Os llegó la hora de caminar a mi lado



Si hoy, vuestro corazón ha sido tocado con mis palabras. Si hoy, vuestro corazón ha sido alivianado de vuestras cargas a través de, éste, mi mensaje: venid hacia Mí. Soltad de vuestras manos esa cadena gruesa y oxidada que os ancla; esa cadena gruesa y oxidada de vuestras imperfecciones, de vuestros pecados, de vuestras debilidades; dejadla en el suelo y venid hacia Mí que Yo os daré la libertad que necesitáis. Yo os pondré alas de águila, alas que os elevarán hacia las alturas, alas que os ascenderán en vuestro nivel espiritual, alas que os acrecentarán en vuestra vida interior.

Prestadme suma atención a cada una de mis palabras: abrid vuestro corazón y escribidlo en el libro abierto que lleváis dentro. Mirad que os he estado llamando, llamando para que os salgáis del ruido exterior, llamando para que os internéis en los silencios de Dios y me escuchéis, me sintáis.

Soy Jesús de Nazaret, aquel mismo hombre que llamó a doce hombres a seguirle; hombres que dejaron sus familias, sus pertenencias, sus pueblos de origen y se aventuraron mar adentro; mar, algunas veces con mareas altas, con tormentas impetuosas pero supieron vencerse así mismos, supieron batallar en medio de la alta mar; no naufragaron, no perecieron porque Yo los llevaba muy adentro en la barca de mi Sacratísimo Corazón.

Y hoy, os invito a vosotros a que os subáis en ella. No tengáis miedo. No permitiré que caigáis en las profundidades de las aguas; siempre os protegeré, remaré junto con vosotros para que lleguéis a puerto seguro, para que lleguéis a manantiales de aguas quietas, de aguas reposadas; aguas que purificarán vuestros corazones de toda inmundicia, aguas que os lavarán de toda mancha; aguas que os darán frescor, os darán bienestar, os darán alegría; alegría porque os habéis encontrado conmigo, alegría porque os dejasteis atrapar, os dejasteis vencer por Mí; a eso os llamo: a que soltéis todas las trivialidades del mundo, a que soltéis las bagatelas, a que dejéis la vida sin sentido. En Mí vuestra vida tomará un sabor especial, néctar y miel del Cielo. En Mí vuestra vida tomará un colorido porque Yo os arrebataré de la ignominia, de la falacia, de la trivialidad que el mundo os ofrece.

Hijos míos: os llegó la hora, os llegó la hora de caminar a mi lado. Os llegó la hora que os consagréis totalmente a Mí. Entregadme vuestras vidas, entregadme vuestros corazones. Soy el Alfarero del Cielo que tomará vuestras vidas y sus corazones como barro dócil, como greda blanda entre mis manos. Suavemente os iré construyendo, suavemente restauraré vuestras partes

deterioradas, vuestras áreas resquebrajadas y os daré consistencia, os daré firmeza para que no os dejéis derrumbar, para que no os dejéis acobardar, amilanar.
Deseo ser la única razón de vuestro existir.

Deseo ocupar los vacíos de vuestros corazones.
Deseo ser vuestra locura.
Deseo ser vuestro eterno enamorado. No tengáis miedo en decirme sí. Si hoy decís sí a la invitación que os hago para haceros pescadores de hombres, entregaré en vuestras manos el estandarte ensangrentado de mi cruz; cruz que no le ha de faltar a ningún alma que decide seguirme.
Cruz que no será insuperable a vuestras fuerzas.
Cruz que debéis abrazar, debéis cargar con amor porque sin cruz difícilmente se adentra al Cielo.
La cruz es un sello que suelo imprimir en el corazón de mis hijos elegidos y de mis hijos amados.
Si decís sí: cubriré vuestros cuerpos con mi capa de Amor Divino; capa que os resguardará del frío, del sol, de los vientos impetuosos; capa que os defenderá contra las insidias y ataques del demonio.
Si decís sí: escribiré, en este mismo momento, vuestros nombres en el libro de la vida.
No tengáis miedo, venid hacia Mí que os quiero abrazar.
Venid hacia Mí que no censuraré vuestro pasado. Vuestro pasado ya ha sido perdonado, vuestro pasado ya ha sido sanado, ya pagué vuestra deuda muriendo en una cruz. Dejadme, dejadme trazar nuevos planes en vuestras vidas.
Dejadme conduciros por los senderos que os llevan hacia el Cielo. Muchos de mis elegidos tendrán que padecer, pero esos padecimientos serán dulcificados, esos padecimientos serán menguados, serán alivianados porque
Yo siempre permaneceré a vuestro lado.


