Un cocodrilo en un espacio consagrado

Cocodrilo en el baptisterio! ¿Qué están pensando las autoridades de la Iglesia?


Esta semana les traemos una 'edición especial' de nuestra columna: no un verdadero horror arquitectónico, sino una provocativa instalación 'artística' autodescrita dentro del Baptisterio de San Giovanni Battista en Cremona, una obra maestra de la arquitectura románica-gótica lombarda.

En la bóveda del baptisterio se ha colgado un gran cocodrilo disecado: se trata de Ego, una obra de Maurizio Cattelan, que data de 2019 y ahora se vuelve a proponer para la primera edición de la Semana de Arte Contemporáneo de Cremona (26 de mayo - 4 de junio).

No se sabe qué tiene que ver este horror (que a lo sumo copia mal ideas tomadas de otros lugares, en suma, una provocación por sí misma) con un baptisterio, con la aprobación y el patrocinio de la Curia de Cremona: se sabe entonces que "Ego lleva este título porque, para Maurizio Cattelan, el cocodrilo es una especie de autorretrato, que actualmente considera como el más cercano a su personalidad.  [...] "Los cocodrilos", explicó Cattelan con motivo de la exposición de 2019, hablando con el curador Michael Frahm, "han sido protagonistas de rituales, religiones, creencias mágicas, leyendas urbanas. Son criaturas que tanto asustan como fascinan y han sido profundamente simbólicas desde el comienzo de la humanidad'. Y ahora, esta extraña criatura puede ser vista por todos, colgando dentro del Baptisterio de Cremona'.


En el espíritu del Evangelio, se nos recuerda el comportamiento de nuestro Señor ante la profanación del templo: "empezó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los los vendedores de palomas, y no permitía que trajeran cosas al templo. Y les enseñaba, diciendo: "¿No está escrito: 'Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? ¡Pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones!” (Mc 11, 15-17).


Después de haber visto con horror cómo la diócesis de Cremona transforma los lugares consagrados destinados a la celebración de los sacramentos en espacios expositivos destinados únicamente a satisfacer el egoísmo de la personalidad mediática de turno, repetimos la pregunta: ¿merecen el ocho por mil? (la proporción del impuesto sobre la renta que va a la Iglesia)



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