Si no estás en gracia, tu ángel no puede ayudarte




El padre Lamy tenía mucha devoción a los ángeles protectores del hogar, de la ciudad, de la provincia, de las iglesias, de los obispados y de los países. El ángel custodio está siempre a nuestro lado para escuchar nuestras quejas y suspiros. Hablemos con nuestro ángel de nuestras necesidades espirituales y materiales. Él es feliz de aconsejarnos. ¡Qué bueno es asistir a misa con nuestro ángel!
Decía el padre Lamy: Por una persona alejada de los sacramentos, ¿qué puede hacer el ángel custodio? En ese estado el ángel no puede hacer gran cosa para ayudarnos. Pero cuando estamos en estado de gracia, nuestro ángel nos salva de algunos accidentes. Cuando no estamos en gracia, ellos son impotentes. Si nosotros rechazamos al Señor, es como enviar a pasear a sus empleados.

Un día yo regresaba del santuario de Nuestra Señora del bosque y amenazaba una tormenta. Algunas gotas comenzaban a caer, yo me refugié en un lugar abrigado, pero me di prisa en llegar a casa, porque estaba todo sudado y la corriente de aire de aquel lugar me podía hacer daño. En la primera casa que encuentro, me prestan un paraguas y llego a casa. En ese momento oigo a los ángeles que dicen entre ellos: “Ahora se va a cambiar de ropa y se va a acostar”. 

Y comenzó a caer la lluvia con mucha fuerza durante bastante tiempo. Hace falta invocar a los ángeles en las tempestades .

Los ángeles, como los santos, no tienen un cuerpo parecido a los cuerpos reales de la Virgen y de Nuestro Señor: tienen cuerpos que no son de acá. 

Cada ángel tiene su fisonomía especial. Los rostros bajo los cuales se muestran a nuestros ojos tienen a menudo el pelo negro; tienen el pelo muy bien cortado. Mi ángel custodio tiene un rostro bastante redondo, un rostro muy lindo, el pelo negro y ondulado. 

El arcángel Gabriel tiene el pelo bien cortado y ondulado. Gabriel les lleva una cabeza de altura a los otros ángeles. Es por eso que reconozco a primera vista un espíritu de categoría superior. 

Lo que tienen de muy lindo son las placas de oro de forma irregular, puestas en mosaicos, de las que toda la parte superior del cuerpo está revestido: una de estas placas centellea por acá, otra por allá. Es un vaivén constante y sucesivo de placas. Reciben la luz de Dios. Las mangas de sus túnicas llegan hasta la mitad del brazo. Su túnica baja hasta las rodillas. La parte baja del cuerpo está revestido de un tipo de enaguas, se parecen a atletas. Sus vestidos son blancos, pero de un blanco que no tiene nada de terrenal. No sé cómo describirlo, porque nada tiene que ver con nuestro color blanco, es un blanco mucho más suave.



Estos santos personajes están envueltos en un color tan distinto del nuestro que a su lado, todo parece oscuro. Cuando usted mira unos cincuenta ángeles, se queda maravillado: no piensa más que en rezar a Dios. ¡Estas placas de oro, que se mueven perpetuamente, son como tantos soles! ¡Debe ser un espectáculo maravilloso en el cielo, el vuelo de millones de ángeles! Nunca les vi alas, tienen siempre el aspecto de jóvenes.

Llevan impreso en su rostro, su benevolencia para con los hombres, mientras que los demonios tienen un aspecto duro, tajante y huraño. He escuchado a veces tres o cuatro ángeles juntos en la iglesia de La Courneuve. A menudo, escucho su voz sin verlos. Como a las personas que conozco, los reconozco por su voz. Todos estos personajes, igual que el diablo, están con nosotros, alrededor de nosotros. Si no los vemos, ¡no falta mucho! Es como una pequeña capa que nos separa de ellos.




P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.
EL PADRE LAMY Y LOS ÁNGELES