El reino del terror de Fauci cambió América para siempre

 

(Natural News) Los libros de historia están llenos de perfiles de hombres malvados que querían ser Dios. En este sentido, Anthony Fauci no es nada especial. Pero sus hagiógrafos están en este mismo momento en plena actividad. Están trabajando para asegurar que la posteridad recuerde a Fauci como él quiere ser recordado: como un hombre benévolo e infalible, un santo, y no el charlatán luciferino que realmente es. Que los vivos den testimonio de la verdad antes de que sea enterrado.

Anthony Fauci es responsable de una miseria humana incalculable. La distopía deshumanizada en la que vivimos desde marzo de 2020 es su creación. Las flechas estúpidas pintadas en el suelo, los rostros amordazados y anónimos, los seres humanos que se dejan morir solos en lúgubres habitaciones de hospital: esto es el verdadero legado de Fauci. Él hizo el mundo más estúpido, más bajo, más solitario y menos libre.

Todo esto estaba previsto. Como explicó Fauci en un revelador artículo de septiembre de 2020, la civilización está madura para un reinicio "radical". Es necesaria una "transformación" en el comportamiento humano que "tardará décadas en lograrse" y que supone "reconstruir las infraestructuras de la existencia humana."

La prepotencia de Fauci sería divertida si no fuera tan destructiva. Desde su podio en las noticias por cable, Fauci declamaba imperiosamente sobre todos los asuntos de la vida pública, privada y espiritual. Nada estaba fuera de los límites en su cruzada de "contención". En todo ello, Fauci ocultó su despótica ambición con una máscara de falsa modestia. Se contradecía constantemente, pero exigía igualmente una fe ciega en cada una de sus declaraciones. Incluso se jactaba de mentir al pueblo, por su propio bien, claro.

En retrospectiva, debería haber sido fácil detectar el mal. Fauci, un hombre diminuto con un ego que domina el mundo, pertenece a un tipo humano conocido. Al igual que sus predecesores, es `grandioso´, orgulloso, un ideólogo autodenominado "humanista" cuya utopía personal es una prisión sombría y misántropa. En el mundo de Fauci, el infierno son los demás. Los seres humanos son sacos de carne que emiten gérmenes. No existe Dios. La única fe que vale la pena tener es en la "ciencia", que, resulta, en realidad significa la fe en hombres como Fauci.

Como muchos dioses, Fauci cambia de forma. Un día es un siervo incansable que hace milagros; al siguiente, es un observador impotente de su propia obra. Fauci quiere que el mundo sepa que las medidas totalitarias que impuso salvaron innumerables vidas, y que el daño causado por ellas no es culpa suya. No fue Fauci quien destruyó la confianza en la "ciencia", sino sus críticos. A su favor, hay una lógica simple y poderosa aquí: Fauci es "ciencia". Los que lo cuestionan están corrompiendo a los fieles.

Fauci es tan clásicamente malvado que uno puede encontrar su carácter descrito con perfecta claridad en la profecía bíblica. Es el tonto que se hace pasar por sabio, el falso maestro que seduce con mentiras a los oídos de la multitud. Su seductor dominio sobre millones de personas es un juicio sobre nuestra era de "ilustración" y "progreso".

La era de Fauci no es progresista ni científica ni humana: todo lo contrario, es regresiva, supersticiosa y bárbara. Los pueblos más primitivos del mundo tienen ritos funerarios. En el mundo de Fauci, incluso esta observancia tan sagrada se interrumpía. Los niños, el futuro, fueron sacrificados a su vanidad.

Si podemos agradecerle algo a Fauci, es el don de la claridad. Una América más varonil y civilizada habría alquitranado y emplumado a este hombre hace mucho tiempo, en lugar de dejarse seducir por sus reflexiones chamánicas. Sin embargo, vivimos en tiempos de decadencia. El hombre occidental de hoy es un cobarde débil, enervado y sugestionable.

El culto a Fauci, en el fondo, era la negación de la mortalidad. Como todos los tiranos de éxito, Fauci aprovechó al máximo la debilidad del hombre para sus propios fines. A un coste inmenso, prometió a sus discípulos el falso bien de una muerte retrasada. Los covidianos, al igual que su delirante líder, nunca serán desengañados de su creencia en eso que llaman "ciencia" y en la rectitud de su insensata rebelión contra la naturaleza. Cuando llegue el momento, estarán listos para hacerlo todo de nuevo.


https://www.naturalnews.com/2022-08-28-faucis-reign-of-terror-changed-america-forever.html