Os animo al trato asiduo con vuestro ángel

 Del Espíritu Santo. ¡SÓLO DIOS, SÓLO DIOS!
 4 DE OCTUBRE DE 2012

¡Sólo Dios debe ocupar el corazón y el alma!

¡Sólo Dios, sólo Dios!

Sí, sólo Yo, Espíritu divino, el Amor que se tienen entre sí el Padre y el Hijo, y el de Nosotros hacia vosotros, debo de estar en vuestra alma y en vuestro corazón. Sólo Yo llenarlos, y lo lleno todo… Otra cosa es que vosotros lo percibáis y conectéis Conmigo, y viváis Mi Vida. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Sólo Yo conozco vuestros más íntimos pensamientos.

¿Qué quiere decir esto? Que ni siquiera vuestro Ángel custodio los conoce… Él, no se aleja nunca de vuestro lado, no os deja ni siquiera cuando cometéis pecado mortal, y cumple su misión con un gozo extremo, hay mucho gozo en servirme y adorarme a Mí, Espíritu divino, un gozo que debéis descubrir en la adoración, en la contemplación de Cristo en la Cruz, y en el Sagrario, ved cómo lleno vuestra alma de alegría, de pensamientos nobles y sublimes, de ansias de Cielo…

Vuestro ángel, el amigo permanente que puse a vuestro lado para guiaros y custodiaros en este camino hacia el Cielo, es, al igual que los demonios, inteligentísimo, y deduce lo que pensáis por vuestras actitudes, gestos y acciones, y sabe que le estáis rezando a través de Mí, sólo sabe aquello en que Yo le hago participar.

Os conviene, pues, invocarle continuamente, con todo respeto… ¡es tan grande su majestad! Todos los ángeles que se manifestaron a los hombres empiezan diciendo: “¡No temáis!”, incluso quien lo sabe y conoce perfectamente la Sagrada Escritura, como Juan el Evangelista, se arrodilló ante uno, en señal de humildad, sintiéndose inferior, pero, como era un signo común a la adoración, el ángel le ordenó levantarse… (Ap. 22, 8-9)

 Así, pues, con toda humildad y muy agradecidos a Dios y al Santo Ángel del Cielo que puso a vuestro servicio, consultadle todo lo vuestro, pedidle ayuda, que os hablará al corazón, en luces y conceptos, y estad atentos a sus celestiales inspiraciones. ¡Alegradle! Allá en la tierra, cualquiera de vosotros quedó mal con su hermano, a veces involuntariamente, pasó por desagradecido, alocado, egoísta, pero eso sería nada si a idea defraudáis al ángel y a Mí, Espíritu divino. Alegradle, pues, los ángeles se alegran mucho con vuestra oración, con vuestras elevaciones del pensamiento hacia Dios, con vuestras buenas obras, y sobre todo, con vuestra humillación y arrepentimiento ante Dios. No sabéis, al final qué gozo y qué recompensa tiene el ángel que puede presentar a su alma custodiada, en el Cielo, ya salvada para siempre; en cambio, tengo que consolar al ángel que llora por su alma condenada con Mi propio desconsuelo, que es aún mucho mayor. 

Yo, Espíritu Divino, os hablo, os bendigo y os animo al trato asiduo con vuestro ángel custodio, guía muy segura y mediador muy grato ante Mí que Me presenta vuestras oraciones. Quedad en paz, hijos Míos. Así sea.