Hollerich: hay que doblegar los principios morales absolutos




Ahora también L'Osservatore Romano abraza a la Iglesia gay y secularizada


En una larga entrevista con el diario vaticano, el cardenal Hollerich, presidente de los obispos europeos, teoriza una "Iglesia que no discrimina", en la que ya no hay ni siquiera necesidad de convertirse: borrado el pecado, original y presente, todo lo que existe es bueno. Y por supuesto que es bueno bendecir las uniones homosexuales. Para que quede claro: la entrevista con Hollerich, así como la anterior con Zuppi, no es una opinión personal, sino que pretende indicar el camino establecido en la cúpula.

El cardenal Jean-Claud Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, expresó sus ideas sobre la Iglesia de hoy y del futuro en una larga entrevista concedida a L'Osservatore Romano que Vatican News tituló "La Iglesia debe cambiar, nos arriesgamos a hablar con un hombre que ya no está". Hollerich es hoy un cardenal muy importante. Preside la COMECE, el organismo episcopal de los países de la Unión Europea; es vicepresidente del Consejo de Obispos Europeos, y es el Relator General del Sínodo sobre la Sinodalidad. En efecto, es un hombre clave en la Iglesia del Papa Francisco.

De esta entrevista con él, y de la que el diario vaticano publicó hace un mes con el cardenal Zuppi, que hemos comentado aquí, surge el "¿qué hacer?" eclesial y pastoral de nuestro tiempo. Las mega-entrevistas de este tipo en L'Osservatore responden a una función política, sirven para que el entrevistado diga lo importante que cree que es confirmar una línea u oponerse a ella. Esto no significa que sean menos importantes, de hecho lo son más, porque no expresan opiniones personales sino el camino que se ha establecido en la cúpula.

En lo que respecta a este camino, en primer lugar, pongamos el corazón en blanco en un punto concreto: habrá bendiciones de parejas homosexuales en la iglesia, estarán permitidas e incluso reguladas. Lo que han hecho los obispos flamencos se convertirá en norma para todos (por eso es fácil pensar que la iniciativa no ha partido de ellos). Hollerich lo dice como "pastor": "Hace unas semanas conocí a una chica veinteañera que me dijo 'quiero dejar la Iglesia porque no acepta a las parejas homosexuales'; le pregunté '¿te sientes discriminada por ser homosexual?' y me contestó: '¡No, no! Yo no soy lesbiana, pero mi mejor amiga lo es. Conozco su sufrimiento y no pienso formar parte de los que la juzgan". Esto - concluye el cardenal - me ha hecho reflexionar mucho". (¿Será verdad la historieta?NT)

A continuación, afirma que las personas homosexuales no han elegido su orientación sexual, que no son "manzanas podridas", que cuando Dios vio la creación dijo que era buena, por tanto: "No creo que haya lugar a un matrimonio sacramental entre personas del mismo sexo, porque las uniones entre personas del mismo sexo carecen del carácter procreativo del matrimonio, pero esto no significa que su relación afectiva no tenga valor". Bendecir a una pareja del mismo sexo es algo bueno, porque Dios no maldice a nadie.

Una Iglesia que no discrimina es la propuesta del cardenal Hollerich para la misión de la Iglesia en el mundo actual. Una Iglesia que anuncia el Evangelio de forma radical: "Estamos llamados a anunciar una buena noticia, no un conjunto de reglas y prohibiciones". Una Iglesia que quiere anunciar el Evangelio "principalmente a través de su compromiso en el mundo con la protección de la creación, con la justicia, con la paz". En el mundo actual, dice, no se recibe lo que se dice sino lo que se testimonia. Según él, la encíclica Laudato sì' es entendida y apreciada incluso por los no creyentes porque es la proclamación de un "nuevo humanismo", que no es una propuesta política sino evangélica.

La de Hollerich es la propuesta de la Iglesia hoy: "Partir de la realidad, esa realidad que nos ve a todos como criaturas e hijos del mismo Padre". La realidad, sin embargo, no es lo que debería ser, y partir de la realidad puede significar también partir de algo corrupto y desviado. Si por realidad entendemos lo existente, partir de lo existente es insuficiente, la fraternidad se fundamenta en la verdad y no en el mero ser, se necesita una mirada discriminatoria, una luz valorativa previa. Por lo tanto, el punto de partida no es desde lo existente, sino desde lo eterno, que luego da luz a lo existente porque nos impide caer en sus trampas.

La Iglesia de Hollerich ha metabolizado completamente la secularización, que se considera positiva e irreversible. Esto significa aceptar la mera existencia como normal, negando la posibilidad de una situación caída. La bendición de las parejas homosexuales significa la bendición de lo existente simplemente porque existe. Como si el pecado, tanto el original como el presente, ya no existiera. También supone dos novedades importantes en la Iglesia actual: la primera es que se puede y se debe colaborar con todos; la segunda es que hay que doblegar los principios morales absolutos para no ser divisivo. 

No colaborar con todos y ser divisivo significaría de hecho ser discriminatorio, y la Iglesia actual piensa que ya no puede serlo.

Lo existente muestra los "cambios antropológicos" en los que Hollerich insiste con gran preocupación, subrayando que ya no son sólo culturales sino que ahora son físicos y genéticos. 

Pero con el criterio de no discriminación del existente, ¿cómo es posible -uno se pregunta- contrarrestar un existente tan revolucionario, imponente y que cambia tan rápidamente? ¿Cómo no ver en los cambios antropológicos del nuevo Adán, los resultados extremos de esa secularización que la Iglesia de hoy acepta y acoge como positiva, para no discriminar a la humanidad secularizada? Es decir, la humanidad que ya no existe.