Las
escuelas estarán obligadas a mostrar la carta. Se trata de impedir que
en los centros se puedan portar "signos o ropas que manifiesten
ostensiblemente una adhesión religiosa", algo que ya estaba prohibido
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A
partir de este mes de septiembre, los colegios franceses, además del
lema de la República francesa –“Libertad, igualdad, fraternidad”-
deberán colgar en lugar bien visible la ‘Carta del Laicismo’. Según ésta
cartilla de 15 artículos, ningún alumno (o sus padres) puede rechazar
contenidos o continentes del programa escolar oficial. “Sólo
tratamos de explicar lo que pone en el artículo primero de nuestra
Constitución donde se indica que la República es indivisible,
democrática, social y laica”,
ha declarado el ministro de Educación, Vincent Peillon (principal
ariete masón del Gran Oriente de Francia), para defenderse de las
acusaciones de "islamofobia" lanzadas por la comunidad musulmana. Dali
Boubakeur, presidente del Consejo francés del culto musulmán y rector de
la Mezquita de París, considera que el Gobierno con este texto quiere
"estigmatizar" el Islam y sus fieles, declaró a Bfm tv.
En
sus 15 artículos que ya generan polémica entre diversos grupos
religiosos, se menciona, por ejemplo, la prohibición de llevar el velo
islámico en la escuela pública, pero también hacer ostentación de otros
signos religiosos (algo prohibido desde hace tiempo).
Protección contra todo “proselitismo”
A
imagen de la declaración de derechos humanos, la carta señala en su
primer artículo que "el laicismo de la escuela garantiza la libertad de
conciencia a todos, cada uno es libre de creer o no creer". Más adelante
se expresa que la “el laicismo de la escuela ofrece a los alumnos las
condiciones para forjar su personalidad, ejercer su libre albedrío y el
aprendizaje de la ciudadanía. Él les protege de de todo proselitismo y de toda presión lo que les impediría hacer su propia elección”.
Se
trata de impedir que en los centros se puedan portar "signos o ropas
que manifiesten ostensiblemente una adhesión religiosa", algo que está
prohibido desde hace mucho tiempo. La carta hace referencia clara a las
dificultades con las que se encuentran algunos profesores cuando los
estudiantes (o sus padres) sobre todo los de cursos más elevados,
procedentes de algunos grupos católicos, evangélicos o neobaptistas
ponen en peligro la laicidad "al criticar las teorías darwinianas de la
evolución, en beneficio de las tesis creacionistas", señalan los
profesores.
La
Carta de Laicidad no sólo establece un modelo institucional más o menos
discutible, sino que prefigura la conducta privada de profesores y
alumnos en los centros de titularidad estatal. Así, impide esa
denominada "cualquier forma de proselitismo" (punto 7), de forma que el
personal "no debe expresar las propias convicciones políticas o
religiosas" (punto 13).
Los puntos 14 y 15 también son polémicos, porque al afirmar (respecto a los profesores) que "no se excluye a priori
ninguna materia de la esfera científica o pedagógica" y (respecto a los
alumnos) que "ningún estudiante puede apelar a una convicción política o
religiosa para contestar a un profesor el derecho de tratar una parte
del programa", abre la puerta a que doctrinas como la ideología de género sean impuestas sin posibilidad de contestación de unos u otros.
Además,
"está prohibido apelar a la propia pertenencia religiosa para rechazar
conformarse a las reglas aplicables en la escuela de la república", un
punto que parece pensado para frenar el empuje del islamismo. Sin
embargo, también crucifijos y medallas cristianos quedan proscritos,
pues "en los institutos escolares públicos está prohibido exhibir
símbolos o uniformes mediante los cuales los estudiantes ostenten de
forma clara una pertenencia religiosa" (punto 16).
Es más (punto 17), "los
estudiantes tienen la responsabilidad de difundir estos valores dentro
del propio instituto con sus reflexiones y actividades". Es decir, de contribuir al lavado de cerebro laicista programado por Hollande y Peillon a instancias de la masonería.
Otro
objetivo es también evitar que las niñas dejen de hacer deporte o
porten vestimentas que les impidan hacer ejercicio físico. O que los
estudiantes dejen de asistir a clase para acudir a rezos o festividades
religiosas.
De
este modo, el gobierno se asegura la militancia laicista de la escuela
pública gala imponiendo así su particular ideología a la sociedad desde
bien pronto.