9 teólogos: Es legítimo cuestionar la actual Sede Papal


TESIS “LA SEDE ME ES INDIFERENTE”

Consciente de la crisis sin igual que golpea a la Iglesia desde hace mucho tiempo y constatando que entre los buenos las querellas, divisiones y diatribas interminables tienen a menudo como objeto el estado de la Sede Petrina (y de toda la Jerarquía eclesiástica), como médicos privados (clérigos y laicos, teólogos, filósofos, canonistas, juristas e historiadores), hemos redactado por unanimidad lo siguiente:

  • Que hay una crisis sin igual en el seno de la Iglesia, que esta crisis ve a la genuina Tradición católica abrumada por doctrinas heterodoxas (modernismo y neo-modernismo), que esta crisis es una crisis doctrinal, litúrgica y moral, que esta crisis involucra al cuerpo eclesial (escolar y docente) hasta la Sede Romana no es algo que deba demostrarse, sino sólo constatar;

  • Que la crisis, que también tiene raíces antiguas, tuvo su punto de inflexión en el Concilio Vaticano II con el predominio del pensamiento no católico en la Jerarquía, hasta la propia Sede Romana, no es algo que deba demostrarse sino sólo constatar;

  • Que la nueva liturgia impuesta por Pablo VI representa una construcción artificial y una ruptura objetiva con la Tradición ininterrumpida de la Iglesia y con el Dogma católico no es algo que deba demostrarse sino solamente constatar;

  • Es deber de todo bautizado perseverar en la profesión de fe bautismal o en la fe de todos los tiempos, en la Doctrina inmutable recibida de los Apóstoles. Es deber de todo bautizado vivir y orar de acuerdo con la santa voluntad de Dios manifestada en la Revelación divina (Sagrada Escritura y Sagrada Tradición);

  • Es deber de todo bautizado evitar lo que pueda ser perjudicial para su alma, en cuanto represente un peligro para la integridad de la fe;

  • Dada la extensión y gravedad de la crisis y hasta su resolución (condena y expulsión de la Iglesia de toda idea heterodoxa, retorno integral a la Tradición en la doctrina, en la liturgia y en las costumbres), es un deber de prudencia desconfiar de las Jerarquías dominados por el pensamiento no católico, así como de las instituciones eclesiásticas que se convierten en instrumentos del pensamiento no católico;

  • Es prudente atenerse a lo que es cierto (lex credendilex orandi y lex vivendi como siempre se ha enseñado), suspendiendo el asentimiento a todo lo que es dudoso;

  • El fiel -clérigo o laico- no está llamado a examinar cada enseñanza, cada texto litúrgico, cada declaración de la Jerarquía para verificar si se ajusta o no al Depósito de la Fe. Más bien, se deberá adoptar un criterio prudencial y “profiláctico”: si un pensamiento no católico ha infectado a la Jerarquía hasta la Sede Romana, se deberá atener con prudencia a lo que se ha enseñado antes de la crisis y se deberá suspender el asentimiento a lo que se enseñó después;

  • La suspensión del asentimiento no es un “libre examen”, sino un deber de prudencia para la preservación de la fe. Al suspender el asentimiento, el juicio sobre la doctrina (de fe y/o de moral) y sobre la lex orandi se remite a la Autoridad de la Iglesia. Cuando la crisis sea superada y la Jerarquía vuelva a estar segura en la ortodoxia de la fe, la Autoridad legítima juzgará;

  • La crisis puede considerarse superada cuando la Jerarquía (Papa y unanimidad moral de los Obispos) enseña continuamente la misma Doctrina enseñada por la Iglesia hasta el Concilio Vaticano II y se restablece la lex orandide la Tradición Apostólica;

  • Debido al involucramiento de la misma Sede Romana en la crisis, es legítimo cuestionar el estado de la Sede Papal. Es una opinión legítima de quienes consideran que Jorge Mario Bergoglio es un verdadero Papa, aunque sea seriamente heterodoxo. Es opinión legitima la de los que consideran a Jorge Mario Bergoglio como ocupante ilegítimo de la Sede y/o como Antipapa. Es opinión legitima la de quienes consideran vacante la Sede. Es opinión legítima la de quienes creen que la Sede sólo está ocupada físicamente. Es opinión legítima la de quienes leen la crisis de la Sede romana con la figura del Papa hereje. Es opinión legítima la de quienes leen sobre la crisis de la Sede romana con la figura del Papa cismático. Es también opinión legítima la de quienes creen en la co-presencia de “dos iglesias” detrás de las apariencias de una sola Iglesia (en la Iglesia posconciliar estaría tanto la verdadera Iglesia de Cristo, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, como una neo-Iglesia gnóstica) con el Papa a la cabeza de ambos, como si el Papa fuera el Vicario de Cristo, pero también la Cabeza de una nueva fe, de un nuevo culto, de una nueva Iglesia. Es opinión legítima la de quienes consideran que los Papas posconciliares son verdaderos Papas, aunque estén marcados por un pensamiento no católico.

  • En cuanto al punto 11, son opiniones irreconciliables y por tanto no pueden ser todas ciertas, sólo una puede ser la verdadera. Juzgar cuál es la verdadera sólo puede hacerlo la Autoridad Suprema de la Iglesia. Hasta que la Suprema Autoridad de la Iglesia, una vez resuelta la crisis, no haya juzgado, todas ellas quedan como meras opiniones, legítimas y discutibles;

  • Como meras opiniones, ninguna de ellas, aunque legítimamente sostenible, puede ser un criterio certero para afrontar la crisis;

  • Dado que sólo la Autoridad Suprema de la Iglesia tiene derecho a juzgar la cuestión referida a la Sede, desarrollar/apoyar una tesis u otra será un ejercicio inevitablemente destinado a la no-solución. La cuestión de la Sede está destinada a permanecer abierta, sin resolver hasta el final de la crisis, hasta que se emita un determinado pronunciamiento por parte de la Autoridad Suprema;

  • La diversidad de opinión respecto de la Sede nunca pueden ser motivo de división, ya que son opiniones discutibles y no verdades ciertas;

  •  Cualquiera que sea la opinión sobre la Sede, dada la crisis comprobada (también de la Sede romana y de toda la Jerarquía), la actitud prudencial debe ser en cualquier caso la de suspender el consentimiento, esperando el fin de la crisis.

  • Démosle también a esta tesis nuestra el nombre de “sede me importa un bledo” en el doble sentido de:

  • “No me importa” la cuestión de la Sede, ya que es una cuestión irresoluble para nosotros y, por lo tanto, inútil plantearla;

·         “No me importa” lo que emana de la Sede, ya que quien se sienta (legítima o ilegítimamente, sólo material o incluso formalmente, de facto o de iure es una cuestión discutida) en la Sede está dominado por un pensamiento no católico y, por lo tanto, es prudente no escucharla.

El Grupo de los Nueve

 

La Crisi della Chiesa. Ecco la Soluzione (Temporanea): il Sedemenefreghismo/StilumCuriae