Huye de las distracciones de la tierra, aíslate Conmigo —Valtorta



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)Nada te turbe. Sigue apoyada en Mí. Quédate así hasta el final, y tu pasaje será dulce y luminoso, como la salida de un camino semioscuro y difícil y la entrada en un prado florido y lleno de sol y de canto de pájaros. En verdad, para quien amando ha merecido la posesión 
del Cielo, la muerte no es más que entrada en la Belleza eterna y en la Alegría eterna.

Y dado que en el pasado no fuiste sin culpa, cancela también el recuerdo de aquellas sombras con el medio que te he enseñado. Con un amor cada vez más vivo. Vive únicamente para Mí, de Mí, conmigo. Haz que el Padre, mirándote, te vea tan unida a Mí que no pueda separarte de su Hijo. Que mi Caridad te cubra como manto nupcial bajo el que oculto los desgarros de tu vestidura.

¡Ay de vosotros si os presentarais solos ante la Justicia! Por cuanto buenos podáis ser, siempre tenéis algún daño. Pero si os presentáis conmigo ante el Padre, el fulgor del Hijo orna de tal modo vuestra alma que la vuelve hermosa, y mi fulgor nunca es tan vivo como cuando puedo presentar al Padre un espíritu que me ama y que no ha vuelto inútil, para sí, mi Sacrificio de Redentor. La Justicia del Padre no tiene corazón para afligir al Hijo, Salvador de un nuevo ciudadano de la Jerusalén santa, y con una bendición anula la deuda de ese espíritu y le abre el Cielo.

Huye de las distracciones de la tierra, aíslate conmigo. Cuando se está a punto de entrar a residir en un país extranjero se aprende su lengua para no ser incapaces de vivir en él, al menos se trata de aprender las primeras nociones de ese idioma, y es imprudente quien va sin saber ni siquiera una palabra. Le costará mucho en los primeros momentos.

En la morada eterna la Sabiduría os instruye en el primer instante, es cierto. Pero mira, alma mía, los últimos tiempos de la tierra son preparación para el Cielo. Cuando mi Bondad da todas las señales y todo el tiempo para prepararse para la Vida, cuando no sólo por obra de mi Misericordia sino por voluntad humana os viene dada la manera de proveer a vuestros últimos enseres para venir a la Vida, bienaventurado quien se prepara con un cuidado que nunca es excesivo.

Si pusierais este cuidado, todos vosotros a quienes la edad o la larga enfermedad, o la despiadada eventualidad de las guerras, ponen prácticamente en condición de morir, no habría tantas penosas esperas en el Purgatorio. Cumpliríais vuestra transformación en Mí con el amor por Mí, con un verdadero arrepentimiento por haberme afligido, con verdadera generosidad, con verdadera resignación, con todas las virtudes practicadas con buena voluntad, y no tendríais que cumplir esta labor que hace del hombre, amasijo de carne y sangre en el que el espíritu ha reinado poco, un espíritu que ha conocido la Verdad, o sea que Dios es lo único que merece todos los movimientos del ser.

Tú tienes todo el tiempo de prepararte para la Morada. Recuerda que si mucho le viene perdonado a quien mucho amó, también mucho se le pide a quien mucho le ha sido dado. Y pocos mortales han tenido cuanto Dios te ha dado con un amor de predilección.

Que nada te pese, nada te repugne, nada descuides para rematar.

los últimos detalles de tu vestido nupcial. Aunque el camino sea cada vez más pesado, piensa en tu Jesús que también encontró tan duro el último sendero que le llevaba al Gólgota. Cada víctima es un pequeño redentor: de sí mismo y de los hermanos. Y los caminos de la redención no son placenteros senderos florecidos: son cuestas pedregosas, llenas de espinos, que se recorren con una cruz sobre los hombros, la fiebre en las venas, la flaqueza en la carne moribunda, el sabor de la sangre en la boca reseca, las espinas sobre la cabeza y la perspectiva de la tortura final en el corazón.

La redención se cumple en la cumbre. Y la última pompa del rito expiatorio tiene las piedras preciosas de los tres clavos, el desgarro de las últimas dulzuras de afectos, la soledad entre Cielo y tierra, la oscuridad no sólo en la atmósfera sino en el corazón. Después viene el sol a besar al inmolado. Pero antes están las tinieblas y el dolor.

Permanece unida a Mí, permanece unida. Cuanto más llegue la hora más unida a Mí permanece. Sólo Jesús ayuda y sólo Jesús instruye, porque ha vivido esa experiencia, instruye para sufrir el martirio de amor.

Pero como antes de sufrirlo tuve que crecer a la vida y nutrirme de la leche de mi Madre como primer sustento, y después con el alimento preparado con sus santas manos, así cada pequeño redentor debe vivir en María para formarse a ser un Cristo. Jesús es la fuerza de vuestra alma. María es dulzura. Antes de beber el vinagre y la hiel hay que tomar el vino aromático. Y éste os lo da la sonrisa reconstituyente de María. Bálsamo que me hizo feliz en la tierra, bálsamo que me hace feliz en el Paraíso, y con Dios hace feliz a todo -el Paraíso; la sonrisa de mi Madre es estrella en la vida y estrella en la muerte. Y sobre todo estrella en el dolor de la inmolación.

Yo he mirado esa heroica sonrisa desgarrada de mi Madre, único consuelo, infinito consuelo que subía hacia mi patíbulo. La he mirado para no permitir que la desesperación se me acercara. Mírala también tú. Miradle, vosotros, hombres que sufrís. La sonrisa de María hace huir al demonio de la desesperación.

Vivid unidos a María de quien sois hijos como lo soy Yo. Vive sobre el corazón de María, alma que quiero llevar al Cielo. Las manos de esta Madre que no decepciona a sus hijos están llenas de caricias para ti. Sus brazos te estrechan contra el seno que me ha llevado y su boca te dice las palabras que me han consolado a Mí.

Para que no puedas perderte en las últimas paradas en la tierra, te encierro en la morada de María. Allí no entra la agitación porque es la Madre de la Paz. Allí no entra el Enemigo porque Ella es la Victoriosa.

Que María te enseñe las sumas llamas de la Caridad, Ella que es la Hija, la Madre, la Esposa de la Caridad.

Corta todos los puentes entre el mundo y tú. Vive en Jesús y María. Recuerda que, aunque el hombre hubiera dado todos sus bienes por poseer el amor, eso no sería nada porque el Amor es algo tal que respecto a Dios -Amor de vuestra alma, auténtica finalidad de vuestra vida- todo pierde valor. Poseer el Amor es lo único que cuenta. Y el Amor se posee cuando se sabe renunciar por Él a todo cuanto se tiene.

Después vendrá la paz, María. Ahora es lucha. Pero para quien ama es lucha con coronación de victoria.

Vendré pronto para cambiar tu corona de espinas por otra de alegría. Persevera.

Pon mi sello a cada latido tuyo, a cada trabajo. Grábalo con lágrimas en las fibras de tu corazón. Yo soy Quien salvo y amo».