La tribulación no es lo que pensáis




18 ENERO, 2011

Yo no puedo pagar con la misma moneda al justo que al pecador empedernido

Recibiréis, hijos Míos, dones extraordinarios cuando asome a vuestras puertas la gran prueba para esta Humanidad y para vuestra fe, y todo aquel que Me sea fiel, no debe de temer nada, pues aunque padecerá sufrimientos, Yo lo protegeré como a las niñas de Mis Ojos. Yo, Jesús, os hablo.


Hijos Míos, rebaño de Mi Divino Corazón, sé que muchos de vosotros, incluidos Sacerdotes, os preguntáis cuando llegará la tribulación anunciada; pero hijos, la tribulación anunciada no llegará como vosotros la esperáis sino que está prevista que suceda de forma que no sucumban las almas pequeñas que son como ángeles en la Tierra. Yo no puedo pagar con la misma moneda al justo que al pecador empedernido.


Hijos Míos, la tribulación está ya en muchas partes. Pero vosotros la esperáis en grandes catástrofes, en grandes dolores para este Planeta. Tenéis que manteneros muy firmes en vuestra fe, y los que así lo hagan, serán los que salvarán a Mi Santa Madre Iglesia de las catástrofes espirituales que vendrán a ella. Sacerdotes Míos, no tengáis miedo, ¡sed valientes! Defended a ultranza vuestra fe de siempre y no permitáis que os la vulneren, sean Obispos, sean Cardenales, sean lo que sean. Mi Evangelio es sólo UNO y debéis vivirlo en tiempos de bonanza como en tiempos de borrasca. Yo, Jesús, os hablo.


Cuando se hizo la Redención anunciada por tantos años, ¿quién se dio cuenta que estaban en tiempos de la Redención?, sólo aquellos que vivían en gracia de Dios; sólo aquellos que tenían el corazón limpio de inmundicia para ver y comprender que el Mesías era Yo, pues ni siquiera Mis obras convencieron a la masa, que se olvidó del bien que hice y creyó sólo lo que veían sus ojos, —Mi fracaso aparente en la Crucifixión—.


Sólo las almas de Dios, aquellos que vivan en Dios Altísimo comprenderán en estos tiempos cuando están en la hora de la tribulación, en las catástrofes espirituales que habrá en Mi Santa Iglesia y, el remedio que os doy para superar tanto mal, será manteneros firmes en vuestra fe de siempre, en Mi Evangelio, aunque ello os haga perder el trabajo, la vida y hasta os torturen por su causa, no precisamente con torturas físicas sino torturas sicológicas, persecuciones o marginaciones. Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os hablo y os instruyo.


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