Estas monedas rescatarán a tus hermanos —Piccarreta


La Virgen María a Luisa Piccarreta:

Una herida de dolor se abrió en mi Corazón: iba a ofrecerlo víctima para la salvación de todos, entonces entramos en el Templo y primero adoramos a la Divina Majestad. Luego llamamos al sacerdote y habiéndolo puesto en sus manos, hizo el ofrecimiento del celestial Niño al Eterno Padre, ofreciéndolo en sacrificio por la salvación de todos.

Cuando lo puse en los brazos de Simeón, él reconoció que era el Verbo Divino y exultó de inmensa alegría. Después del ofrecimiento, tomando actitud de profeta, profetizó todos mis dolores. ¡Oh, cómo el Fiat Supremo hizo sonar intensamente sobre mi materno Corazón, con sonido vibrante, la fatal tragedia de todas las penas de mi Hijo Niño! Pero lo que más me traspasó fueron las palabras que me dijo este santo profeta: “Este querido Niño sería la salvación y la ruina de muchos y sería el blanco de las contradicciones”.

Si la Divina Voluntad no me hubiera sostenido, habría muerto al instante de puro dolor. En cambio, me dio vida y se sirvió de mi dolor para formar en Mí el reino de los dolores en el Reino de su misma Voluntad. Así que además del derecho de Madre que tenía sobre todos, adquirí el derecho de Madre y Reina de todos los dolores. ¡Ah sí! Con mis dolores adquirí la moneda para pagar las deudas de mis hijos y hasta de mis hijos ingratos.

Ahora, hija mía, debes saber que en la luz de la Divina Voluntad Yo ya sabía todos los dolores que debían tocarme y hasta mucho más de lo que me dijo el santo profeta, pero en ese momento tan solemne de ofrecer a mi Hijo, al oírlos repetir me sentí de tal forma traspasada que me sangro el Corazón y abrió desgarros profundos en mi alma.

Ahora escucha a tu Mamá, en tus penas, en las circunstancias dolorosas, que no te faltan, jamás te abatas sino que con amor heroico haz que la Divina Voluntad tome su regio puesto en tus penas, para que te las convierta en monedas de infinito valor, con las cuales podrás pagar las deudas de tus hermanos, para recatarlos de la esclavitud de la voluntad humana y hacerlos entrar de nuevo como hijos libres en el Reino del Fiat Divino.


Luisa Piccarreta

La Virgen María en el reino de la Divina Voluntad