Jóvenes: no vayáis a Panamá








María Ferraz 

Jóvenes católicos de todo el mundo, después de hacer un esfuerzo económico y de organización considerable, cuajado de ilusión veinteañera, se reunirán con otros jóvenes en torno a la voz del supuesto vicecristo. 

Pero se van a encontrar con que éste les va a endosar el discurso del nuevo orden mundial: ecología e inmigración, aunque parece que también se incluirá: "los problemas de los jóvenes", problemas que ojalá abordasen el cómo vivir hoy la fe en medio del mundo, el impulso a la vida sacramental y la oración o las virtudes hoy tan denostadas, como la castidad. Y no vendría mal un recordatorio a comunicar la fe a los no creyentes, cosa imposible porque Francisco ha dicho que "el proselitismo es una solemne tontería" y "un pecado contra el ecumenismo".


No veo qué atractivo para la fe de un joven, ya no digo occidental, sino de cualquier parte, puede tener este traslado costoso. Ahora bien, si lo que se quiere es vivir la fiesta y el bailoteo ad hoc, pues cada uno es libre de gastar su tiempo y su dinero en lo que quiera. Pero flaco favor se hace participando en estos encuentros cada vez más descafeinados, y lo que tendría que ser un refuerzo de la vida interior, del sentimiento de la universalidad de la Iglesia, puede quedarse reducido a participar de un animado festival con misa incluida, sin más pretensiones. 

Y si lo que se quiere es aprender a plantar un árbol (imagen) no hay que irse tan lejos, yo misma puedo enviarle un pequeño tutorial, es más, internet está plagado de información competente sobre plantas y flores.

En fin, si el discurso de la Jornada Mundial es un discurso para favorecer la inmigración ilegal y el respeto a la Madre Tierra, uno puede sustituirlo leyendo tranquilamente en su casa cualquier soflama globalista de la ONU, de Pedro Sánchez, o del tándem Merkel-Macron.  

En todo caso, en las charlas de Bergoglio no faltará, salpicado aquí y allá algún "Jesús" o "el Evangelio" u otras palabras pías, ni tampoco "la escucha y el diálogo" y el "ir a encontrar a la gente donde está" pero eso no las hace indispensables, sino todo lo contrario, ni vale la pena desplazarse tantos kilómetros por tierra, mar o aire.