Llamamiento a la resistencia contra la dictadura mundial (L B Caballero)


Por Laureano Benítez Grande-Caballero 

Ciudadanos del mundo, hermanos, hijos de Dios: en esta hora decisiva del mundo, donde estamos siendo sometidos a un devastador ataque por parte de las hordas satánicas que quieren implantar en el mundo un Gobierno Mundial dictatorial, hacemos un llamamiento a la resistencia, a que nos unamos para ofrecer una respuesta mancomunada a sus perversos propósitos.
Es hora de que tomemos conciencia de que el mundo está actualmente regido por una casta luciferina de inimaginable maldad, de increíble perversidad, cuyo propósito manifiesto es sembrar el caos en las sociedades, arruinar los países, destruir nuestros valores y tradiciones, eliminar nuestros derechos y libertades, controlándonos y sometiéndonos mediante una abominable utilización de tecnologías perversas, con la intención de robarnos la bolsa, la vida, y el alma.

Este contubernio es el que ha creado guerra, catástrofes, hambrunas, revoluciones y pandemias, es el que ha originado esta situación crítica que vive ahora la humanidad, donde acaban de inaugurar un apocalipsis luciferino, un Armagedón horripilante con el que el quieren robarle almas a Dios para entregárselas al Señor de las Moscas, el rey que los dirige.
Esta casta satánica está empeñada en reducir la población mundial, de los actuales 7.800 millones, hasta los 500, como han declarado en repetidas ocasiones sus más eximios prebostes, pues estos seres malignos sienten un profundo asco y desprecio hacia todos nosotros, un odio aterrador, y por esa razón quieren hacer un exterminio masivo, dejando solamente en torno a 500 millones, para que los supervivientes seamos sus esclavos, viviendo al límite de la miseria, chipeados a mansalva, trabajando en sus empresas, consumiendo lo que podamos de sus productos.

Para ellos somos un cáncer maligno que hay que extirpar, seres indignos de vivir, de reproducirse, de consumir recursos. Dicen que es porque respiramos, y con ello contaminamos a la diosa del NOM, a su Pachamama, a la Madre Gaia, consumiendo abusivamente sus escasos recursos. Es tal su inconcebible maldad, que es lícito comenzar a preguntarse si estos personajes son realmente humanos, o si pertenecen a un inframundo cavernario, a un Monte Pelado con nubes de azufre, o a un planeta maligno donde han adquirido querido una condición reptiliana, enemiga de la humanidad.

Pero, ciudadanos del mundo, si esta patulea malvada nos odia y no nos respeta es porque han comprobado infinidad de veces que nosotros no nos respetamos a nosotros mismos, no nos queremos lo suficiente como para defender con uñas y dientes nuestra dignidad de seres humanos, seres únicos e irrepetibles, hijos de Dios. Nos odian porque nos sometemos a sus malvados principios, porque les obedecemos, porque no tenemos el coraje necesario para enfrentarnos a sus maquinaciones, porque saben que, hagan lo que hagan, vamos a aceptar nuestras esclavitudes, nuestras humillaciones, nuestras ruinas, y toda la barbarie dictatorial que nos quieran imponer. Y por eso nos dan lo que nos merecemos, y nos apalean como a perros abandonados.
Es así como se ríen de nosotros, se burlan de nuestra ignorancia, de nuestra cobardía, de nuestra indiferencia, de esa ominosa falta de dignidad que nos lleva a ser «buenos ciudadanos», ovejitas de camino al matadero, esclavos felices en sus fábricas, feligreses tiernos de obediencia plena a una jerarquía eclesiástica que nos ha abandonado, lameculos entusiastas recibidores de paguitas, alucinados zombies antes pantallas execrables que nos lavan el cerebro sin el menor pudor.

Ciudadanos del mundo, es hora de gritar que ¡ya basta!, que ya no vamos a soportar más humillaciones, más mentiras, más falsedades, más ruinas, más esclavismo, más dictaduras policiacas.

