Él dirigiría la restauración de la Iglesia y la Civilización Cristiana


Uno de los principales místicos a quien le fueron mostrados los 3 días de oscuridad, fue a Ana María Taigi, que murió en 1837, y especialmente recibió visiones sobre lo que pasaría después que eso sucediera. 

Predijo la abdicación de Carlos IV, Rey de España, la caída de Napoleón, la fecha de la liberación del Papa Pío VII, y supo sobre la hora y la fecha de la muerte de Napoleón.

Tenía muchas veces ante sus ojos un “sol místico”, una luz sobrenatural en forma de orbe, que le permitía ver el estado de conciencia, las revoluciones y guerras, los fines de las sociedades secretas, las recompensas de los buenos y los castigos de los malos. 

En esa luz vio el gran castigo que limpiaría la Tierra y la Iglesia, la destrucción de la revolución, y el “restaurador” que conduciría a una victoria más espléndida que nunca antes.

Porque cuando Ana María Taigi habló del continuo desorden en la Iglesia y en la sociedad, usó la palabra Revolución. 

Las cosas estarán tan convulsas que el hombre ya no podrá poner las cosas en orden, pero el brazo omnipotente del Señor lo remediará todo, dijo. 

Esa gran purificación que profetizó ocurriría mucho después de que la gente santa de su época hubiera sido enterrada.

Llegará inesperadamente y ahí serán destruidos los impíos. 

“Me dijo que el Señor quería purgar el mundo y Su Iglesia, y para eso había preparado una nueva cosecha de almas desconocidas, que aparecerían para realizar grandes obras y sorprendentes milagros”. 

El 31 de agosto de 1816, ella oye de Nuestro Señor,

“Cuando Mi Padre Celestial dé la orden, verás cómo terminará Roma. Sabe que ahora caen como la nieve las almas en el infierno. Los hombres no buscan aquí abajo más que el lujo, placeres y satisfacciones, y se dejan llevar de toda clase de deseos culpables».

Nuestro Señor le mostró las tramas de las fuerzas secretas contra el alto clero.

Y en una ocasión le dirigió palabras de fuego contra los sacerdotes que contaminan los altares.

Ella vio que la cizaña será arrancada y luego la mano de Dios volverá a imponer orden, allí donde será impotente el esfuerzo humano.

Y después de purificar al mundo y a su Iglesia, y de arrancar de cuajo toda la mala hierba, Nuestro Señor operará un renacimiento milagroso.

Aquellos católicos que insisten en que estamos en el final del mundo, cuando regrese Jesucristo, deben considerar que la terrible escena descrita en el Apocalipsis no se refiere a la agitación del fin del mundo, porque es seguida por una gran restauración religiosa en la apertura del sexto sello y el sonido de la sexta trompeta.

Esa purificación de los Últimos Tiempos, no representa el Juicio Final del fin del mundo, sino “una especie de antejuicio de los vivos”, el Juicio de las Naciones en el Final de los Tiempos, que precede al Reino de María.

Por lo tanto, la purificación hecha por Dios en este tiempo, tendrá un solo objetivo, la restauración de la Iglesia Católica con todo el honor que le corresponde y la restauración de la Civilización Cristiana.

Cuando la Iglesia renovada tome forma, quedarán pocos, y sumamente sorprendidos y llenos de temor viendo todo lo que Dios ha hecho.

Pero le dijo el Señor que ella no lo verá.

Dijo que después que termine el castigo, en medio de grandes convulsiones de la naturaleza, comenzará una era celestial, un triunfo tan grande y asombroso que la dejó estupefacta.

También habló del Reino de María, cuando todas las religiones se convertirán al catolicismo. 

Jesucristo le mostró a un hombre en el futuro que desempeñará un papel clave en la Restauración, dijo,

«¿Lo ves a él?  He aquí el alma apostólica, el hombre que lucha por la viña, al igual que los que tanto lucharon por Mi gloria. 

Su esfuerzo, su sudor, sus obras serán recompensados en el Paraíso con una gloria tal que ninguna mente humana puede imaginar». 

Esta profecía apoya lo que vio Santa Hildegarda, ella vio “al inocente” que dirigiría la restauración de la Iglesia y la Civilización Cristiana.


Extractado de Foros de la Virgen