Varias apariciones de Jesús Resucitado —Valtorta




X. A las personas reunidas en la sinagoga de Quedes.

La gente de Quedes está reunida en la sinagoga y comenta con el viejo Matías, el arquisinagogo, los últimos acontecimientos. La sinagoga aparece más bien semioscura, y es que las puertas están cerradas y las cortinas de las ventanas echadas, cortinas gruesas apenas movidas por el viento de Abril.

Un relámpago ilumina el interior de la sinagoga. Parece un relámpago, pero es la luz que precede a Jesús. Y Jesús, ante el estupor de las muchas personas presentes, se manifiesta. Abre los brazos y, bien visibles, aparecen las heridas de las manos; y también de los pies, porque se ha presentado en el último de los tres peldaños que conducen a una puerta cerrada. Dice:

-He resucitado. Os recuerdo la disputa que hubo entre mí y los escribas. A esta generación malvada le he dado la señal que había prometido. La señal de Jonás. A quien me ama y me es fiel le doy mi bendición.

Nada más. Ha desaparecido.

-¡Era Él! ¿De dónde? ¡Y estaba vivo! ¡Él lo había dicho! ¡Ahora comprendo! La señal de Jonás: tres días en las entrañas de la Tierra y luego la resurrección...

Murmullo de comentarios...

XI. A un grupo de rabíes en Yiscala.

Un grupo venenoso de rabíes que tratan de persuadir de sus exigencias a algunos hombres que titubean. Lo que quieren es conseguir que éstos vayan donde Gamaliel, que se ha encerrado en su casa y no quiere ver a nadie.

Dicen estos hombres:

-Os decimos que no está aquí. No sabemos dónde está. Ha venido. Ha consultado unos rollos. Se ha marchado. No ha dicho una sola palabra.

Y otros añaden:
-Tenía un aspecto tan alterado, y estaba tan envejecido, que metía miedo.
Con gesto de descortesía, los rabíes dan la espalda a estos que están hablando, y se marchan diciendo:
-¡Gamaliel también está loco, como Simón! ¡No es verdad que el Galileo ha resucitado! No es verdad. ¡No es verdad! No

es verdad que es Dios. No es verdad. Nada es verdad. Sólo nosotros estamos en la verdad.
El propio afán con que dicen que no es verdad muestra su miedo a que sea verdad y su necesidad de afianzarse.
Han bordeado la pared de la casa, ahora van en dirección a la tumba de Hil.lel. Mientras siguen ladrando sus

negaciones, alzan la cara... y huyen lanzando un grito. Jesús, bonísimo con los buenos, está allí, lleno de terrible potencia, con los brazos abiertos como en la cruz... Las llagas en las manos rojean como si todavía gotearan sangre. No dice una sola palabra. Pero sus miradas fulminan.

Los rabíes huyen, caen, vuelven a levantarse, se hieren contra plantas y piedras, enloquecidos, trastornados por el miedo. Asemejan a homicidas a los que se condujera a la presencia de la víctima.

XII. A Joaquín y María, en Bosra.

-¡María! ¡María! ¡Joaquín y María! ¡Venid fuera!

Los dos, que están en una habitación tranquila e iluminada por una lámpara, ella cosiendo, él haciendo cuentas, alzan la cabeza, se miran... Joaquín, palideciendo de miedo, susurra:

-¡La voz del Rabí! Viene de la otra vida...
La mujer, aterrada, se abraza al hombre.
Pero la llamada se repite, y los dos, bien estrechados el uno con el otro, para infundirse valor recíprocamente, se

atreven a salir, a ir en la dirección de la voz.
En el jardín, iluminado por el hocino de una luna nueva, resplandece, envuelto por una luz más fuerte que muchas

lunas, Jesús. La luz lo rodea y lo hace Dios; la sonrisa dulcísima y la mirada amorosa lo hacen Hombre:
-Id a decir a los de Bosra que me habéis visto vivo y real. Y decidlo en el Tabor, tú, Joaquín, a los que estén congregados

allí.
Los bendice. Desaparece.

-¡Era Él! ¡No era un sueño! Yo... Mañana voy a Galilea. ¿Ha dicho al Tabor, verdad?...