La devoción al Santo Rostro



Para profundizar en las características de esta devoción, la Nuova Bussola ha entrevistado al padre carmelita Giorgio Maria Faré, que hoy (7:30) ha celebrado una misa dedicada en el Carmelo de Monza.

Padre Giorgio Maria, ¿puede contarnos cómo descubrió la devoción al Santo Rostro de Jesús?

Mi devoción nace de mi apellido religioso: cuando un postulante se convierte en novicio en el Carmelo, conserva su nombre de bautismo, pero se le da también un apellido religioso. Mi apellido religioso es como el de Santa Teresa, que se llamaba Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Así empecé a profundizar en esta devoción y luego con los años conocí la figura de la Beata Madre Pierina María de Micheli, leí su diario y su biografía, llegando incluso a distribuir las medallas para los fieles que ella hizo acuñar por primera vez.

A propósito de la Madre Pierina, Jesús le había dicho: "Quiero que sea más honrado Mi Rostro, que refleja los dolores íntimos de Mi Alma, el dolor y el amor de Mi Corazón. Quien Me contempla Me consuela". Hay una petición de Jesús para ser consolado, aunque al final seamos nosotros los consolados por Él.

Sí, es una petición muy clara que Jesús hizo también a muchos otros santos como Gemma Galgani, Margarita María Alacoque, Pío de Pietrelcina, etc. Cuando el Señor se aparece bajo la apariencia de la Pasión, siempre pide ser consolado, recibir reparación por todos los ultrajes que ha sufrido.


Padre, ¿ha recibido testimonio de alguna conversión vinculada al Santo Rostro?

Hasta ahora no he tenido noticias de hechos milagrosos relacionados con curaciones corporales, pero varias personas me han hablado de la devoción al Santo Rostro como un milagro de conversión interior, que es lo que más cuenta para nuestra eternidad. Esto sucede poniéndose en contemplación ante el Rostro de Jesús y la Eucaristía, porque no olvidemos que la medalla de la Santa Faz lleva la imagen del Rostro de Jesús por un lado, y la Eucaristía por el otro: se trata, en efecto, de una devoción absolutamente eucarística. Varias personas que han participado devotamente en la celebración, han rezado y han recibido la gran imagen del Rostro de Jesús me han testimoniado precisamente este cambio de vida, una vida mucho más comprometida, mucho más centrada en la Eucaristía: ésta es la ganancia fundamental de la devoción. Y Jesús se lo dice a la Beata Madre Pierina: la devoción al Santo Rostro no es una alternativa a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, sino una culminación.



Hablando de culminación, Jesús ha pedido a lo largo de los siglos que se propague la devoción a su Santísimo Nombre, al Sagrado Corazón y ahora al Santo Rostro. Con respecto al Divino Nombre, San Bernardino de Siena enseñó que esta devoción era necesaria para la renovación de la Iglesia; con respecto al Sagrado Corazón, la devoción arraigó definitivamente a través de revelaciones a Santa Margarita María Alacoque en una época en que la herejía jansenista apartaba a la gente de los sacramentos. Ahora, a través de muchas revelaciones de Jesús y María en los dos últimos siglos, el Cielo pide a todos los fieles que difundan la devoción al Santo Rostro, que será entonces el Rostro que podrán contemplar los que alcancen el Paraíso. ¿Cómo ve usted este plan de revelación progresiva de Dios a los hombres?

Mira, yo creo que con esta devoción al Rostro el Señor quiere centrar nuestra atención en su Humanidad sagrada, exactamente según el camino de Santa Teresa de Ávila, es decir, la centralidad de la Humanidad de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Porque vemos claramente el rostro vemos a la persona, no hay nada que nos remita más a la persona que su rostro. Imaginemos una fotografía, un retrato, un cuadro: nosotros, viendo el rostro, vemos a la persona. También es emblemático el cuidado con que Nuestro Señor pidió, a través de santa Faustina Kowalska, el cuadro de Jesús Misericordioso.

