Marco Tosatti, vaticanista serio e independiente, señaló, muy acertadamente,
que una carta privada al Papa, firmada con nombres y apellidos, es la cosa
más transparente, leal y valiente que hemos visto en el Vaticano en los
últimos tiempos,- considerando que el mismo Bergoglio (al menos de palabra) pide apertura-; por tanto, es justamente lo opuesto a una conspiración.
De hecho, como dice Tosatti, “proporcionó una oportunidad de oro para
los numerosos autores de conspiración y rebelión”. Mientras, con respecto
a cosas ocultas, conocemos a través del periódico alemán Die Tagespost, que
es el Papa Francisco quién, en su residencia de Santa Marta, ha
estado sosteniendo su propio “Sínodo clandestino”, reservado solamente a
la Dirección del Sínodo oficial.
que una carta privada al Papa, firmada con nombres y apellidos, es la cosa
más transparente, leal y valiente que hemos visto en el Vaticano en los
últimos tiempos,- considerando que el mismo Bergoglio (al menos de palabra) pide apertura-; por tanto, es justamente lo opuesto a una conspiración.
De hecho, como dice Tosatti, “proporcionó una oportunidad de oro para
los numerosos autores de conspiración y rebelión”. Mientras, con respecto
a cosas ocultas, conocemos a través del periódico alemán Die Tagespost, que
es el Papa Francisco quién, en su residencia de Santa Marta, ha
estado sosteniendo su propio “Sínodo clandestino”, reservado solamente a
la Dirección del Sínodo oficial.
Lo que desencadenó la confusión fue que cuatro de los trece
Cardenales firmantes negaron haber puesto su rúbrica. El lunes por la noche,
el Cardenal Pell, confirmó a través de un portavoz, que la carta había
sido firmada por él y otros Cardenales; añadió que era privada y por ello no
se había dado a conocer. Por otra parte, explicó que el texto publicado
por Magister tenía “errores, tanto en el contenido como en la lista de firmas”.
Esa misma noche nos enteramos de que la revistaAmerican Jesuit, de
tendencia progresista, confirmó que la carta había sido firmada por
13 Cardenales todos ellos presentes en el Sínodo y entregó la lista con
los nombres correctos, substituyendo a los cuatro que habían negado su
firma por los verdaderos firmantes. Además, la misma revista, confirmó el
texto publicado por Magister, confirmación que también hace el periódico
La Nación de Buenos Aires a través de un artículo de Elizabetta Piqué, biógrafa
y amiga personal de Francisco y, por tanto, con acceso a fuentes dignas
de crédito.
Cardenales firmantes negaron haber puesto su rúbrica. El lunes por la noche,
el Cardenal Pell, confirmó a través de un portavoz, que la carta había
sido firmada por él y otros Cardenales; añadió que era privada y por ello no
se había dado a conocer. Por otra parte, explicó que el texto publicado
por Magister tenía “errores, tanto en el contenido como en la lista de firmas”.
Esa misma noche nos enteramos de que la revistaAmerican Jesuit, de
tendencia progresista, confirmó que la carta había sido firmada por
13 Cardenales todos ellos presentes en el Sínodo y entregó la lista con
los nombres correctos, substituyendo a los cuatro que habían negado su
firma por los verdaderos firmantes. Además, la misma revista, confirmó el
texto publicado por Magister, confirmación que también hace el periódico
La Nación de Buenos Aires a través de un artículo de Elizabetta Piqué, biógrafa
y amiga personal de Francisco y, por tanto, con acceso a fuentes dignas
de crédito.
El día 13 por la tarde, Magister publicó un nuevo artículo en el que cita
estas confirmaciones fiables y en el que reitera que hay trece firmas
de Cardenales, reconstruyendo la lista correcta pero parece ser que una
ha desaparecido; el texto es el mismo que se publicó en primer lugar,
admitiendo que, la carta entregada al Papa puede “incluir algunos
pequeños cambios. De forma, no de fondo”. Pero con el escándalo que suscitó
en los medios, lo que era esencial escapó a la atención de todos: la rareza
de semejante documento firmado por Cardenales de autoridad, muchos de
ellos presentes en el Sínodo, en el que se destruye la Instrumentum laboris
en los puntos no aprobados en el Sínodo de 2.014 pero que Bergoglio
aseguró que se volverían a tratar, al menos los más controvertidos.
estas confirmaciones fiables y en el que reitera que hay trece firmas
de Cardenales, reconstruyendo la lista correcta pero parece ser que una
ha desaparecido; el texto es el mismo que se publicó en primer lugar,
admitiendo que, la carta entregada al Papa puede “incluir algunos
pequeños cambios. De forma, no de fondo”. Pero con el escándalo que suscitó
en los medios, lo que era esencial escapó a la atención de todos: la rareza
de semejante documento firmado por Cardenales de autoridad, muchos de
ellos presentes en el Sínodo, en el que se destruye la Instrumentum laboris
en los puntos no aprobados en el Sínodo de 2.014 pero que Bergoglio
aseguró que se volverían a tratar, al menos los más controvertidos.
