Los animales sienten a las almas del Purgatorio

En A. F., donde fui Párroco durante 22 años, se oían ruidos por la tarde y por la noche, sólo por algunos cortos periodos tiempos cesaban. Una tarde, estaba en la cocina con mi sobrino y dos gatos que dormían en el calentador del horno, eran aproximadamente las nueve y treinta; se escuchó un ruido afuera y luego se sacudió muy fuerte la manija de la puerta de la cocina. Los dos animales, casi volando, se fueron muy espantados hacia el ático. Afuera no había nada,
no fue ninguna imaginación!.

El parapsicólogo estadounidense Robert Morris experimentó con animales (un perro, un gato, una serpiente de cascabel y una rata) metiéndolos en una casa «embrujada», justo en la habitación donde se había cometido un homicidio. 

Según reportó, el perro gruñó y salió de ahí, y fue imposible convencerlo para que entrara de nuevo. Al gato, en su turno, se le erizó el pelo y de puro miedo le clavó las uñas a su amo, que lo cargaba en brazos, al tiempo que miraba a un punto concreto. En cuanto a la serpiente de cascabel, adoptó una postura de ataque dirigida hacia el mismo lugar de la habitación que había estado mirando el gato. Por último, sólo la rata se mostró totalmente indiferente a aquella
habitación.

Le preguntaron a María Simma, la mística que veía las almas purgantes: «¿Los animales son sensibles a la presencia de las ánimas del Purgatorio?», a lo que respondió: «Sí, especialmente los caballos, los perros y las gallinas. Conozco muchos casos en que los caballos claramente rehusaron pasar frente a edificios en donde luego se descubrió que las ánimas se manifestaban para llamar la atención [a fin de que se intercediera por ellas]».

Por su parte, el padre Gabriel Amorth, exorcista de Roma, dice que en un lugar con presunta manifestación de espíritus «es importante el comportamiento de los animales domésticos. Sucede a menudo que, cuando se tiene la impresión de que alguien se encuentra en nuestra propia estancia, el gato o el perro mantienen fija la mirada hacia un cierto punto; y puede que tal vez huyan aterrorizados, como si aquel ser misterioso se acercara a ellos. 

Podría narrar muchos casos interesantes... Por el momento me basta decir que, en mi opinión, los animales no ven nada en concreto, sino que poseen una
mayor sensibilidad que el hombre para notar una eventual presencia».

La Biblia, por cierto, narra el caso de una burra que pudo ver una presencia espiritual, pero no terrorífica, sino de un ángel; se narra en el libro de los Números. A Balaam le había encomendado el rey de Moab la tarea de maldecir a los israelitas. Balaam montó su burra para hacer el encargo, pero un ángel se interpuso en el camino para estorbarle y el animal no avanzaba o se salía del camino a pesar de los golpes que le daba su amo (cfr. Nm 22, 22-23). Finalmente, la burra habla a Balaam, reclamándole, y Dios abre los
ojos de Balaam permitiéndole ver al ángel.