Científico se convierte en Medjugorje



João Carlos da Silva Dias se mantuvo centrado en la investigación científica sobre Ingeniería de Biosistemas y enseñar a sus alumnos del Instituto Superior de Agronomía, en la Universidad Técnica de Lisboa. “Mi universidad, mis proyectos de investigación, mis estudiantes, eran todo para mí”, cuenta Joao.

Fue educado y criado en una familia católica “no practicante” y, en consecuencia, no recuerda “haber hecho la primera comunión”.


No era consciente de sus pecados


Por décadas la fe, la Iglesia, estuvieron fuera de su vida; cuestión que cambió en 1982, cuando conoció a su actual esposa, una católica coherente, que a diario rezaba, e iba a misa. En ocasiones aceptaba alguna de las reiteradas invitaciones que ella le hacía e iban juntos a la Eucaristía… 

En una curiosa interacción de este matrimonio, para algunas fiestas del año como Pascua o Navidad João aceptaba el ir a confesarse.

Pasaron los años, tenían dos hijas, João vivía centrado en la Universidad cuando de pronto, en octubre de 2000, su esposa sufrió una crisis nerviosa seguida de una depresión y presentó licencia por enfermedad en el trabajo. Entonces descubrió "milagrosamente", recuerda João, un grupo de oración que le ayudó a restaurar la salud y cuando regresó a trabajar destinó el tiempo libre de los jueves a un grupo de adoración al Santísimo Sacramento. Esta decisión traería una real revolución en la vida de toda la familia...

La Reina de la Paz, mediadora para la conversión de todos



“El primer día que ella fue allí le regalaron una imagen de la Virgen de Medjugorje, quedó encantada con su belleza y preguntó quién era. Le explicaron las apariciones que estaban teniendo lugar en una aldea de Bosnia Herzegovina y ese día volvió a casa entusiasmada. Le dijo a mis dos hijas, de 9 y 11 años respectivamente: «Chicas, la Virgen se aparece en Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina (ex-Yugoslavia) desde hace 20 años, ¡y yo no lo sabía! Tenemos que ir allí». (...)

El 30 de junio João, su esposa e hijas se embarcaban hacia Medjugorje.  Llegamos a Medjugorje por la noche al Hostal donde nos dieron una habitación desde cuyo balcón se podía ver el monte Krisevack coronado por una gran cruz a la derecha y el Podbrdo, casi al frente del hostal, el monte de las apariciones”.

(...)al regresar de noche al hostal -dice João- la guía les dijo que, al día siguiente, a primera hora de la mañana: “Era la aparición con la Vidente Mirjana… Pensé que ese era mi día y fui el primero en estar preparado. Había un calor abrasador, muchísima gente, a pleno sol. Esperando a la vidente cantaban canciones y rezaban el rosario. De pronto la gente comenzó a escribir intenciones en pequeños papeles hacia el lugar donde la aparición iba a tener lugar. Mi esposa tomó una hoja y la escribió por ambos lados. También mis dos hijas escribieron muchas intenciones”.

Fueron ellas quienes pasaron a João una hoja presionándolo a que también escribiese. Y aunque “no quería ni sabía qué decir”, terminó cediendo y escribió en el papel: «La Virgen interceda por mí ante Dios para que me perdone mis pecados».

Ve a confesarte

Sin poder explicar cómo sucedió, este científico que era agnóstico reconoce que en ese instante, al escribir, tuvo conciencia de su realidad de pecado y lejanía de Dios.  Y luego, durante la aparición esa certeza se profundizó al punto que sentía -puntualiza- “gran arrepentimiento de mi vida pecaminosa pasada y pasé todo mi tiempo pidiendo perdón a Dios por mis pecados”. Esta íntima experiencia estuvo acompañada de signos sensibles relata João: “yo estaba como absorbido por una brisa fresca y simultáneamente todas las células de mi cuerpo, desde los pies a la cabeza, fueron atravesadas por algo como una corriente eléctrica. Este fenómeno duró unos segundos… la vidente Mirjana se estaba levantando y era una señal de que había terminado la Aparición. Mi primera reacción fue preguntarle a mi hija menor, que estaba delante de mí si había sentido esa brisa fresca. Me dijo que no y que se estaba muriendo de calor. Entonces miré a ambos lados y todos éramos como sardinas en una lata…”.

A partir de ese momento, João estuvo disponible para ayudar y participar en todas las actividades. Su esposa -que ya sabía lo que él había vivido y lo calificaba como una “inmensa gracia de Dios”-, no cejaba en insistirle que se confesase. Él se resistió hasta que ella aprovechando la presencia del sacerdote que acompañaba al grupo, padre João de Brito, le pidió a este que esperase a su esposo en el confesionario… “Entonces me quedé callado, y sintiéndome atrapado le dije a mi esposa la misma frase de antaño: «Para confesarme, tienes que decirme mis pecados». Ella me respondió: «Vete con el sacerdote, tienes mucho que hacer», y pidió a mis hijas que me acompañaran. Fui allí con ellas, entré en el confesionario y mi confesión duró dos horas… un relato de toda mi vida pasada.
Fui a misa ese día de la Transfiguración y desde entonces las misas han dejado de ser aburridas; sólo me entristece cuando se celebran apresuradamente o sin cantos”.

El fuego del Espíritu Santo

Un hombre nuevo regresó a Portugal. Vivía a diario la necesidad imperiosa de “estar con Dios”.  Oraba, rezaba el rosario, adoraba a Dios en el Santísimo Sacramento expuesto, ayunaba, iba a misa varias veces por semana… En definitiva comenzó a madurar su conversión.

“…el fuego del Espíritu Santo descendió, se apoderó de mí y me quemó, provocándome una gran curación interior… durante dos días me sentí quemado por Ese Fuego… en la zona física de mi corazón que parecía estar ardiendo. No podía dormir, sólo recé, le pedí perdón a Dios y perdoné a todos los que en la vida me habían herido… Con mi mente muy limitada pienso que esta fue la culminación de la gran intercesión de la Virgen ante Dios que yo había pedido en Medjugorje. Jesús está vivo y el Espíritu Santo está activo. Dios quiere salvar a todos y resucitar a todos los que están lejos de Él como yo lo estaba.  

Finalmente, me gustaría agradecer a quienes oraron por mí y decir que todo esto sólo fue posible gracias al Amor, la Misericordia y la Gracia de Dios y porque muchos oraron e intercedieron por mí. Que Dios te bendiga.  Alabada y glorificada sea la Santísima Trinidad y la Santísima Virgen María, mi querida Madre en el Cielo”.