Además, en su carta, los Cardenales critican los nuevos procedimientos
que sofocan, e intentan manejar, al Sínodo en curso. La carta
expresa preocupación por la Comisión que tendrá que redactar la Relatio
final ya que no ha sido elegida por los Padres sino que está compuesta
por personas nombradas directamente por Bergoglio, todos afines a
él. Asimismo, la misiva expresa la preocupación por un Sínodo que había
sido convocado por Benedicto xvi en defensa de la familia y que terminó
en peleas acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar; algo que,
si fuese aceptado, colapsaría completamente la doctrina sobre el matrimonio
y los Sacramentos.
que sofocan, e intentan manejar, al Sínodo en curso. La carta
expresa preocupación por la Comisión que tendrá que redactar la Relatio
final ya que no ha sido elegida por los Padres sino que está compuesta
por personas nombradas directamente por Bergoglio, todos afines a
él. Asimismo, la misiva expresa la preocupación por un Sínodo que había
sido convocado por Benedicto xvi en defensa de la familia y que terminó
en peleas acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar; algo que,
si fuese aceptado, colapsaría completamente la doctrina sobre el matrimonio
y los Sacramentos.
Al final de la carta hay una advertencia dramática que, incluso escrita en
un lenguaje respetuoso suena a alarma, diciendo que: al final del
camino emprendido por Bergoglio, en imitación de las
Iglesias Protestantes Europeas, habría un colapso; en otras palabras,
el fin de la Iglesia. En una declaración reciente, el Cardenal Pell dio otras
dos noticias importantes acerca de lo que está pasando: la primera
concuerda exactamente con lo que escribimos el domingo pasado en
esta columna y es que la corriente Kasper-Bergoglio es minoría. De
hecho, Pell dice: “Hay un gran acuerdo en la mayoría de los puntos
pero, obviamente, hay cierto desacuerdo ya que hay una minoría
de elementos que desea cambiar las enseñanzas de la Iglesia en
las disposiciones necesarias para recibir la Comunión. Naturalmente,
no hay posibilidad de cambio alguno en la Doctrina”.
un lenguaje respetuoso suena a alarma, diciendo que: al final del
camino emprendido por Bergoglio, en imitación de las
Iglesias Protestantes Europeas, habría un colapso; en otras palabras,
el fin de la Iglesia. En una declaración reciente, el Cardenal Pell dio otras
dos noticias importantes acerca de lo que está pasando: la primera
concuerda exactamente con lo que escribimos el domingo pasado en
esta columna y es que la corriente Kasper-Bergoglio es minoría. De
hecho, Pell dice: “Hay un gran acuerdo en la mayoría de los puntos
pero, obviamente, hay cierto desacuerdo ya que hay una minoría
de elementos que desea cambiar las enseñanzas de la Iglesia en
las disposiciones necesarias para recibir la Comunión. Naturalmente,
no hay posibilidad de cambio alguno en la Doctrina”.
La otra noticia de Pell, alarma incluso si está en lenguaje suave: “Todavía
hay preocupación entre los Padres del Sínodo sobre la composición
del Comité a cargo de la redacción de la Relatio final y sobre el proceso
a través del cual se presentará a los Padres del Sínodo”. La
controversia, por tanto, sigue abierta. La razón es simple, aunque nunca se
diga:
la intención de Bergoglio, ahora muy clara, es empujar al Sínodo
hacia las conclusiones que él desea, recibir así legitimación e
introducir las ideas de Kasper dentro de la Iglesia, aunque sea de
forma solapada, de la misma forma que introdujo el "divorcio católico"
a través
del Motu Proprio.Por esta razón, hace unos días, al descubrir que la
mayoría del Sínodo es católica, Bergoglio planteó preguntas sobre la
Relatio final que llegaron a ser escritas en todos los programas oficiales
como resultado del Sínodo.
hay preocupación entre los Padres del Sínodo sobre la composición
del Comité a cargo de la redacción de la Relatio final y sobre el proceso
a través del cual se presentará a los Padres del Sínodo”. La
controversia, por tanto, sigue abierta. La razón es simple, aunque nunca se
diga:
la intención de Bergoglio, ahora muy clara, es empujar al Sínodo
hacia las conclusiones que él desea, recibir así legitimación e
introducir las ideas de Kasper dentro de la Iglesia, aunque sea de
forma solapada, de la misma forma que introdujo el "divorcio católico"
a través
del Motu Proprio.Por esta razón, hace unos días, al descubrir que la
mayoría del Sínodo es católica, Bergoglio planteó preguntas sobre la
Relatio final que llegaron a ser escritas en todos los programas oficiales
como resultado del Sínodo.
