*Atended espiritualmente a vuestros moribundos



Viernes Santo, 14 de Abril de 2.006

Señor JESÚS:- ¡Escribe hijo mío, es urgente, estoy aquí crucificado con todos mis agonizantes, y nadie viene a darme una mano, unas palabras de vida, una Bendición de mi Padre y Padre vuestro… ¿Dónde están mis ministros del Sacramento, que no vienen…? y mis hijos enfermos, se me mueren en los brazos sin una oración y una luz que alumbre sus espíritus atormentados por los demonios que quieren robar sus Almas… y son mías. Mías, porque Yo, el Hijo de Dios Vivo, las he rescatado del poder de Satanás, con mi SANGRE, mi Pasión y Muerte para resucitarlos conmigo…

Mis hijos e hijas bautizados se mueren solos… sin una ayuda ESPIRITUAL para sus pobres almas… en los Hospitales, en las ambulancias, en sus camas y casas, en los Centros de Acogidas… sin que nadie les ayude a bien morir… Nadie, nadie les habla de Mí, Jesús Resucitado que murió por ellos y los espera para darles su Perdón y la vida Eterna para la que han nacido… Están en el mismo umbral de la Luz y están en tinieblas…! Clamad al Cielo Misericordia, hijos de mi Redención…! 

¿Qué estáis haciendo con vuestros hermanos moribundos en la hora que más os necesitan…? ¿Adonde estáis tan ocupados y distraídos…? ¿No veis que son almas que he puesto a vuestro cuidado, y me tenéis que responder de ellas…? Ese es un trabajo vuestro… pero también de mis fieles bautizados.

¡No queréis hablar de la muerte, y la lleváis escrita con la vida desde que nacéis!

Hijos míos, todos mis Bautizados, vosotros sois también sacerdotes Conmigo cuando oráis al Padre por vuestros hermanos y también por los agonizantes…! ORAD! ¡ORAD por los agonizantes para que alcancen Misericordia, Yo soy la Misericordia Divina!

Hijos míos, todos los Bautizados, vosotros sois también profetas Conmigo, cuando me anunciáis y le habláis de Mí a vuestros hermanos, y en especial a vuestros hermanos enfermos y moribundos, que sabéis que pronto van a morir y entregar sus almas… 

¿Estarán preparadas esas almas para dar cuenta a Dios de sus vidas…? Pocas lo están hijos míos, muy pocas… Pero vosotros y vosotras podéis ayudarlas a bien morir ESPIRITUALMENTE, algo que hoy se olvida y no se valora por el mismo agonizante, por sus familiares y amigos, porque no viven la fe y han dejado de creer, o tienen reparos humanos de llamar al cura o decir la verdad al hermano moribundo… 

Sin embargo, hijos míos, el que está en la puerta de la muerte y la vida, tiene pleno derecho a saberlo, nunca deis una mentira piadosa, por duro que le resulte al agonizante, siempre la verdad, con delicadeza y caridad verdaderas, con una palabra, un gesto… y en algún caso el silencio, antes que una mentira piadosa.

Vosotros los parientes y amigos que tenéis acceso a ellos, podéis ayudar al enfermo a bien morir cristianamente, en los casos que no sea posible la presencia de un sacerdote del Sacramento, que le administre la Confesión y la Eucaristía, que es lo mejor y más correcto…

No tengáis temor, invocad a vuestro Ángel Custodio para que se comunique con el Ángel del moribundo y lo disponga a escucharos… y habladle de Mí, de Jesús, de mi Muerte y Resurrección, del ladrón arrepentido y de mi Misericordia, el Espíritu Santo os inspirará las palabras, no os preocupéis más de lo necesario, ni tengáis reparos de que el enfermo os vaya a rechazar, nada de eso, son miedos falsos que el demonio os mete para no hacer nada… Hablad con amor y ternura y como si fuerais vosotros el moribundo… Es el momento trascendental de su vida eterna o de su muerte eterna.

Su soledad espiritual es espantosa, cuánto más si no ha sido persona piadosa y no está preparado, al menos para elevar su mente a Dios con alguna oración o jaculatoria en tales momentos decisivos de su vida… 

Y estos son los momentos en los que un familiar o una persona amiga esté advertida de los momentos por los que pasa el enfermo agonizante y le ayude a una muerte cristiana, si no es posible con los Sacramentos de la Iglesia y un sacerdote, sí con estas ORACIONES que os he recomendado antes, así como acompañándolo en su lecho, no charlando, sino rezando el Santo Rosario mentalmente y los EXORCISMOS de la Iglesia, ya sea el de San Miguel o el de la Augusta Reina de los Ángeles, para ayudar al moribundo en su lucha contra los demonios, que como perros rabiosos están rodeando su lecho de muerte para llevarse su alma al Infierno… ¡Y cuántos, cuántos, hijos míos son vencidos en esta última batalla por las fuerzas del infierno, por no haber unos familiares, unos amigos, unos catequistas, unos sacerdotes que le ayuden a una buena muerte cristiana…! ¡Cuántos…!