El Amor Divino inviste cada acto de criatura —Piccarreta



El Amor Divino inviste cada acto de criatura. Dios en todas sus obras llama a todos y hace bien a todos. Cómo se forma la Vida Divina en la criatura, cómo se alimenta y se hace crecer. 

Estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, me transportaba en un mar de Luz interminable en el cual me hacía presente con cuánto Amor Dios había amado a la criatura, es tan grande, que si se pudiera comprender le estallaría el corazón de puro amor, no pudiendo resistir al arrebato, a las estratagemas, a las industrias, a las finezas de este Amor de Dios, y siendo yo muy pequeña, estas llamas me devoran, y mi amado Jesús visitando mi pequeña alma, para sostenerme me ha dicho: 

“Hija mía bendita, hazme desahogar mi Amor, escúchame, tú debes saber que la criatura ha estado siempre con Nosotros en nuestra mente divina, ha tenido siempre su puesto en el seno de su Creador, y ‘ab eterno’ era adornado cada acto suyo, pensamiento, palabra, obra y paso, con un Amor nuestro especial. 

Así que en cada acto suyo está la cadena de tantos actos nuestros de amor, que envuelve el acto, el pensamiento, etc., de la criatura, y este nuestro Amor da vida, alimenta las repeticiones de todos los actos de ella, y ¡oh! cómo es bella en nuestra mente divina, porque ella viene formada por el soplo continuo de nuestro Amor, amor querido, no forzado, amor no de necesidad, sino más bien Virtud generativa de nuestro Ser Supremo, el cual genera siempre y pone su Amor continuo sobre sus obras, virtud de nuestro Fiat Omnipotente que si no generase nuevas obras y no tuviese el acto continuo de amar, se sentiría como sofocado en sus llamas y paralizado en su movimiento continuo.  

Ahora, queriendo sacar a la criatura de nuestro seno divino, le hacemos hacer su pequeño camino en el tiempo, y nuestro Amor no deja de asaltar, investir, cortejar todos sus actos con su Amor especial, si esto faltara, faltaría la fuerza generativa, vivificadora y motriz del ser humano. ¡Oh! si las criaturas supieran que en cada pensamiento suyo corre un Amor nuestro distinto, en cada palabra y obra, también en su respiro y latido, ¡oh! cómo nos amarían y no profanarían con actos indignos nuestro Amor tan grande.  

Mira entonces cómo te ama y te sabe amar tu Jesús, por eso aprende de Mí a amarme. Esta es la prerrogativa de nuestro Amor, todo lo que ha salido de Nosotros, amarlo siempre, hacer surgir de dentro de nuestro Amor todos los actos de la criatura.” 

Jesús ha hecho silencio, y yo he permanecido pensando en el exceso del Amor Divino, y mi amado Jesús ha agregado: 

“Hija mía, escúchame aún, es tanto nuestro Amor que en cada obra que hacemos llamamos a todos, como si fueran uno solo, para dar a cada uno el bien de la obra que hacemos, no obraríamos como Dios si nuestros actos no tuvieran virtud de poderse dar a todos para dar el bien que ellos contienen. Ve entonces, mi Concepción en el seno de una Virgen fue la obra más grande de toda la historia del mundo, sólo que mi Fiat quiso y se encarnó, sin que ninguno nos forzara, sin que ninguno lo mereciera, sin tener Nosotros ninguna necesidad, la necesidad fue nuestro Amor y sólo porque quiso, fue un acto tan grande que encerraba y abrazaba a todos, y contenía tanto amor que llega a lo increíble, tanto que Cielos y tierra están sorprendidos y raptados todavía y todos se sintieron invadidos de tanto amor, de poder sentir mi Vida concebida en todos. 

Mira entonces en donde mi Amor me lleva a concebir, en cada alma, en cada instante y siempre, concebido una vez me concibo siempre. ¿No es como si me concibiera en la hostia consagrada el concebirme en cada acto de criatura que me ama y hace mi Divina Voluntad? Pero no es todo aún, si mi Amor no da en excesos de poder decir: ‘Mira cuánto te he amado, no tenía nada más qué hacerte y darte para amarte’, no se contenta. 

Escucha hasta dónde llego, así cómo en el seno de la Virgen Santa respiraba a través de su respiro, era calentado por su calor, alimentado por su sangre, así espero de la criatura que me posee, el respiro, el calor, el crecimiento para desarrollar mi Vida. 

Pero ¿sabes tú en qué aprietos me pone mi Amor? 

Cuando la criatura me ama, me da el respiro, me da el calor, cada bien que hace, si ruega, si sufre por Mí, si me adora y glorifica, me hace crecer, me da el movimiento, contribuye a formarme en su alma, así que si no me ama y nada me da, me siento faltar el respiro, el calor, el alimento, y no crezco; ¡ay de Mí! en qué condiciones me pone mi Amor y la ingratitud de la criatura. 

Ahora, si ella me da el bien de hacerme crecer, de manera de hacerme llenar toda su alma de mi Vida, entonces desarrollo mi Vida en ella, camino en sus pies, actúo en sus manos, hablo en su voz, pienso en su mente, amo en su corazón, y tengo mi contento, cómo soy feliz, de la criatura no queda otra cosa que un velo que me cubre, Yo soy el Señor, el Actor, formo mi campo de acción, puedo hacer lo que quiero, mi Voluntad Divina repite su Fiat Omnipotente continuamente, mi Amor ha recibido su concepción, da en locura porque ha formado su Vida en la criatura. 

Por eso no hay cosa que haga, tanto en la Creación, en la Redención, en la Santificación, en mi Vida Sacramental, en el Cielo y en la tierra, en que mi Amor con rápido vuelo no corra para dar a todos el bien que hago, la santidad de mis obras, por eso ninguno puede decir esto no lo ha hecho para mí, este bien no lo he recibido; que después ingratos no lo reciban, la culpa es toda de ellos, mi parte no le falta a ninguno. 

Pero ve hasta donde llega mi Amor, a pesar de que no me hacen crecer, haciéndome faltar el respiro de su amor, el alimento de mi Voluntad, me hacen helar de frío porque sus voluntades no están conmigo, llego a permanecer sin vestidos, como el más perverso y despreciable, porque sus obras no son rectas, santas y alejadas de complacerme a Mí solo, que me debían servir para cubrirme, sin embargo no me alejo, soportando tanta ingratitud humana y esperando con paciencia inquebrantable y preparando una sorpresa de amor, una gracia de más que lo golpee para hacerme dar lo que es necesario, para hacerme crecer en su alma, porque a cualquier costo quiero formar mi Vida en la criatura, uso todas las artes para obtener mi intento, y muchas veces estoy obligado a echar mano de los flagelos, para hacerme conocer que estoy en su alma. 

Hija mía, compadéceme y repárame tanta ingratitud humana, Yo que soy todo para ellos les doy el respiro y el latido continuo, el movimiento, el calor, el alimento, y ellos ingratos me niegan a Mí lo que doy a ellos, después de haberles dado el gran honor de formar de ellos mi templo vivo, mi morada real sobre la tierra. ¡Qué pena, qué dolor! Por eso te recomiendo que no me hagas faltar el respiro de tu amor, dame al menos lo que necesito para hacerme crecer, haz que mi Voluntad sea tu vida para hacerme estar en tu morada real con decoro y con la suntuosidad que merece tu Jesús.”



Libro del Cielo  -Luisa Piccarreta