*Un ángel habla de la Eucaristía

"Llegué a decirte una vez que Jesucristo es “el compendio del amor de los Tres”. Pues bien, ahora te digo que la Eucaristía “es el compendio del amor de Jesús en el que ya está el compendio del Amor Trino Perfecto”. Esto te lo dice todo.

El Espíritu Santo proporciona luces para comprender, mas el Verbo Encarnado hecho Eucaristía, suministra los fuegos para hablar y convertir mediante la caridad. De los labios de toda persona eucarística fluye la Sabiduría porque vida eucarística es asimismo vida de Sabiduría y de su corazón brota el heroísmo ya que la Eucaristía comunica a Cristo que es el Héroe santísimo y perfectísimo. 

Vida eucarística es también vida apostólica porque Jesús, al estar dentro de vosotros, y El jamás se separa, os cambia en apóstoles, siendo el grado de apóstol más o menos potente según sea el grado de vida eucarística alcanzado.

Y, por fin, vida eucarística es vida deificada por la Carne, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús que baja a hacer su morada en vosotros.

Llamáis “sagrados” a los vasos eucarísticos, sagrados a los tabernáculos y sagrado cuanto se halla en contacto con el Santísimo Sacramento. Y esto es tan sólo un contener o ser tocado, acción, por tanto, puramente exterior. Con todo, imprime un carácter sagrado al objeto que tiene la suerte de contener o de tocar a la Eucaristía porque la Sagrada Hostia es el Cuerpo del Señor Jesús.

Pues entonces, ¿qué vendrá a ser vuestro cuerpo a cuyo interior desciende el Cuerpo Santísimo que se anula en las Especies, absorbidas, como cualquier otro alimento humano, por los jugos que lo transforman en sangre vuestra? ¿Ya lo entendéis? En sangre vuestra. Vuestra sangre, tratándose de vosotros que os alimentáis de la Sagrada Eucaristía, contiene, y no metafóricamente, lo que fue Especie del Cuerpo Santísimo, así como vuestro espíritu recibe la gracia que emana de este Cuerpo completo dotado de Carne, Sangre y Alma, como el de cualquier otro hombre y además, al ser Cuerpo del Verbo Divino, de Divinidad.

Si pues vuestro cuerpo debiera de ser santo como templo que es del Espíritu Santo que desciende y alienta en vosotros, ¿a qué perfección tendría que llegar para ser digno tabernáculo del Dios que viene a habitaros –más: a fundirse con vosotros, a hacerse vosotros– y, dado que el Mayor no puede ser absorbido por el menor: a absorberos, a hacer que vosotros lleguéis a ser El, esto es, dioses lo mismo que El es Dios?

Yo os lo digo: deberíais imitar con el mayor ahínco a la Virgen con la que el Verbo de tal modo se unió que se hizo Carne de su carne y Sangre de su sangre y recibió vida de ella obedeciendo a los movimientos del corazón materno y a las leyes vitales maternas para formarse y llegar a ser Jesús.

El Cristo concebido obedeció a la Madre. Mas la Madre ¡a qué grado de superabundante pureza no se elevó a Sí misma, Ella, la Toda Pura, para colocar en torno a la Divinidad un Santo de los Santos más escogido aún que aquel que resplandeció sobre el Moria! María hizo de Sí tabernáculo celestial, un trono celeste en el que Dios viviese lo más posible en un Cielo antes de sufrir los contactos del mundo.

Igual deben hacer los amantes de Jesús: Ser rinconcitos celestes para que la Eucaristía pueda vivir en ellos como en un palpitante y adorante Cielo, resguardada de los hedores y abominaciones del mundo.

Y sabed alabar en este pequeño Cielo, en vuestro pequeño Cielo en el que, si es tal, nada realmente falta porque en la Eucaristía se hallan presentes los Tres, indivisibles por más que sean Tres, formando la sublime Unidad que tiene por nombre Trinidad, de la que no está ausente la caridad de María y de los Santos siempre adorantes donde se encuentra el Señor, como tampoco están ausentes los coros angélicos con sus himnos que te transportan al Cielo.

Sabed alabar, no con palabras sino con amor. No temáis excederos en las alabanzas a Jesús-Eucaristía, pues es merecedor de toda alabanza porque su milagro de poder y de amor rebasa toda humana alabanza".

Angel custodio a María Valtorta