Os amo y espero escuchar de vuestros labios, cuando estéis en el Tabernáculo de mi Amor Divino, un Te amo que brote desde la profundidad de vuestro corazón.
Un Te amo que os inflame de dicha, de alegría.
Un Te amo que se convertirá en la más bella canción de enamorados.
Un Te amo que se convertirá en un bello poema compuesto por el mejor de los poetas.
Un Te amo que se convertirá en una hermosísima canción, cantada por una orquesta sinfónica que toca con gallardía, que toca con maestría.

Espero escuchar de vuestros labios un Te amo que suba a través de un eco tocado y cantado por las miríadas y miríadas de Santos Ángeles.
Un Te amo que haga vibrar mi Corazón Eucarístico.
Un Te amo que me conlleve a cubriros y arroparos con mi mirada virginal, con mi mirada de pureza. Esos Te amo, que mis hijos de corazón sencillo, de corazón humilde, de corazón cándido como los niños me debilita, me quebrantan e inmediatamente os concedo gracias, os concedo dádivas celestiales y me congratulo con cada alma que llega hacia Mí y su oración la convierte en contemplación.

Hijos míos: un alma enamorada no necesita venir a expresarme discursos elocuentes. Un alma enamorada, basta solamente encontrarse con su ser amado; las palabras sobran, las palabras bastan. Sólo el entrecruce de miradas es amor; el entrecruce de miradas es comunicación; el entrecruce de miradas es una entrega recíproca de sentimientos. Es una entrega recíproca de emociones; es una entrega recíproca de deseos. Vuestros deseos os deben de conducir a la vida de santidad; vuestros deseos os deben de conducir a la práctica de las virtudes. Vuestros deseos os deben de motivar a la lectura, a la meditación de las Sagradas Escrituras. Palabra antigua pero a la vez nueva. Descubridme, hijos míos, descubrid cada una de sus promesas, descubrid cada una de sus palabras. Promesas y palabras que siguen siendo vigentes porque cielo y tierra pasarán, más mis Palabras no pasarán.

La flor del campo se ha de marchitar, mi Palabra permanecerá florecida, permanecerá perfumada, olerá siempre a nardo purísimo de celestial perfume. Os amo, hijos míos, y espero recibir una respuesta afirmativa a mis Palabras. Os quiero derretir de amor. Quiero tomar vuestros corazones y atarlos dulcemente a mi cordel dorado. Permaneced firmes en vuestra fe. No os dejéis sacudir por vientos de doctrinas. No os dejéis sacudir por vientos impetuosos de pensamientos falaces y engañosos.

Yo Soy la Verdad, hijos míos. Yo Soy la Verdad; en Mí encontraréis sentido a vuestras vidas.
En Mí encontraréis descanso a vuestras penas.
En Mí encontraréis respuesta a vuestras dudas.

En Mí encontraréis fuerza para venceros a vosotros mismos, fuerza para que no os dejéis derrumbar ante las adversidades de vuestras vidas.
En Mí encontraréis toda medicina que ha de sanar vuestro cuerpo, alma y espíritu.

Sólo en Mí hallaréis descanso, en nadie más.

Hoy, a través de, éstas, mis palabras sano vuestras heridas purulentas de vuestro corazón; de mis Santas Llagas supura Sangre Preciosa. Sangre Preciosa que vierto en vuestro sistema circulatorio y os oxigeno, os purifico, os dreno para que seáis hombres y mujeres nuevos.

No desechéis, éstas, mis palabras. Tomadlas una a una y guardadlas en el cofrecito de oro de vuestros corazones, mis hijos amados.


A Agustín del Divino Corazón