Valtorta: Preparativos de la Cena pascual



(...)
Jesús, como de costumbre, se ve sobrepujado por la muchedumbre, que ya ha aumentado y que ahora está formada en su mayor parte por hebreos que... se olvidan de acudir presurosos al lugar del sacrificio de los corderos, para acercarse a Jesús, Cordero de Dios que está para ser inmolado. Y siguen preguntando, y siguen queriendo explicaciones.
Muchos son hebreos venidos de la Diáspora, los cuales, habiendo tenido noticias de la fama del Cristo, del Profeta galileo, del Rabí de Nazaret, sienten la curiosidad de oírlo hablar y la ansiedad de disolver cualquier posible duda. Y se abren paso, suplicando a los de Palestina:
-¡Vosotros siempre lo tenéis. Sabéis quién es. Tenéis su palabra cuando queréis. Nosotros hemos venido de lejos y regresaremos a nuestras tierras nada más cumplir el precepto. ¡Dejad que nos acerquemos a Él!
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La muchedumbre con dificultad se abre, para ceder el sitio a éstos, que se acercan a Jesús y lo observan con curiosidad. Comentan entre sí, grupo por grupo.
Jesús los observa, escuchando simultáneamente a un grupo que ha venido de Perea. Luego despide a estos últimos, que le han ofrecido dinero para sus pobres, como otros muchos hacen, y que Él, como siempre, ha pasado a Judas. Empieza a hablar:
-Muchos de los presentes -que sois una sola cosa en la religión aunque de procedencia distinta- os preguntáis: "¿Quién es éste al que llaman el Nazareno?", y vuestra esperanza y duda chocan. Escuchad.

Está escrito de mí (Es el comienzo de otra serie de citas, textuales o parafraseadas, referidas (en la sucesión bíblica) a: (Salmo 78, 23-25; Isaías 9, 5; 11, 1-4.10-12; 40, 10-11; 42, 1-7; 50, 6; 53, 2-12; 55,1-3; 61, 1-2; 63, 1; Ezequiel 34,11.16; 47,1-12; Daniel 9, 24-27; Oseas 14, 2; Miqueas 5, 3-4; Zacarías 9, 9-10; Isaías 7, 14; Miqueas 5, 1): 

"Un retoño brotará de la raíz de Jesé, una flor saldrá de esta raíz, y sobre Él descansará el Espíritu del Señor. No juzgará según lo que se presenta ante los ojos, no condenará por lo que se oye con los oídos; antes bien, juzgará con justicia a los pobres, se hará defensor de los humildes. El retoño de la raíz de Jesé, puesto como señal en medio de las naciones, será invocado por los pueblos y su sepulcro será glorioso. Él, alzada una bandera para las naciones, reunirá a los expatriados de Israel, a los dispersos de Judá; los recogerá de los cuatro puntos de la Tierra".

Está escrito de mí: "He aquí que viene el Señor, con señorío; su brazo triunfará. Trae consigo su retribución, ante sus ojos tiene su obra. Como un pastor, apacentará a su rebaño".
Está escrito de mí: "Éste es mi Siervo, Yo estaré con Él. En Él se complace mi alma. En Él he derramado mi espíritu. Llevará la justicia a las naciones. No gritará, no romperá la caña quebrada, no apagará la mecha humeante, hará justicia según la verdad. Sin desfallecer ni avasallar, hará que se establezca la justicia sobre la Tierra, y las islas esperarán su ley".
Está escrito de mí: "Yo, el Señor, en la justicia te he llamado, te he tomado de la mano, te he preservado, te he constituido alianza del pueblo y luz de las naciones para abrir los ojos a los ciegos y sacar de 1a cárcel a los prisioneros, y de la mazmorra subterránea a los que yacen en las tinieblas".