La misma santa Faustina se entristeció al principio al ver el cuadro que no reflejaba la belleza de Jesús, y le gritó: "¿Quién puede pintarte tan bello como eres?". Pero Él la consoló y tranquilizó diciéndole que la importancia de aquella imagen no residía en su belleza, sino en las gracias que concedía a quienes la veneraban.

Así es, el cuadro es bello, pero Santa Faustina dijo que Jesús es mucho más bello y que su belleza no podía ser representada. El punto es precisamente la Gracia que Jesús comunica. Así que me parece que el corazón de la devoción de la Santa Faz es redescubrir la Humanidad de Cristo como el lugar y el momento para un verdadero encuentro con el Señor, no un encuentro ideal o sentimental, sino un encuentro real con Dios que se hizo hombre entre nosotros y por nosotros. La otra gran devoción a la Preciosa Sangre de Jesús, difundida por San Gaspar del Búfalo, va también en esta dirección. Toda la Humanidad de Cristo ha sido hecha, en diversos momentos, objeto de meditación y contemplación.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la Beata Madre Pierina Maria de Micheli?

Diría que la suya es una experiencia que hay que conocer en su totalidad. Es indicativa de todos los obstáculos que tuvo que afrontar por parte del demonio, que le hizo todo tipo de cosas e incluso llegó a golpearla para tratar de impedir que acuñara y distribuyera la medalla con el Santo Rostro de Jesús. Evidentemente, porque la temía. Todo su itinerario de fe -su vida de monja, las apariciones de Jesús y de la Virgen- es muy hermoso. Sin embargo, a pesar de estas experiencias místicas tan fuertes, varias de las cuales las tuvo en tiempos de guerra, siempre llevó una vida normal y corriente. No es simplemente la medalla lo que nos regala, es una santa que nos regala una experiencia de fe y de pertenencia a Jesús verdaderamente extraordinaria, única, como es la experiencia de todo santo, donde precisamente la Eucaristía es central.

Ya en el siglo XIII, santa Matilde tuvo una revelación de Jesús sobre el Santo Rostro: el Señor le dijo que "ninguno de ellos se separará jamás de Mí", refiriéndose a quienes honraran con amor la memoria de su Rostro.

Sí, y con mayor razón ésta es una fiesta que hay que celebrar con tanta fe.

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"Oh Jesús, que en Tu cruel Pasión te hiciste "oprobio de los hombres y varón de dolores", venero Tu Divino Rostro, en el que brillaban la belleza y la dulzura de la divinidad y que se ha convertido para mí como el rostro de un leproso... Pero reconozco bajo esos rasgos desfigurados Tu infinito Amor, y me consume el deseo de amarte y de hacer que todos los hombres te amen. Las lágrimas que brotan con tanta abundancia de Tus ojos son como perlas preciosas que amo recoger para redimir con su infinito valor las almas de los pobres pecadores. Oh Jesús, Tu adorable Rostro extasía mi corazón. Te suplico que imprimas en mí Tu divina semejanza y me inflames con Tu Amor para que pueda llegar a contemplar Tu glorioso Rostro. Amén".

La autora de esta hermosa oración, Santa Teresa del Niño Jesús y del Santo Rostro (1873-1897), había aprendido la devoción al Santo Rostro de su hermana Paulina (Madre Inés de Jesús) desde sus primeros pasos en el Carmelo de Lisieux. Precisamente del Carmelo queremos tomar ejemplo para recordar que hoy, el martes que precede al Miércoles de Ceniza y, por tanto, al tiempo de Cuaresma, cae la fiesta del Santo Rostro, todavía poco difundida, pero que Jesús desea que se instaure en toda la Iglesia, como pidió explícitamente a la Beata Madre Pierina Maria de Micheli (1890-1945).


trad por religionlavozlibre de la NBQ