Traidores no menos perversos que Judas



Karl Marx incitó a los obreros y a los pueblos de todo el mundo a levantarse contra Dios, advierte hijo, he dicho contra Dios, para derrotarlo a Él y a su Iglesia, éste es el verdadero objetivo del marxismo diabólicamente enmascarado bajo el manto del bien social, en efecto ¿no ha dicho el marxismo que la Religión es el opio de los pueblos?

La Virgen Santísima, Madre Mía y vuestra, que conoce bien la verdadera matriz del comunismo ateo, ha recogido el guante, la batalla está en acto pero la victoria está ya decidida;  ésta es y será de mi Madre, que en la hora justa aplastará con Su Calcañar la cabeza de la venenosa Serpiente. 

Por lo tanto para los enemigos de Dios y de su Iglesia, para los partidarios del materialismo tan cacareado como la gran victoria del hombre, después de la cual no hay nada sino la gélida sordidez de la tumba sobre la que está escrita la palabra "fin", el marxismo ateo constituye el más colosal engaño perpetrado por las oscuras Potencias del Infierno en daño de la humanidad entera... y esto es motivo de estupor, de asombro, que hombres particulares, que pueblos y naciones, que criaturas inteligentes hechas a imagen y semejanza de Dios, su Creador, hayan podido ser inducidas a este macabro y pavoroso engaño... sólo la soberbia que ciega, puede dar una explicación, después no es tan difícil darse cuenta de las innumerables contradicciones del marxismo ateo; la Divina Realidad de Dios se manifiesta en el hombre mismo, se manifiesta en lo Creado, donde es abiertamente manifiesta Su Sabiduría, su Potencia, Su Presencia.

Traidores no menos perversos que Judas

Ningún hombre puede aceptar el marxismo sin degradarse a sí mismo, sin chocar contra la evidencia de su espiritualidad, de la grandeza suya originaria de su libertad, libertad que es, y nunca podrá ser, de la materia.

Hijo, si no es fácil comprender la loca ceguera del hombre, que le ha llevado a tan increíble perversión de renegar de sí mismo y ponerse a sí mismo en un nivel inferior al de los animales, dime tú hijo mío, si podrá ser fácil comprender cómo, cristianos consagrados, y hasta Obispos, hayan caído también ellos en esta ruinosa concepción materialista, por la que gastan tiempo y energías para convencerse a sí mismos y a los demás de que el comunismo ateo merece ser tomado en consideración, y, con ello, se acreciente, y peor aún, se alimenten de su mortal veneno; pero ésta es perfidia que grita venganza ante Dios. 
Traidores no menos perversos que Judas, han cerrado los ojos a la Verdad, son los enterradores del espíritu, son y serán, dentro de no mucho, los verdugos de la Iglesia, su presencia habla de muerte, ellos, por elección, destinados a ser portadores de vida.

Mi Iglesia tiene muchas ramas secas, tiene muchas ramas espinosas, tiene muchísimas hojas amarillentas incapaces de recibir ya los rayos vivificadores; ramas y hojas que están en la oscuridad, pero mi Iglesia es también cuerpo vivo, estupendamente vivo, rico de perfumadas flores: santos, justos, confesores, mártires y almas Víctimas particularmente fecundas. 

Mi Iglesia está a la espera de su completa poda, después de la cual rebosará de humores vitales, toda fealdad le será quitada, aparecerá así ante el mundo bella, divinamente bella, resplandecerá más que cualquier primavera irradiando resplandores de sobrehumana luz; será la Esposa querida por Mí, deseada, fecundada adornada con sus preciosos collares; sabiduría, humilde pureza, amor, fe, esperanza serán las perlas que adornarán su frente.

Ahora basta, hijo mío, descansa; te bendigo y contigo bendigo a los que te son queridos.