Está escrito de mí: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque el Señor me ha ungido para anunciar la Buena Nueva a los mansos, para curar a los que tienen el corazón quebrantado, para predicar la libertad a los esclavos, la liberación a los prisioneros, para predicar el año de gracia del Señor".
Está escrito de mí: "Él es el Fuerte. Apacentará el rebaño con la fortaleza del Señor, con la majestad del nombre del Señor Dios suyo; A Él se convertirán, porque ya desde ahora será glorificado hasta los últimos confines del mundo".
Está escrito de mí "Yo mismo iré a buscar a mis ovejas. Iré a la búsqueda de las extraviadas, restituiré al redil a las expulsadas de él, fajaré a las que tengan fracturas, reconfortaré a las débiles, vigilaré a las gruesas y robustas, a todas las apacentaré con justicia".

Está escrito: "Él es el Príncipe de paz y será la paz".
Está escrito: "Mira que viene tu Rey, el Justo, el Salvador. Es pobre, cabalga sobre un jumento. Anunciará paz a las naciones. Su dominio será de mar a mar, hasta los extremos de la Tierra".

Está escrito: "Setenta semanas han sido fijadas para tu pueblo, para tu ciudad santa, para que sea eliminada la prevaricación, tenga fin el pecado, quede borrada la iniquidad, venga la eterna justicia, se cumplan visión y profecía y sea Ungido el Santo de los santos. Después de siete más setenta y dos vendrá el Cristo. Después de sesenta y dos será entregado a la muerte. Después de una semana confirmará el testamento, pero a mitad de la semana vendrán a faltar las víctimas y los sacrificios y se dará en el Templo la abominación de la desolación y durará hasta el final de los siglos".

¿Faltarán, pues, las víctimas en estos días? ¿No tendrá víctima el altar? Tendrá la gran Víctima. Y la ve el profeta: "¿Quién es este que viene con sus vestiduras teñidas de rojo? Está hermoso con sus vestiduras, camina envuelto en la grandeza de su fuerza".

¿Y cómo se ha teñido de púrpura las vestiduras Aquel que es pobre? Ved que lo dice el profeta: "He abandonado mi cuerpo a los que me golpean, mis mejillas a quienes me arrancan la barba; no he separado el rostro del que me ultraja. Mi hermosura y esplendor se han perdido y los hombres han dejado de amarme. ¡Me han despreciado los hombres, me han considerado el último! Varón de dolores, será velado mi rostro y vejado y me mirarán como a un leproso, cuando en realidad por todos estaré llagado y moriré".


Ahí está la Víctima. ¡No temas, Israel! ¡No temas! ¡No falta el Cordero pascual! ¡No temas, Tierra! No temas. Ahí está el Salvador. Como oveja será conducido al matadero, porque lo ha querido y no ha abierto su boca para maldecir a los que lo matan. Después de la condena, será levantado y consumido en los padecimientos; sus miembros descoyuntados, los huesos al descubierto, pies y manos traspasados. Pero después de la aflicción con que justificará a muchos, poseerá las multitudes, porque, después de haber entregado su vida a la muerte para salud del mundo, resucitará y gobernará la Tierra, nutrirá a los pueblos con las aguas vistas por Ezequiel, aguas que salen del verdadero Templo, el cual, aun habiendo sido abatido, resurge por virtud propia. Y nutrirá con el vino con que ha teñido de púrpura su cándida túnica de Cordero sin mancha, y con el Pan bajado del Cielo.

¡Sedientos, venid a las aguas! ¡Hambrientos, nutríos! ¡Exhaustos, bebed mi vino; y vosotros, enfermos! ¡Venid, vosotros que no tenéis dinero, vosotros que no tenéis salud, venid! ¡Y vosotros, los que estáis muertos, venid! Yo soy Riqueza y Salud, soy Luz y Vida. ¡Venid, vosotros que buscáis el camino! ¡Venid, vosotros que buscáis la verdad! ¡Yo soy Camino y Verdad! No temáis no poder consumir el Cordero porque falten las víctimas verdaderamente santas en este Templo profanado. Todos tendréis posibilidad de comer del Cordero de Dios venido a quitar los pecados del mundo, como dijo de mí el último de los profetas de mi pueblo. Del pueblo al que pregunto: Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he contristado?, ¿qué más podía darte de lo que te he dado? He instruido tus mentes, he curado a tus enfermos, favorecido a tus pobres, he dado de comer a tus turbas, te he amado en tus hijos, he perdonado, he orado por ti. Te he amado hasta el Sacrificio. ¿Y tú qué preparas a tu Señor? Una hora, la última, se te ofrece, ¡oh pueblo mío, oh ciudad santa y regia! ¡Conviértete, en esta hora, al Señor tu Dios!