Es hora de que, a través de movimientos ciudadanos, plataformas, asociaciones civiles, bufetes de abogados, asociaciones profesionales, organismos más o menos oficiales, etc. exijamos en primer lugar responsabilidades a todos los que han tenido arte y parte en esta horrible dictadura con la que nos han arruinado, engañado, aplastado… y asesinado, planteando demandas judiciales contra todos ellos. Y es hora de que ―en segundo lugar― nos conjuremos para que ―pase lo que pase― no nos quiten ni el más mínimo resquicio de libertad ante las catástrofes futuras que se avecinan, ya sean pandemias, guerras, desastres naturales, etc.
En el caso muy probable de que suelten otro virus y organicen otra pandemia, tenemos que utilizar los movimientos ciudadanos para oponernos a nuevos confinamientos, a nuevas dictaduras, no cediendo jamás ninguna de nuestras libertades, defendiendo con energía nuestros derechos, que nos pertenecen por nacimiento, no porque ellos no los regalen.
Es hora de pedir responsabilidades a todos los que han intervenido en la creación del virus COVID-19, que no es un virus chino exclusivamente, sino de elaboración internacional, con cuya manipulación han intervenido laboratorios y organismos de muchos países occidentales.
Es hora de exigir a los gobiernos de todo el mundo que prohíban de una vez los laboratorios de biotecnología donde se experimenta con virus peligrosos para nuestra salud.

Es hora de que denunciemos la colaboración en este desastre de muchas entidades médicas que, sabiendo la verdad sobre el virus, han callado, por connivencia con la secta satánica responsable, o por miedo a sus represalias. Entidades médicas que alaban las vacunas, que tienen la desfachatez de ponderar la vacuna que prepara Bill Gates como la solución perfecta ― Gates tiene la desvergüenza de llamarla «la solución final», ¿a qué les suena eso?― para acabar con la tortura de los estados policíacos, y recuperar «la normalidad».
Médicos que han mantenido la boca cerrada ante la barbarie de la ley que obliga llevar mascarillas, sabiendo que son malsanas para la salud.
Médicos que tienen que entre sus filas un porcentaje de carniceros que eutanasiaron a ancianos en residencias geriátricas, hecho que es preciso denunciar con toda firmeza, especialmente por los familiares de las víctimas, exigiendo responsabilidades e indemnizaciones.
Médicos que han guardado silencio ante los ilegales confinamientos, cuando ellos saben de sobra que la naturaleza de esta pandemia no los justificaba en absoluto, ya que es una barbarie médica confinar a la población sana, mientras se deja desprotegida a la población de más riesgo.
Médicos que han silenciado el hecho de que esta pandemia ha producido menos víctimas que una pandemia anual de gripe ―cuya mortandad puede causar hasta 650.000 víctimas anuales―, y de que con una mortalidad que según las estadísticas más fiables del 0,1%, han parado el mundo, y nos han robado las libertades.
Es hora de que sepamos que la prisión domiciliaria a la que han sometido a medio mundo está totalmente injustificada por motivos sanitarios, como así lo empiezan a reconocer algunas instancias oficiales. El objetivo principal del confinamiento ―aparte de llevar a la ruina a muchos países― es el de evitar que las poblaciones adquieran la inmunidad de rebaño, que se transmite por el contacto entre las personas, inmunidad que les imposibilitaría la obligación de someternos a una luciferina vacuna.
Ante las nuevas epidemias que estos profetas de la oscuridad ya vienen anunciando ―con lo cual quieren decir que son ellos quienes las van a ejecutar― hemos de saber que su objetivo con esta pandemia del COVID-19 ha sido el de debilitar nuestro sistema inmunológico para que los nuevos virus nos pillen bajos de defensas, y así poder causar más mortandad, y un pavor tal, que las multitudes aterrorizadas supliquen en masa por la letal vacunación que ya tienen prevista.

Debilitar el sistema inmunológico es también el objetivo de las malsanas mascarillas, con las cuales volvemos a meter en nuestro sistema respiratorio el aire viciado que exhalamos, repletos de anhídrido carbónico y microorganismos, circunstancias que harán surgir en nosotros los virus y bacterias que teníamos de manera inofensiva en nuestro cuerpo. Sabedores de esto, y de que el contacto con el aire limpio, al permitir el contacto de nuestro sistema inmunológico con los microorganismos del exterior, es lo que refuerza la inmunidad de rebaño, las han hecho obligatorias, por lo cual estamos en el deber de denunciar a los Colegios de Médicos que han callado ante este atentado a la salud pública, y a las autoridades que ha aprobado estas medidas malsanas.

