Francisco: lo planeamos todo antes del cónclave



Podría escribir un post cada día en este momento sobre las confusas y preocupantes declaraciones y decisiones que está tomando el Papa.

Según esto, Francisco parece estar trabajando bajo la idea errónea de que 1974 es el futuro.

Este tipo de comentarios se suceden con demasiada rapidez como para documentarlos en este momento.

Traditionis custodes parece haber supuesto una especie de punto de inflexión en este papado que ha cimentado los curiosos y constantes ataques a la "rigidez" y ha abierto las compuertas que permiten al Papa revelar su verdadera misión: la destrucción de la continuidad doctrinal y litúrgica en la Iglesia católica.

A principios de septiembre, en una entrevista radiofónica con la COPE, el Papa hizo un comentario poco difundido sobre las discusiones que tuvieron lugar entre los cardenales antes del cónclave que lo eligió. Francisco confirmó explícitamente que la actual reforma de la Iglesia forma parte de una agenda programada y decidida antes de la elección de 2013 por un pequeño grupo de cardenales.

"la reforma es lo que los cardenales querían desde el cónclave de marzo de 2013"

insiste el Papa Francisco.

"No he inventado nada, mi acción desde el inicio del pontificado consiste en conseguir lo que los cardenales habíamos pedido en las reuniones previas al cónclave para el futuro papa: 'el próximo Papa tendrá que hacer esto, esto y aquello'. Y eso es lo que he empezado a poner en práctica. Creo que aún quedan varias cosas por hacer, pero no hay ninguna invención por mi parte: Obedezco a lo que se decidió en su momento".

El Papa argumenta que algunos de los que apoyaron su elección, poniéndose del lado de los reformistas más evidentes, no habrían aceptado en toda su extensión las consecuencias de su compromiso: 

"quizás algunos no se dieron cuenta de la importancia de lo que decían, o no imaginaron las consecuencias, pues es cierto que ciertos temas son inquietantes. Pero no hay ninguna originalidad por mi parte en el plan implementado".

subraya el pontífice, afirmando claramente que la reforma que se está concretando "resume lo que decíamos los cardenales en su momento". 

Si hubiera que definir la línea que presidió su elección, Francisco la resume con la exhortación Evangelii Gaudium, que "recoge lo expresado por los cardenales". En un artículo de SSPX News sobre esta entrevista radiofónica, la sociedad explica que esto demuestra que el objetivo del pontificado de Francisco es hacer prevalecer la dimensión pastoral sobre todo lo demás, y enviar la doctrina a las mazmorras del magisterio. 

Estos comentarios bastante descarados, cuando se unen a los informes anteriores de un pequeño grupo de cardenales que conspiran deliberadamente para destituir al Papa Benedicto XVI y reemplazarlo por un hombre que ofrezca una agenda progresista, se suman a un creciente cuerpo de evidencia que contraviene completamente las normas actuales sobre la convocatoria de cónclaves. 

No puedo evitar sentirme sorprendido, ya que si algo hemos aprendido del Papa Francisco es que sólo le importan las reglas cuando le convienen y las ignora si se le oponen. Las normas que rigen los cónclaves están recogidas en el artículo 81 de la Universi Dominici Gregis:

81. Los cardenales electores se abstendrán además de cualquier forma de pacto, acuerdo, promesa u otro compromiso de cualquier tipo que pueda obligarles a dar o negar su voto a una persona o personas. Si esto se hiciera de hecho, incluso bajo juramento, decreto que tal compromiso será nulo y que nadie estará obligado a cumplirlo; y por la presente impongo la pena de excomunión latae sententiae a quienes violen esta prohibición. Sin embargo, no es mi intención prohibir, durante el período en que la Sede está vacante, el intercambio de opiniones sobre la elección.

Por supuesto, esto significa muy poco a menos que alguien esté dispuesto a hacer algo al respecto y no parece haber ningún deseo de hacerlo. El Papa Francisco ha sido muy abierto en la promoción de los partidarios (Grech, Cupich, Tobin, Zanchetta, Paglia, etc. etc. ad nauseam) de una manera descaradamente política y cualquier oposición (por ejemplo, la dubia) es simplemente ignorada, o manejada (Pell, Müller, Sarah, etc.).

Lo que podemos ver es que a pesar de la opacidad de sus palabras, el Papa tiene una agenda clara para romper la doctrina y la liturgia y cambiar el catolicismo de algo seguro y práctico a algo vago y sin sentido.


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