Sacerdote apoya la Correctio Filialis



(...)Ningún Papa ha tenido y ni tendrá autoridad para cuestionar la Palabra de Dios. Ningún  Papa puede ni podrá exonerar a los fieles católicos del cumplimiento exacto de los Mandamientos de la Ley de Dios. El Obispo de Roma no tiene potestad para ello, no la ha recibido de Jesucristo, de quien es Vicario, y por tanto, todo lo que diga con el fin de enseñar e instruir a la Iglesia de Cristo, ha de ser como si el mismo Señor lo dijera. Porque el Obispo de Roma es Vicario, no Señor. Es servidor, no dueño.
Ningún fiel católico que ame al Señor como Él quiere ser amado, es decir, con un amor semejante al que Él que nos tiene, porque el amor no se paga sino con un amor recíproco, puede aceptar bajo ningún concepto el punto 306 de Amoris Laetitia, donde de forma escandalosa, inaceptable y ofensiva a Dios, se exonera a los fieles, que les sea una carga, del cumplimiento de los Mandamientos; proponiendo como alternativa una norma humana a la Ley divina, una llamada vía caritatis, invento del hombre para el hombre, para complacerle, para satisfacerle en sus debilidades y pecados, para confirmarle en ellos, para que no se arrepienta de ellos. Una vía caritatis que da la espalda a Dios, que desprecia sus Mandamientos, dejándolos a gusto del fiel: si puede los cumple, sino puede se acoge a la vía alternativa. Si los Mandamientos quedan a la elección de quien los pueda cumplir, entonces ya  han dejado de ser un Mandato divino para ser una opción humana. (...)

La Corrección filial, por parte de un grupo de estudiosos laicos y teólogos, que se ha hecho pública, es una muestra de los errores  y herejías que se han propagado en la Iglesia, tomando carta de naturaleza en ella; esta Corrección verdaderamente ha sido un impulso del Espíritu Santo en su Iglesia, señalando los errores y herejías presentes en Amoris Laetitia.  

Pero la Iglesia está inundada de errores y herejías que atañen a todo el ámbito de la fe y costumbres. ¿Qué decir sobre el Sacramento de la Penitencia, de los Novísimos, es decir, sobre la muerte, cielo, infierno, juicio final, de la castidad, del valor de la tradición, de las relaciones homosexuales, del falso ecumenismo y diálogo religioso, de las aberraciones litúrgicas…? No hay verdad, que la tradición y enseñanza de la fe  nos ha trasmitido, que no se haya tergiversado y se nos presente de forma herética o falsa. Se cuestiona sin pudor la misma Palabra de Dios.  Reina el desconcierto más absoluto, pues la fe católica se ha cuestionado.
Queridos hermanos,  no se pueden cuestionar los Mandamientos de la Ley de Dios por quien tiene el sagrado mandato de guardarlos y hacerlos guardar,  sin que sobrevenga sobre la Iglesia la más sombría y angustiosa oscuridad, sin que el desconcierto, duda, y desconfianza embargue a muchas almas; sin que éstas caminen hacia la condenación eterna. Quieren esconder la Luz de la Verdad, y en su lugar poner la macilenta luz del error y la herejía, y la apostasía.
Los Mandamientos de la Ley de Dios se han de cumplir a la perfección si de verdad queremos amar a Dios, si verdaderamente anhelamos la vida eterna. En la Ley divina está el amor a Dios y el amor que Dios nos tiene. No podemos cuestionar su Palabra, sólo obedecerla fielmente y amorosamente. Si guardareis mis preceptos, permaneceréis en mi amor, como yo guardé los preceptos de mi Padre y  permanezco en su amor (Jn. 15, 10). Guardar los mandamientos de Dios nos conserva en el amor a Dios, y el que seamos amados por Él, y todo a imitación de Cristo, mirando como Él guardó los Mandamientos, poniendo su vida en cumplirlos. De igual forma nosotros hemos de poner nuestra propia vida en su cumplimiento, lo que nos mantendrá dentro del resplandor de la Luz de la Verdad de nuestra fe.
Ave María Purísima.
Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa
Adelante la Fe