Sólo el clero honesto tiene que temer al Vaticano


El obispo homosexual Emmanuel Lafont (ex Guayana Francesa) (imagen) es otra prueba de que el Vaticano utiliza el Derecho Canónico para proteger a los modernistas mientras persigue a los católicos.

El historial homosexual de Lafont es largo, pero como es anticatólico, estaba y está por encima de la ley.

• Las denuncias de abuso homosexual contra Lafont se han ido acumulando desde su llegada en 2004 a la Guayana Francesa, según informa el 23 de diciembre el sitio web PillarCatholic.com.

• 2008: El marido de una ex responsable de las finanzas diocesanas se quejó a Lafont por su “imprudencia” de acoger en su casa a inmigrantes, incluidos menores. La mujer escribió una carta al Vaticano.

• 2008: Cinco sacerdotes escribieron una carta a la delegación apostólica del Vaticano en las Antillas, quejándose de las prácticas financieras, pastorales y sexuales de Lafont. El Vaticano nombró al obispo retirado de Niza, monseñor Jean Bonfils para que investigara, sorprendiéndole porque era amigo íntimo de Lafont. El resultado: Se pidió a Lafont que dejara de alojar inmigrantes en su residencia.

• En 2017, un hombre de la zona, de 25 años, se alojó en la residencia de Lafont. A los pocos días, un Lafont desnudo entró en su habitación pidiéndole que fornicara con él (según el sitio web Marianne.net). El hombre habló con una empleada de la diócesis y con el canciller, quien se dirigió a Lafont. No se tomó ninguna otra medida, pero Lafont redujo las responsabilidades de la mujer y empezó a abusar verbalmente de ella.

• 2021: Un ex empleado diocesano atrapó a Lafont mientras tenía sexo con un inmigrante varón.

• 2021: Lafont recibió a un inmigrante haitiano, de 27 años, en su casa para intercambiar favores homosexuales.

En mayo de 2020, Lafont pidió a los católicos que aceptaran la prohibición de la Misa Covid diciendo que “esta fijación [por la Misa] no me parece sana; incluso me parece un poco inmadura". No dijo nada sobre su “fijación por los jóvenes”.

Lafont también recordó su estancia en Sudáfrica, cuando una vez celebró un funeral en una casa familiar y “no había sitio” para una mesa, “así que puse el cáliz y el copón sobre el ataúd”.

Es un hecho que durante décadas sólo los buenos obispos han tenido que temer al Vaticano.


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