Jesús: el tiempo de preguntar se ha terminado




La bendita insistencia de su madre
Otro punto importante en su vida fue el hecho de suspender en la universidad, algo que más adelante resultaría providencial. En aquel momento su padre intervino y le dijo que no le estaría pagando un piso y la universidad para que se dedicara a salir de fiesta. Así que este joven decidió volver a casa un tiempo. Empezó a trabajar y los fines de semana salía para seguir con el alcohol y las drogas.
Y en este punto entró en escena su madre, que durante todo ese tiempo había estado rezando sin cesar por su hijo. Un día pidió a Christopher que le acompañara a una Adoración Eucarística, puesto que era adoradora en una capilla de adoración perpetua y tenía que realizar su turno.
Además, aquel día cumplía 23 años. Evidentemente él no quería y menos aquel día. Pero su madre insistió tanto que al final decidió ceder y acompañarla.
“Decidí ir y decidí también rezar. Tuve una pequeña intención de desafiar al Señor. Me arrodillé y le dije: ‘si estás de verdad en el Santísimo Sacramento demuéstramelo’. Esperaba que me hablara o se me apareciera pero lo que en realidad estaba detrás era: ‘si no responde, que no lo va a hacer porque nunca me ha respondido, puedo dejar todo aquí’”.
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El beato que llevaba su nombre
Estuvo así media hora sin que pasara nada por lo que fue a su madre para que se fueran de aquella capilla. Pero su madre le dijo que le faltaba otra media hora y le dio a su hijo un ejemplar de Magnificat para que lo leyera.
Buscó en la revista la fecha de su cumpleaños y vio que el santo de aquel día era el beato Christopher Bayles. Se llamaban igual y vio que había sido un mártir inglés. Pero lo que más le sorprendió fue la última frase: “fue ordenado sacerdote a los 23 años”. Los mismos que él cumplía ese día.
“Cuando leí eso no fue que escuchase una voz fuerte pero en mi alma no pude sentirlo con más fuerza: ‘quiero que seas sacerdote’”, recuerda de aquel momento.
Este joven se quedó literalmente pálido. Hasta su madre se percató de su cara. Al final le contó lo sucedido y ésta le dijo que fuera hablar con un sacerdote. Christopher se negó y le propuso un trato a su madre: si no le aceptaban en el curso de la universidad hablaría con un cura.



(...)Un nuevo encuentro con el Señor
Y finalmente volvió a aquella capilla en la que Dios le habló con fuerza. “Estaba rezando y dije: ‘Señor, no lo entiendo, ¿qué quieres que haga? He dejado las adicciones, intentado asentarme, tener una familia”. En ese momento, Christopher tenía también novia.
Entonces cogió una Biblia y se abrió por el profeta Ezequiel y sus ojos se quedaron fijos en una cita, que decía: “El tiempo de preguntar ha terminado. Ya te lo he dicho”.
"Esto está claro"
Y de nuevo volvió a escuchar en su interior: “Quiero que seas sacerdote”. Pero al igual que cuatro años antes quiso hacer un trato: “si quieres que sea sacerdote tienes que acabar Tú con la relación en la que estoy. Que venga de ella”. Dos semanas después ella le dijo que iban por caminos diferentes y que lo mejor era que lo dejaran.
“Esto está claro”, vio Cristhoper, y finalmente hizo un discernimiento en serio que le llevó al seminario. Entonces fue cuando experimentó –confiesa- “una gran libertad interior y paz”. Y así hasta el presente cuando ya es un sacerdote ordenado y un evangelizador infatigable.