Viendo el desconcierto que ha provocado el cambio de reglas en el Sínodo
hizo público, a través del Padre Lombardi, que habría una Relatio Finalis
pero Bergoglio decidiría qué hacer con ella y si se publicará. Más tarde se
supo que, probablemente, no habría una relatio similar a las de
otros Sínodos, en las que incluso se votaron proposiciones sencillas, sino
un texto genérico que se votaría en bloque, una especie de lo tomáis
o lo dejáis, una forma de acorralar a la parte más católica, en la
que habría una referencia genérica a la misericordia pero que podría
ser interpretada como la luz verde a la revolución. Es necesario
recordar que, ningún Papa tiene el poder de cambiar la Ley de Dios
ni la Doctrina Católica, a menos que desee caer en la herejía y, por
tanto, caer en declive.
hizo público, a través del Padre Lombardi, que habría una Relatio Finalis
pero Bergoglio decidiría qué hacer con ella y si se publicará. Más tarde se
supo que, probablemente, no habría una relatio similar a las de
otros Sínodos, en las que incluso se votaron proposiciones sencillas, sino
un texto genérico que se votaría en bloque, una especie de lo tomáis
o lo dejáis, una forma de acorralar a la parte más católica, en la
que habría una referencia genérica a la misericordia pero que podría
ser interpretada como la luz verde a la revolución. Es necesario
recordar que, ningún Papa tiene el poder de cambiar la Ley de Dios
ni la Doctrina Católica, a menos que desee caer en la herejía y, por
tanto, caer en declive.
Como fue explicado por un eminente Cardenal del Sínodo de 2.014, los temas
a debatir hoy, habiendo sido definidos solemnemente por la Iglesia basándose
en la Sagrada Escritura, no pueden ni deben ser cuestionados; el Papa no
puede hacer lo que le plazca, al contrario de lo que muchos creen, justo
como afirmó Benedicto xvi en la Misa de Investidura a la Catedra Romana el
7 de mayo de 2.005:
a debatir hoy, habiendo sido definidos solemnemente por la Iglesia basándose
en la Sagrada Escritura, no pueden ni deben ser cuestionados; el Papa no
puede hacer lo que le plazca, al contrario de lo que muchos creen, justo
como afirmó Benedicto xvi en la Misa de Investidura a la Catedra Romana el
7 de mayo de 2.005:
«El Papa no es un monarca absoluto cuyos pensamientos y deseos son ley.
Al contrario: el ministerio del Papa es garantizar la obediencia a Cristo y
a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino
constantemente obligarse a sí mismo y a la Iglesia a obedecer la Palabra de
Dios, de cara a todo intento de adaptarla o diluirla, y de toda forma
de oportunismo […] El Papa sabe que, en sus decisiones importantes, está
unido a la gran comunidad de fe de todos los tiempos, a las interpretaciones vinculantes que se han desarrollado a través del peregrinar de la Iglesia. Así,
su poder no está sobre, sino al servicio de la Palabra de Dios. Le corresponde
Al contrario: el ministerio del Papa es garantizar la obediencia a Cristo y
a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino
constantemente obligarse a sí mismo y a la Iglesia a obedecer la Palabra de
Dios, de cara a todo intento de adaptarla o diluirla, y de toda forma
de oportunismo […] El Papa sabe que, en sus decisiones importantes, está
unido a la gran comunidad de fe de todos los tiempos, a las interpretaciones vinculantes que se han desarrollado a través del peregrinar de la Iglesia. Así,
su poder no está sobre, sino al servicio de la Palabra de Dios. Le corresponde
a él asegurarse de que esta Palabra continúe estando presente en su grandeza
y que resuene en su pureza, para que no sea rota a pedazos por los
cambios continuos en su uso.»
Esta es la interpretación correcta del “poder de atar y desatar” que Cristo le dio a Pedro, un versículo del Evangelio que ha sido indebidamente invocado estos días por los partidarios de Bergoglio, casi como si permitiera al Papa argentino hacer lo que le plazca. El venerable Pio Brunone Lanteri, quién fue también un gran defensor del Papado, lo explicó claramente en un libro:
«Se me dirá que el Santo Padre puede hacer cualquier cosa, quodcumque solveris, quodcumque ligaveris, etc. Es verdad; pero no puede hacer nada en contra de la Constitución Divina de la Iglesia; él es el Vicario de Dios, pero no es Dios, ni tampoco puede destruir la obra de Dios.».
Antonio Socci
[Traducción de Rocío Salas. Artículo Original]