Es un pequeño resumen de normas de urbanidad de
la piedad.
Conviene
hacel el “teatro” de hacer bien la señal de la Cruz: el signo de la
Cruz, la más sencilla ceremonia del cristiano. Empieza en la frente,
baja la mano hasta la cintura, se señala el hombro izquierdo y se dice
el Amén en el derecho. Sin chuparse el dedo, que no lo dice el
Catecismo.
Ley n.2. La Genuflexión.
Cuando
se entra al Oratorio –o a un templo–, si se ve encendida la lámpara del
Santísimo, se saluda al Señor haciendo una genuflexión, poniendo la
rodilla derecha en tierra, manteniendo el cuerpo y la cabeza erguidos,
mirando de frente al Sagrario. La mano derecha puede estar sobre el
pecho, extendida. Y, como recomendaba San Josemaría, decir la
jaculatoria: Te adoro con devoción, Dios escondido, interiormente.
Ley n.3. Inclinación de cabeza, ¿cuándo?
Es lo más adecuado hacer inclinación de cabeza, sólo de cabeza, cuando se saluda al Altar, al Crucifijo, a una imagen de la Virgen. Interesa remarcar que esa inclinación no es de estilo indio, sino sólo la cabeza permaneciendo el cuerpo erguido, sin forzar la figura, con naturalidad.
Ley n.4. Rezar en voz alta, para que nos oiga el Señor.
Cuando se reza en voz alta, nos dirigimos a Dios o a la Santísima Virgen, y nos deben entender.
Por lo tanto, rezaremos pronunciando bien las palabras, sin gritar,
pausadamente, … Procurando ir a la vez que los otros que también rezan
en ese momento. Guardando las pausas normales de cada oración; por
ejemplo, el Padrenuestro –rezarlo varias veces hasta que suene bien–, el Avemaría, el Ángelus, etc.
Ley n.5. No somos serpientes.
Para introducir y recordar las veces que sea necesario hasta conseguirlo, sobre el modo de pasar del sentado al de rodillas, o de estar de rodillas a sentarse, sin deslizar la popa por el borde del banco, se puede decir eso para corregir la corruptela. Conviene enseñar a pasar
de una postura a otra a través del de pié, sobre todo si son jóvenes y
pueden hacer esos movimientos con la elegancia correspondiente.
Don Isidoro Bernal