La Virgen da esperanza a las que han abortado



Febrero 25/08 


La Santísima Virgen María dice:


Hijitos míos, buscad la misericordia de Dios, buscad el perdón, buscad la liberación de vuestros pecados. Pecados que son borrados en el momento en que os sumerjáis en las aguas purificadoras de su gracia.


El Divino Corazón de mi Hijo Jesús es una fuente inagotable de misericordia. Misericordia para con vosotros que un día aciago en que creísteis que la luz no os alumbraba, que los rayos del sol no os calentaban.
Día cruel en que vuestro corazón perturbado, vuestra mente confundida y vuestro espíritu ahogado buscasteis salida fácil a vuestro problema.


Problema que según vuestra manera de pensar cambiaría vuestra vida, porque erais muy joven y no estabais preparada para ser madre.
Problema que causaría enojo y tristeza a vuestros padres. Problema que por un tiempo determinado os sacaría de vuestro estudio, de vuestro trabajo, de vuestras ocupaciones habituales.
Problema que sería motivo para que descubriesen vuestro pecado y no queríais ser criticada, ser juzgada.
Problema que quizás ocasionaría la ruptura a una relación porque el papá del bebé, que apenas empezaba a formarse en vuestro vientre, le asustaba la idea de un hijo, argüía que no tenía un trabajo estable, que no contaba con medios económicos para sostenerlo, para darle todo lo necesario.

Sumida en vuestro desespero huisteis, buscando ayuda, para deshaceros de esta frágil e indefensa criatura, criatura que os produjo lágrimas, apuros, aprietos. Silenciosamente o en coartada de alguien encontrasteis quien os ayudase a salir de vuestra dificultad y sin pensar en la bajeza de vuestro acto decidisteis acabar con la vida de vuestro bebé.

Decidisteis cerrar sus ojitos, ojitos que un día os habría de mirar y de reconoceros como su madre.
Decidisteis silenciar sus labios, labios que irían a sonreír, labios que os dirían mamá.

Decidisteis despedazar su corazoncito, corazón que os amaría porque le distéis vida, porque erais carne de vuestra carne.
Decidisteis destrozar sus pequeñas manecitas, manecitas que os habría de acariciar, de empuñar sus pequeños deditos en los vuestros.

Decidisteis desmembrar sus piernitas y piececitos, piececitos que correrían para encontraros, para abrazaros porque sois su mamá, mamá que le hace falta cuando no está a su lado, mamá que le arrulla, mamá que le canta canciones de cuna para que se duerma.

Han pasado los días, los meses y quizás los años, pero el recuerdo está vivo en vuestro corazón, el dolor se agudiza cada vez más porque habéis reconocido vuestro pecado, vuestro error.

Habéis reconocido vuestra cobardía, cobardía por no

haber enfrentado una sociedad injusta, sociedad que señala, que excluye.
Reconocéis que arrancasteis de vuestro vientre una flor, flor plantada por el cielo para que floreciese.

Muchas veces habéis querido que vuestra vida fuese como una película para devolverla a aquel momento y cambiar su final por un final feliz.
La voz de vuestra conciencia os desespera, sé de vuestra tristeza, pero he llegado como vuestra Madre para daros paz, para daros consuelo.

Vuestro bebé ha abierto sus ojitos en el cielo, se ha transfigurado en un ángel que canta y juega, que sueña y ríe.
Él os mira desde el cielo y os cuida porque os ha perdonado, os ha perdonado porque lo hicisteis bajo presión, por miedo.

Yo lo arrullo y estrecho en mi regazo maternal porque es mi niñito amado, niño que me hizo llorar lágrimas de sangre.
Niñito que produjo gran dolor en mi Corazón Inmaculado porque aún sin nacer ya era rechazado, maltratado.

Niñito que me hizo descender del cielo para recibirlo en mis brazos y curar las heridas de su cuerpecito.
Niñito que me hizo descender del cielo para secar las lágrimas que rodaban por su rostro angelical.

Niñito que me hizo descender del cielo para llevármelo a la mansión celestial y unirlo a los no nacidos que han padecido su mismo martirio.

Vuestro corazón será sanado si os acercáis al Corazón Misericordioso de mi Hijo Jesús.

Llegad a Él con verdadero arrepentimiento que os perdonará, os sanará porque hay heridas muy profundas, heridas que serán vendadas en el amor.

Llegad a Él con verdadero arrepentimiento que os ungirá con su Sagrado Óleo, Óleo que cicatrizará la herida de vuestro pasado.


El Divino Corazón de Jesús sobreabunda en misericordia, misericordia que os atrapa.
Misericordia que penetra en vuestro interior.


Misericordia que sana recuerdos tristes de vuestro pasado, porque mi adorado Hijo pagó por vosotros al tomar posesión del trono de la Cruz.


Repetid muchas veces: Jesús, protege y salva a los no nacidos.


A Agustín del Divino Corazón