Bergoglio, el "antimuros", levanta un doble muro contra la Misa


 
La Iglesia levanta un muro contra los no vacunados

En Eslovaquia se prohíbe el acceso a las misas celebradas por el Papa a quienes no estén vacunados. Y en Italia, el diario del obispo lanza una cruzada contra los que se oponen a la vacunación obligatoria. Abrazando plenamente la causa pro-vacunación y la adopción del pase verde, la Iglesia de la misericordia que aboga por derribar todos los muros, está construyendo uno alrededor de la misa.


El partido del pase verde también ha encontrado un patrocinador de alto nivel: la Iglesia católica. De hecho, es fácil imaginar el impacto que tendrá la noticia de la próxima visita del Papa a Hungría y Eslovaquia en septiembre: sin el pase verde, no habrá acceso a las misas celebradas por el Papa. Y un signo de gran importancia es la cruzada lanzada por el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Avvenire, contra los supuestos partidarios del "no a la vacuna", que no tiene precedentes en cuanto a intensidad y ferocidad.

En Hungría, el Papa celebrará la última misa del Congreso Eucarístico Internacional, y después estará otros tres días en Eslovaquia. La motivación del certificado de vacunación obligatoria -dijo el arzobispo de Bratislava, Stanislav Zvolensky- radica en que "es la única forma real de no limitar radicalmente el número de participantes".

Aunque el impacto mediático es considerable, la noticia en sí no es sorprendente: el Vaticano fue el primer Estado en hacer obligatoria la vacunación para residentes y empleados, el Papa ha impulsado repetidamente la vacunación, y recientemente incluso ha acusado a quienes no aceptan ser vacunados de poner en peligro la vida de los demás. Apoyar la necesidad de un "pase verde" es sólo una pieza más del rompecabezas inevitable.

Es importante señalar lo que está ocurriendo también en Italia, también a la luz de la proximidad entre la Conferencia Episcopal Italiana y la Santa Sede. En consonancia con el Papa, el periódico de la (Conf Episcopal de Italia) CEI siempre ha tenido un enfoque más que favorable a las vacunas y a la vacunación, pero desde hace unos días leemos ataques muy duros contra quienes no se vacunan, a los que se trata como una amenaza para el género humano, aprendices de brujo o incluso algo peor. Conociendo el mecanismo que mueve este diario clerical-progresista, es bastante fácil suponer que las "sugerencias" han venido de arriba, tanto desde el punto de vista político como eclesial.

Dado que es un sentimiento común que entre los católicos se esconde una importante bolsa de resistencia a la vacunación obligatoria, es comprensible que el gobierno -dada la actitud del Vaticano- haya querido implicar a los obispos en esta labor de ejercicio de la persuasión moral.

La jerarquía católica, por tanto, está desempeñando un papel destacado en la promoción de la vacunación obligatoria y la segregación mediante el uso del Pase Verde. Haciendo caso omiso de los mismos documentos que ha elaborado: baste recordar la nota emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe el pasado 19 de septiembre, relativa a la moralidad del uso de las vacunas Covid que, remitiéndose a la "razón práctica", afirmaba claramente que "la vacunación no es -por regla general- una obligación moral" y "por tanto debe ser voluntaria". Y también ignorando el Informe aprobado por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que establece específicamente que el pase verde no puede ser utilizado para discriminar a los ciudadanos que descarten vacunarse.

De aquí a necesitar el pase verde para entrar en la iglesia para la misa dominical habrá un paso muy corto.  Algunos sacerdotes en Italia ya lo están haciendo, otros seguramente lo seguirán, y podemos esperar que la tendencia sea emulada por los obispos. La justificación es siempre la de la caridad y el bien común, dando por sentado que la vacunación masiva eliminará todo contagio. No tiene sentido demostrar que no es así, que las personas vacunadas pueden contagiarse fácilmente y que, precisamente por eso, las reuniones de personas vacunadas se vuelven más peligrosas para la circulación del virus. Y además, si la vacuna es muy eficaz -como dicen-, ¿por qué las personas vacunadas tienen miedo de sus compañeros no vacunados?

Pero al margen del fondo de los aspectos individuales de la cuestión, esta posición de la jerarquía eclesiástica es hija de un Magisterio que sólo ve en horizontal, centrado como está en la solución de los problemas de la humanidad más que en la salvación de las almas. Y así, en última instancia, resulta natural que la Iglesia asuma el pensamiento del mundo hasta el punto de transformarse -como en esta ocasión- en la servidora del Estado o en el brazo operativo de la ONU.

Este es un triste espectáculo en sí mismo, pero evidentemente tendrá consecuencias para los católicos que no se plieguen a la mentalidad de "vacunación para todos" y "lo más rápido posible". . En este clima creciente de socialismo real, también se acercan los tiempos en que será necesario celebrar liturgias clandestinas. Por supuesto, una sonrisa es la reacción natural a la "parábola" de una Iglesia que comienza queriendo derribar todos los muros, y predicando la aceptación, y termina construyendo nuevos muros justo alrededor de la misa, echando a los que siguen la forma extraordinaria, a las personas no vacunadas y, muy pronto, a los que se posicionan contra el calentamiento global antropogénico.