-¡Ha dicho las palabras verdaderas!
-¡Así está escrito!
-¡Y Él verdaderamente hace lo que está escrito!
-¡Como un pastor ha cuidado de todos!
-Como siendo nosotros esas ovejas desperdigadas, enfermas, que están entre las brumas, ha venido a llevarnos al camino

recto, a curarnos el alma y el cuerpo, a iluminarnos.
-Verdaderamente, todos los pueblos acuden a Él. ¡Observad qué maravillados están esos gentiles! -Ha predicado paz.
-Ha dado amor.

-No comprendo lo que dice del sacrificio. Habla como uno que tuviera que morir, como si lo fueran a matar.
-Así es, si es el Hombre visto por los profetas, el Salvador.
-Y habla como si todo el pueblo fuera a maltratarlo. Eso no sucederá jamás. El pueblo, o sea, nosotros, lo amamos.
-Es nuestro amigo. Lo defenderemos.
-Es Galileo. Los galileos daremos la vida por Él.
-Es de David, y nosotros, los de Judea, si alzamos la mano es para defenderlo.
-¿Y nosotros podremos olvidarlo? Siendo de Auranítida, de Perea, de la Decápolis, nos amó como a vosotros. No. Todos,

todos lo defenderemos.

Éstas son las manifestaciones que se oyen entre esta multitud ya muy numerosa: ¡labilidad de las intenciones humanas!

Juzgo por la posición del sol que serán hacia las nueve de la mañana de nuestra hora. Veinticuatro horas más tarde, esta gente llevará ya muchas horas en torno al Mártir para torturarlo con el odio y los golpes, y gritará pidiendo su muerte. Pocos, muy pocos, demasiado pocos, entre los millares de personas que se agolpan procedentes de todas las partes de Palestina y de fuera, y que han recibido de Cristo luz, salud, sabiduría, perdón, serán los amigos. Y éstos no sólo no tratarán de arrancarlo de las manos de los enemigos, por impedirlo su escasez numérica respecto a la multitud de los ofensores, sino que no sabrán consolarlo tampoco siguiéndole con cara amiga como prueba de amor. Las alabanzas, las manifestaciones de consenso, los comentarios maravillados se esparcen por el vasto patio como olas que desde alta mar vayan lejos a morir en la playa.
Escribas, judíos, fariseos, tratan de neutralizar el entusiasmo del pueblo, y también la agitación de la gente contra los enemigos de Cristo, diciendo:
-Dice incongruencias. Está muy cansado y por ello delira. Ve persecuciones donde hay honores. En sus palabras fluyen los ríos de su habitual sabiduría, pero mezclados con frases de delirio. Nadie quiere causarle ningún mal. Comprendemos. Hemos comprendido quién es...

Pero la gente desconfía de tanta conversión de ánimos, y alguno se rebela diciendo:

-Pues Él me curó a un hijo demente. Conozco la locura. ¡Un demente no habla así!
Y otro:
-¡Déjalos que hablen! Son víboras que temen que el bastón del pueblo les rompa los lomos. Cantan la dulce canción del

ruiseñor para engañarnos, pero, si escuchas bien, su voz contiene silbido de serpiente. Y un tercero:
-¡Escoltas del pueblo de Cristo, alerta! Cuando el enemigo acaricia, tiene el puñal escondido en la manga y alarga su mano para agredir. ¡Ojos abiertos y corazón preparado! Los chacales no pueden transformarse en dóciles corderos.
-Bien dices: el búho halaga y hechiza a los pajaritos ingenuos con la inmovilidad de su cuerpo y la falsa alegría de su saludo. Ríe e invita con su grito, pero está preparado para devorar.
Y otros grupos otras cosas.