Aquellos
rumores que se oyen de vuestros hermanos sean malos ó sean buenos no
debéis secundarlos, simplemente debéis evitar que se hable de nadie, porque sólo Dios sabe como es cada persona y el valor de su alma. Soy María Inmaculada quien os habla.
Los
verdaderos cristianos, hijos de Dios, deben tener su lengua bien sujeta
y evitar que sirva para herir a nadie, mucho menos, cuando nadie conoce
el interior de cada persona, ni sus intenciones, ni sus luchas
internas, ni sus propósitos, ni sus esfuerzos
Así que hijos Míos,
hermanos de Mi Hijo Jesús, tened cuidado con vuestras murmuraciones,
porque ahí también se mete el enemigo de las almas para crear
discordias, malos entendidos, juicios y hasta calumnias, por eso, quien
hable de un hermano o hermana debe limpiarse en el Sacramento de la Penitencia,
porque aunque la murmuración sea leve, puede agrandarse (la falta) si
se hace varias veces o se consiente deliberadamente en las críticas de
esa persona. Sed pues responsables de vuestras palabras para que no sean
armas dañinas que hieran a otros hermanos y lo manchen de por vida.
Quien
permite la murmuración y el comadreo, es también culpable si lo puede
evitar, así que estad alerta en vuestras conversaciones, que no falten a
la caridad para con nadie y mucho menos pongan en tela de juicio la
reputación de otras personas. Yo, María Inmaculada, os hablo.
De
Mi Divino Hijo hablaron mucho en su tiempo terrenal, unos muy bien,
otros muy mal, a Mi Me llegaba todo lo que decían de El y oraba por
aquellos que le juzgaban mal y hasta lo creían endemoniado. ¿Y de que
les sirvió a muchos de los que hablaban bien de El, si luego
lo abandonaron? También pecaron, porque sabiendo que era inocente y
creyendo en Su divinidad, lo abandonaron por respetos humanos.
Esta
historia se repite cada día y a cada instante en vosotros los
cristianos, que os exaltáis por juzgar, pudiendo así, hundir a personas o
sacerdotes, y sin embargo, no os miráis a vosotros mismos. Sed más
caritativos, más cristianos, que quiere decir, ser de Cristo. El amaba a
todos y amó a Judas sabiendo como sabía lo que le preparaba.
Yo, Vuestra Madre Inmaculada, os hablo y os prevengo. La paz de Mi Divino Hijo, este con todos vosotros.