Para evitar que reforcemos nuestro sistema inmunológico, también han cerrado parques y jardines, y nos impiden tomar el sol en las playas, ni bañarnos en el mar… ¿Es posible que aceptemos ovejunamente estas aberrantes disposiciones, que atentan contra la dignidad humana, soportando tantas humillaciones?

Un virus que, según la OMS, se contagia solamente cuando alguien tose o estornuda en tu dirección a menos de un metro de distancia, no justifica ni los confinamientos, ni el cierre de empresas, ni el uso de las mascarillas, ni el parón de la economía mundial… Por ello, no es necesario usar mascarillas en lugares públicos al aire libre, donde esta distancia de seguridad ―y mucha más separación― está más que garantizada en la mayoría de los casos. Entonces, ¿por qué lleváis mascarillas incluso en vuestros vehículos privados? ¿Por qué lleváis mascarilla incluso cuando estáis solos en el monte, o paseando por parques y calles semivacías? ¿Seremos acaso tan estúpidos como para imponernos todavía más restricciones, para quitarnos nosotros mismos más libertades?

Es posible que tengáis miedo, pavor ante un mortal enemigo que nos acecha en cada esquina, en cada portal, en cada árbol… Es muy posible que este terror os haya sido inoculado por las telebasuras, pero más bien obedece a vuestro irracional miedo a la muerte, el cual no es más que un síntoma de una vida vacía, sin sentido, sin horizonte, que no cree en de nada más allá, y por eso se aferra desesperadamente a este mundo, viendo enemigos y amenazas por todas partes.

Por ello, otra manera de luchar contra el miedo que nos inocula el Nuevo Orden Mundial es que tengamos fe, que recuperemos nuestra dimensión espiritual, nuestra conciencia divina, para que el miedo irracional a la muerte no nos lleve a entregarnos atados de pies y manos a los correveidiles de Satanás, a cambio de un poco de «seguridad» y una paguita.
Por supuesto, también estamos ante el ineludible deber de llevar a los tribunales a todos los políticos responsables del aumento de víctimas en la epidemia, los cuales, guiados por su ineptitud o por su connivencia, no han tomado las medidas pertinentes en el momento adecuado, desabasteciendo de los materiales necesarios a las poblaciones con riesgo de contagio, inflando las cifras para crear el terror, desatendiendo a las residencias geriátricas… Ante la posible llegada de otra pandemia provocada por la élite globalista, procuremos no dejar a nuestros ancianos en las residencias, sabedores de que para esa élite son las víctimas predilectas porque no producen nada, y consumen recursos, como ellos mismos confiesan.

Y, ¿vais a seguir votando a los partidos políticos que nos han traído hasta esta escombrera, todos corruptos, todos conchabados con el Nuevo Orden Mundial, que les han puesto en el poder justamente para que ejecuten despiadadamente sus agendas? ¿Es que crees todavía que existe la democracia, o que los niños vienen de París?

No permitamos que vuelvan a dejar a los abuelos sin ver a sus nietos, y a los hijos sin ver a sus padres; no con sintamos jamás que nos obliguen a separarnos de nuestros familiares si éstos se encuentran en estado grave; no toleremos nunca nunca que los funerales por nuestros familiares sean tan vergonzosos que ni siquiera nos permitan acudir a ellos… ¿Hasta cuándo vamos a consentir tanta arbitrariedad, tanta humillación, tanta barbarie?
Y así nos va, sometidos a estúpidas normas que nos dicen cuántas personas podemos reunirnos, cuántos kilómetros podemos conducir con el coche, cuánta gente puede ir a misa, cuánto tiempo tienen que durar las ceremonias religiosas, cuántos metros tienen que tener los locales para que puedan abrir, cuánta gente puede nadar en una piscina, a qué hora podemos pasear… ¿Es que no somos seres humanos? ¿Es que os creéis tanta mentira?

Y vosotros, católicos de todo el mundo, abandonados por las jerarquías y los sacerdotes, ¿qué vais a hacer al respecto? Sabed que las órdenes para cerrar las iglesias y prohibir el sacrificio perpetuo han partido de los obispos, sin que hubiera un imperativo legal por parte de los poderes públicos para esta abominable medida, que nos ha privado de auxilio espiritual en estas horribles circunstancias: ¿Nadie protestará por ello? ¿No es hora de hacer ver a estas jerarquías en connivencia con el globalismo que no estamos dispuestos a consentir más este atropello, está blasfemia, esta tropelía contra nuestra fe?

