Quiero a Mis sacerdotes vestidos con hábito

Jesús a Ottavio Michelini, sacerdote

De lo alto han sido impartidas disposiciones con relación al hábito sacerdotal. Mis sacerdotes, viviendo en el mundo han sido segregados
del mundo.

Quiero a mis sacerdotes distintos de los laicos, no sólo por un tenor de vida espiritual más perfecta, sino también exteriormente deben distinguirse con su hábito propio.
¡Cuántos escándalos, cuántos abusos y cuántas ocasiones más de pecado y cuántos pecados más!
¡Qué inadmisible condescendencia por parte de los que tienen el poder de legislar! Y junto con el poder, tienen también el deber de hacer
respetar sus leyes. ¿Porqué no se hace?

Lo sé: las molestias no serían pocas. Pero Yo no he prometido jamás a nadie una vida fácil, cómoda, exenta de disgustos.

Quizá teman reacciones contraproducentes. No, el relajamiento provoca un mayor relajamiento.
Funcionarios estatales, de empresas, de entes militares visten su uniforme. Muchos sacerdotes míos se avergüenzan, contraviniendo las disposiciones, compitiendo en coquetería con los mundanos. 


¿Cómo, hijo, puedo no dolerme amorosamente? Quien no es fiel en lo poco, tampoco lo es en lo mucho.

¿Qué decir, luego, del modo en que se administran mis Sacramentos por tantos de mis sacerdotes? Se va al confesionario en mangas de camisa, y no siempre con la camisa, sin estola.
Si se debe hacer una visita a una familia de respeto, se ponen la chaqueta, pero la casa de Dios es mucho más que cualquier familia de  respeto.

También está prescrito vestido talar para el ejercicio del propio ministerio: asistencia a los enfermos, enseñanza en las escuelas, visitas a los
hospitales, celebración de la Santa Misa, administración de los
Sacramentos. ¿Quién se pone ahora el vestido talar para todo esto?
Esto, hijo mío, es indisciplina que roza en la anarquía.

¿Que decirte de tantos sacerdotes míos que no tienen tiempo de rezar, atosigados como están en tantas actividades inútiles, aunque
aparentemente santas?

Actividades inútiles porque les falta su alma, porque les falta mi presencia. Donde Yo no estoy no hay fecundidad espiritual.

Pero cuántos sacerdotes tienen tiempo para ir a ver películas inmorales y pornográficas, con el pretexto de que se necesita conocer para juzgar.

Esta justificación es satánica.
Los santos sacerdotes, que jamás se permitirían tales inmoralidades, no serían hábiles para orientar y aconsejar a las almas...