, tomemos también el testimonio de una pareja que no es una familia, pero que es "elevada" a familia in pectore en virtud de una promesa que, sin embargo, es futura.

Su historia, en la que el periódico de los obispos se detiene mucho en comparación con el resto de las historias, es reveladora de una trayectoria, pero también de una queja, de esas que tanto le gustan a Moia. En efecto, este último parece querer citar "la dificultad de encontrar una comunidad que nos apoye con los brazos abiertos por lo que somos, lo que nos ha alejado aún más de la Iglesia", lo que, leído así, da la impresión de que ahora es culpa de la Iglesia si los convivientes no se sienten aceptados y, por tanto, está justificado que se alejen. Después de la Operación Familias Arco Iris, ¿debemos esperar también una campaña para normalizar la cohabitación como vida familiar?  Y sin embargo, parece que vemos el mismo mecanismo de culpabilidad: la Iglesia no quiere aceptar nuestra normalidad, por lo que nos sentimos excluidos por culpa de la Iglesia, ciertamente no de nosotros, que en cambio tenemos la razón.

Con esto en mente, se hace normal llamar entre los testimonios de las familias, a los que no son ni han sido familias hasta ahora. Lo cual puede ser común ahora, pero no es normal. En resumen, están en camino, tarde o temprano se decidirán, y si no se deciden, démosles la bienvenida de todos modos.

Aquí viene la incapacidad de no saber la diferencia entre una cosa normal y una cosa común. Lo normal es lo que sigue la regla y la norma, lo común es lo que ya está generalizado y extendido, que se refiere a más de una persona o cosa, y que no sigue necesariamente la norma, es más, a veces rompe con ella. Sin embargo, palabras como norma y regla hoy en día huelen a rigidez y a mente cerrada, aunque luego se haga todo lo posible por incluir en la norma lo que está en contra de ella.

Quizás, pensándolo bien, ciertas operaciones editoriales de Avvenire se hacen precisamente para normalizar lo que ya es de dominio público, pertenezca o no a una dictadura de la mayoría. ¿Quieres ver que en realidad en Avvenire conocen muy bien la diferencia?



trad por religionlavozlibre de la NuovaBussolaQuotidiana