Su Santidad:
En agosto de 2018, le escribí una carta para abordar la crisis de depredación sexual que está destruyendo nuestra Iglesia. Como se cita en mi carta del 28 de agosto de 2018, yo mismo soy víctima de un sacerdote homosexual depredador. El padre Lawrence Cozzi abusó de mí hace 40 años este mes. El padre Cozzi también abusó de otros jóvenes en el curso de su sacerdocio, como se verificó con otras víctimas.
El padre Cozzi hace tiempo que murió, pero su malvado legado perdura en víctimas como yo, que llevamos las cicatrices que sufrimos por las heridas que nos infligió. En mi caso, fui sodomizado a la fuerza por este hombre. Esta información fue documentada y enviada a usted personalmente en una carta hace cuatro años. También se envió una copia de esta carta a nuestro nuncio papal en Estados Unidos, Christophe Pierre.
Nunca recibí una respuesta de usted, nuestro Papa. Tampoco recibí una respuesta de nuestro nuncio papal en Estados Unidos, a pesar de que soy un sacerdote válidamente ordenado que ha trabajado durante décadas administrando los sacramentos de la Iglesia.
Puedo vivir como víctima de la depredación sexual clerical sin una respuesta directa de usted como nuestro Santo Padre, pero lo que ya no puedo soportar es la complacencia de nuestros obispos, que son los encargados de solucionar el problema pero no hacen más que hablar de boquilla mientras no actúan.
Hay que acabar con la depredación sexual del clero, de una vez por todas.
Informe especial: El diablo en Roma
Un caso de este tipo ha salido recientemente a la luz en los medios de comunicación estadounidenses. En concreto, se ha informado de que el obispo Robert W. McElroy de San Diego, California, después de ser instalado como ordinario, reintegró al padre Jacob Bertrand al ministerio activo. El obispo McElroy reintegró a este sacerdote a pesar de que confesó a las autoridades eclesiásticas su violación ritual satánica de Rachel Mastrogiacomo.
Lo que fue particularmente atroz para Rachel y otras víctimas del P. Bertrand fue cómo el Obispo McElroy, con pleno conocimiento de lo que este sacerdote había confesado, puso al sacerdote de nuevo en una parroquia. Rachel tuvo que presentar cargos penales contra Bertrand antes de que el obispo McElroy retirara al sacerdote depredador en 2016.
Otras víctimas y yo estamos profundamente escandalizados por la reincorporación del P. Bertrand por parte de McElroy. Con esta oscura nube de dudas que se cierne sobre San Diego, no tiene sentido para mí -como sacerdote y víctima de la depredación sexual- que el P. McElroy sea elevado, a finales de esta semana, al Colegio de Cardenales. La elevación en esta coyuntura es, en el mejor de los casos, prematura hasta que se respondan estas graves preguntas para los fieles.
Que Dios bendiga a Su Santidad con buena salud y una larga vida.
Sinceramente,
Rev. Paul John Kalchik