Y, ante el despiadado ataque del laicismo satánico contra nuestros símbolos religiosos, contra nuestros monumentos, contra nuestras tradiciones católicas, contra nuestros valores morales emanados del cristianismo, ¿permaneceremos impasibles, bajando la cerviz, mirando para otro lado, silbando, como si la cosa no fuera con nosotros?
¿Consentiremos por más tiempo que la dictadura luciferina continúe adoctrinando a nuestros hijos en las escuelas con perniciosas ideologías, inculcándoles contravalores completamente contrarios a la ley natural y a los valores emanados de la civilización occidental cristiana?

Vosotros, comerciantes, empresarios, hosteleros, que os habéis visto arruinados por esta tiránica dictadura que con la excusa de una falsa pandemia ha arrasado con vuestros negocios, ¿qué haréis?: ¿Os lameréis vuestras heridas? ¿Maldeciréis vuestra suerte? ¿No es hora ya de que, a través de vuestras asociaciones profesionales, demandéis a toda la patulea que os ha llevado al colapso?
¿Por qué habéis obedecido sin rechistar al cierre de vuestras empresas? En un local donde la gente guarda la distancia de seguridad preconizada por las autoridades, aun reduciendo el aforo si hiciera falta, ¿qué problema habría en continuar trabajando? Si en un hotel la gente permanece en su habitación, y sólo comparten de pasada el vestíbulo de entrada, donde no hay ningún riesgo de contagio, ¿por qué los hosteleros han aceptado el cierre de las instalaciones? En un bar en donde la gente respeta la distancia, ¿por qué se ha aceptado su cierre?

Sin embargo, no habéis hecho nada, sino practicar el silencio de los corderos, obedecer sin rechistar, sabiendo que eran medidas completamente desproporcionadas y ruinosas. Habéis colaborado con la opresión, y ahora os veis la ruina. ¿Para qué están vuestras asociaciones profesionales? ¿Por qué no habéis resistido a la dictadura?
Ciudadanos de todo el mundo, ¿seguiréis viendo las televisiones luciferinas que os han lavado el cerebro impunemente? ¿No tendréis la osadía de negaros a ver la televisión? ¿No comprendéis acaso que ésta es la mejor manera de acabar con el Nuevo Orden Mundial, porque las pantallas fueron inventadas justamente por la casta luciferina para proceder al masivo adoctrinamiento de los rebaños, y sin esta propaganda los turbios personajes que las dominan no podrán jamás ejecutar la dictadura del pensamiento?

En medio del caos del COVID-19, están desplegando el satánico 5G, la telefonía inalámbrica que, además de un sinnúmero de perversos efectos malsanos sobre nuestra salud, servirá al Nuevo Orden Mundial para ejecutar un pavoroso control mental, con el que vigilar la disidencia y exterminarla a discreción. ¿Es que acaso no sabéis que el 5G es un arma usada militarmente desde hace tiempo? Negaos a que en vuestras comunidades de vecinos se implante esta cruel tecnología, luchad para que vuestros ayuntamientos no la desplieguen, porque nos va la vida y la libertad en ello. Buscad en internet las asociaciones y plataformas que están llevando a cabo acciones contra el 5G, y colaborad con ellas.

Y, sobre todo, usad vuestra razón para reflexionar, para pensar, para no aceptar sin rechistar todas las mentiras con las que el NOM os quiere esclavizar y someter a su dictadura… Poned en tela de juicio todo lo que os digan sus medios de comunicación, investigad, reflexionad sobre las ordenanzas que van contra vuestros derechos y libertades, contra vuestra dignidad de seres humanos e hijos de Dios.

Y, por lo que más queráis, NO ACEPTÉIS JAMÁS LA VACUNA CONTRA EL CORONAVIRUS QUE ESTÁN PREPARANDO POR ORDEN DE LA CASTA LUCIFERINA, cuyo verdadero objetivo es introducirnos un chip de Bill Gates: ¡JAMÁS!
Y así, ciudadanos del mundo, resistiendo mancomunadamente a toda forma de opresión y dictadura, perdido el miedo, recuperada nuestra dignidad humana, llegará el día en que podamos lanzar al universo nuestro grito: «¡LIBERTAD!», «¡LIBERTAD!», «¡LIBERTAD!», «¡LIBERTAD!»…