Inglaterra, la Alta Edad Media.
Un joven llamado Edmund estaba paseando con sus amigos de la infancia en los prados del río cerca de Oxford. Se separó de sus compañeros y vagó solo hasta que vio una vista maravillosa: un arbusto que estaba decorado con las flores más radiantes y hermosas, lo cual era imposible para esa época del año. Un aroma encantador llenaba el aire.
Edmund se preguntó si las impresionantes flores y su fragancia significaban que estaba en medio de una experiencia mística, y preguntó: "Oh Dios, que te apareciste al santo Moisés en el Monte Sinaí en la figura de una zarza ardiente que no se consumió, muéstrame qué representa este espectáculo milagroso ".
Edmund se arrodilló y una corriente de luz se derramó desde el cielo sobre él. Para su sorpresa, apareció el Niño Jesús que le dijo: "Yo soy Jesucristo, el Hijo de la Bienaventurada Virgen María ... Conozco los secretos de tu corazón y he sido tu inseparable compañero".
El Niño Jesús bendijo a Edmund al inscribir estas palabras en su frente, "Jesús de Nazaret, rey de los judíos".
Edmund recibió esta instrucción del Divino Niño: "Persígnate a menudo así y repite esto en memoria mía", el Niño Jesús le dijo a Edmund que todas las noches debía hacer la Señal de la Cruz y decir estas palabras: "Jesús de Narareth , Rey de los judíos "y prometió que este acto de devoción evitaría a todos los que lo hacen la muerte súbita y el peligro de morir sin los últimos ritos.
San Edmund cumplió diligentemente los deseos del Niño Jesús.
Una vez que el diablo interfirió tomando las manos de Edmund para que no pudiera hacer la Señal de la Cruz se defendió gritando el Nombre de Jesús, y el diablo se fue repentinamente como un gato escaldado.
Esta Navidad, sería deseable que conociéramos mejor al Niño
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