William Freyssen, da su testimonio de como su hijo y esposa recobraron
la salud gracias a las Almas del Purgatorio. Un día le encargaron
imprimir un librito sobre el Purgatorio. Cuando realizaba las tareas de
corrección del texto, su atención fue captada por los hechos narrados en
el libro. El aprendió por primera vez las maravillas que las Santas
Almas pueden obrar por sus amigos.
Por aquel tiempo su hijo cayó gravemente enfermo, y pronto su estado se
volvió desesperante. Recordando lo que había leído acerca del poder de
las Santas Almas, Freyssen hizo la promesa solemne de imprimir mil
libritos a su propia expensa, con su firma impresa. Fue a la iglesia y,
una vez dentro, hizo un voto solemne. En ese momento una sensación de
paz y confianza inundaron su alma. A su retorno a casa, su hijo, que no
podía tragar ni una gota de agua, pidió algo de comer. Al día siguiente
estaba fuera de peligro y pronto, completamente curado.
Al mismo tiempo, Freyssen ordenó imprimir los libros del Purgatorio para
ser distribuídos, sabiendo que la mejor forma de obtener ayuda para las
almas sufrientes, era interesando a mucha gente sobre el tema. Nadie
que sabe sobre el sufrimiento de estas pobres almas, niega una oración a
ellas.
El tiempo pasó, y una nueva tristeza se cernía sobre este imprentero.
Esta vez su amada esposa cayó enferma y a pesar de todos los cuidados
iba cada vez peor. Perdió el uso de razón y quedó casi completamente
paralizada, de modo que los doctores no le dieron muchas esperanzas.
El marido, recordando todo lo que las Almas del Purgatorio habían hecho a
su pequeño hijo, corrió otra vez a la Iglesia y prometió solemnemente,
como otrora, imprimir 200 de los libros del Purgatorio, en principio,
como urgente socorro de las Animas benditas. Imposible de relatar. La
aberración mental de su esposa cesó, y comenzó a mover su lengua y
extremidades. En un corto período ella estaba perfectamente sana.