Condenados por hacer una mala confesión



229. Si alguien, repasando su vida anterior, recordase que ocultó algún pecado en sus confesiones, o tuviere la más leve duda acerca de la validez de alguna de ellas, le aconsejo con el mayor encarecimiento: Amigo, por amor de Jesucristo y por la preciosa Sangre que derramó para salvar tu alma, te suplico que arregles el estado de tu conciencia en la primera oportunidad en que te acerques a confesarte, exponiendo con sinceridad todo lo que inquieta tu alma como si te hallases en el momento de la muerte. 

230. Os aseguro que cuanto más sinceros seáis con el confesor, más aumentará su confianza hacia vosotros y con tanto mayor acierto podrá aconsejaros y advertiros lo que considere más necesario y oportuno para el bien de vuestra alma. 

231. Si vuestra conciencia tuviera algo que no se atreva a comunicar al confesor ordinario, acudid a otro, antes de cometer un sacrilegio. 

235. No os dejéis engañar nunca por el demonio callando por vergüenza algún pecado en la confesión. Yo os aseguro, jóvenes muy amados, que mi mano tiembla al trazar estos renglones ante el solo pensamiento de que gran número de cristianos se pierden eternamente por no haber declarado con sinceridad sus pecados en la confesión.


Máximas de Don Bosco